Carlos Lugones

El cubano Carlos Lugones: un emprendedor todoterreno

Carlos Lugones, informático, espirituano de 26 años, es un potente microprocesador humano en constante funcionamiento, programado con el único fin de “hacer cosas útiles”. De la misma forma en que una computadora traduce impulsos eléctricos y números binarios en una acción determinada y funcional, Carlos convierte ideas en realidades concretas. Por eso siempre va de proyecto en proyecto, como olfateando problemas, a veces muy comunes, para encontrarles solución desde sus habilidades. Es también un muchacho locuaz y pragmático, aunque con cierta aura de idealista.

En apenas dos años, Carlos Lugones ha ideado y participado en varios emprendimientos tecnológicos: El Catre, Liduco, TelegramPost.xyz, Cubapod… Según él, son tantos en tan poco tiempo, que se ha visto obligado a hacer una pausa y repensar su imparable capacidad de creación de iniciativas como única manera de aterrizar con seguridad los proyectos que mantiene el aire.

“Para ser creativo, he tenido que aislarme del mundo”, escribió una vez, cuando sintió que debía poner orden a su imparable ritmo laboral. Desde su relativo aislamiento, sin embargo, conversa con YucaByte sobre su carrera, el contexto actual y el futuro de las startups en Cuba:

¿Cómo fue tu formación como informático y cuánto definió lo que has logrado hasta hoy?

Yo me gradué de ingeniero en Ciencias Informáticas en la Universidad de Ciencias Informáticas (UCI), en La Habana. Y aunque hice los cinco años de carrera, en verdad llevo en el mundo de la informática y la programación desde hace más tiempo. Casi desde los 12 años, cuando choqué con ese mundo y decidí aprender de forma autodidacta. Para cuando llegué a la UCI había estudiado 25 lenguajes de programación, lo que no significa que los dominara todos a la perfección, pero los conocía bastante bien.

La carrera, al final, me resultó relativamente sencilla. Recuerdo que quería irme de la carrera en primer año porque sentía que perdía mi tiempo, pero me quedé para complacer a mi familia. Tú sabes que en Cuba se vive mucho eso de la titulación y de “ser alguien en la vida”. En fin, que de las cinco asignaturas de programación pasé solo una, porque en las otras hice y aprobé los exámenes de suficiencia. Eso fue, en resumen, la universidad.

¿Y qué hiciste una vez te graduaste?

Me gradué en 2018 y empecé a tomarme en serio lo de crear y emprender startups, algo en lo que trabajaba desde antes de entrar a la universidad, aunque de forma discreta, más en segundo plano y a medio tiempo. Estudiando, sobre todo.

A ver, primero debo decir que he participado en muchas plataformas, algunas en producción ahora mismo, pero no todas son completamente mías. Algunas fueron creadas mientras estuve en la Universidad, de conjunto con equipos que tuve de forma puntual. Siempre eran proyectos para terceros que me contrataban, y después yo contrataba un equipo y hacíamos las plataformas para negocios como, por ejemplo, de venta de películas, series y esas cosas en La Habana.

Ya a partir de 2018 empecé a crear plataformas propias porque llegó un momento en que entendí que trabajar para un cliente agota. El cliente te dice cómo quiere la plataforma, cuáles son sus requisitos… y eso es un proceso que toma tiempo, desgasta y lleva constantes reuniones. Entonces llega un momento en que quieres tener algo propio y aplicar tus conocimientos en resolver problemas que encuentras o que tienes tú mismo, problemas que también tienen cientos o miles o millones de personas.

Y ahí es cuando llega “El Catre” ¿no?

Exacto. Justo en ese momento empiezo a crear plataformas de servicios. Una de las primeras fue El Catre, que la cofundé con Javier Castillo en febrero de 2019 y estuvimos un año entero trabajándola. Se trataba de una plataforma de comercio electrónico para Cuba, para impulsar negocios desde herramientas informáticas. Pero renuncié a mi puesto de CTO (Chief Technology Officer) en febrero de 2020, a un año de fundar la empresa que pusimos con sede en Estados Unidos, y de la cual llegamos a lanzar alguna versión beta. Tuvo momentos de inestabilidad, luego volvimos a arreglar y así, pero nos demoramos todo un año para lanzar un producto mínimo viable. Y lo que pasó fue que, al lanzarlo, yo estaba demasiado agotado. El producto era demasiado grande y ya nos había pasado un año por encima, sin contar ciertas diferencias personales con mi socio.

¿Algún otro proyecto que haya quedado así?

Bueno, la verdad es que desde marzo de 2020 empiezo a fundar plataformas una detrás de la otra, lo cual reconozco hoy como un error, porque me dejó agotado. También me asocié con una empresa española y con ellos cofundé otra llamada FlowyCart, también de comercio electrónico y enfocada en Europa. Es para vendedores que utilizan OpenCart, una tecnología abierta para crear tiendas de comercio electrónico, y la solución está dirigida al procesamiento de pagos y órdenes de estos comercios, manejar los envíos, pedidos y demás. La estuve desarrollando un año, hasta hace poco. Pero lo hice porque en su momento no acababa de interiorizar el concepto de producto mínimo viable, y para cuando estábamos a punto de lanzarla, me sucedió como en El Catre y renuncié. Pero ya aprendí la lección.

Algo en lo que trabajes ahora…

Hace poco me asocié con Santiago Merlo, un profesor argentino, quien tiene la idea de impactar en la educación rompiendo con los métodos tradicionales por medio de una plataforma que permita a las personas conectarse y encontrar lo que necesiten para ser mejores ellas mismas. O sea, una educación que libere de los tabúes a las personas. El proyecto se llama Liduco y está en etapa de modelación. 

También está Ofendiditos Club, una micro red social que fue idea de Ernesto Acosta. Es para entrar ahí y dejar lo que sea que a uno le ofenda. Surge mientras conversaba con Ernesto en Twitter y él decía: “si yo tuviera un lugar donde mandar a los que se ofenden con mis tuits sería genial”. Le dije que yo lo haría y lo programé en una tarde. El compró el dominio y lo pusimos en producción. Allí se da una dinámica interesante, porque la gente comenzó a dejar las cosas que les ofendían. Es como un Twitter donde solo se suben ofensas. Claro, para nosotros eso es solo ocio.

La verdad es que estoy saturado. En este tiempo he desarrollado también proyectos que mantengo y también otros que en algún momento cerré porque me pareció que no valían la pena. Comencé con CubaPod, que lo mantengo, no así con DistriPod, que era para distribuir podcast en redes sociales. Está paralizado ahora mismo TelgramPost.xyz, que no lo pude seguir porque era demasiado estrés y demasiado trabajo. Aunque este sí lo haré en su momento. La idea es construir una startups en público, de forma transparente, y de esta manera ir creando una comunidad y enseñando a otros emprendedores tecnológicos, que se inspiren en esto para crear sus propias plataformas.

Te interesa esto de enseñar y crear una comunidad dentro de tu sector. No?

Sí, mucho. De hecho, también tengo un podcast en el que hablo de startups, programación y también donde hago entrevistas a emprendedores. Se llama La Mente Creativa.

Y hablando de podcast, cómo surgió CubaPod

Después de renunciar a El Catre, esperé un mes y empecé con Cubapod, que al principio se llamaba Podcast Cubano. Surgió simplemente para resolver una necesidad personal, para recopilar en un mismo lugar los podcast producidos por cubanos, porque yo estaba ya desde hacía tiempo consumiendo podcast de España, por ejemplo. Yo estaba entrando en ese mundo, pero me preguntaba si en Cuba se estaban produciendo ese tipo de programas, ese formato. Me puse a investigar y descubro que sí. ¡Entre 10 y 20 podcast encontré al principio! Después hice una lista pública con ellos y así surgió Podcast Cubano. Abrí una canal el Twitter y otro en Telegram, y empecé a darles promoción.

Fue un trabajo que inicié solo. Luego empezó a tomar fuerza esa lista. Varias personas comenzaron a pedir que añadiera  sus podcasts y empecé a añadirlos. Esa lista creció y la transformé en un sitio web estático con las fotos de los podcasts, los datos, los episodios, pero era muy difícil actualizarlo porque había que hacerlo a mano. El proyecto evolucionó y se convirtió en una plataforma administrable, un sitio web dinámico, y así fue cambiando, poco a poco. Un día, conversando con Ernesto Acosta, fundador de la red TuPodcast, con 10 o 20 podcasts en su web, me sugiere cambiarle el nombre al proyecto y ponerle Cubapod, lo que me gustó mucho. Él mismo compró el dominio, se convirtió en cofundador y me ha estado apoyando todo este tiempo en el proyecto. El proyecto fue creciendo hasta ahora, que es “la plataforma cubana de podcasting” y tiene casi 180 podcasts producidos por cubanos y más de 500 podcasts foráneos. Uno de los servicios que damos es el acceso a podcasts foráneos, ahorrando a internet, lo cual ayuda a los cubanos a tener más acceso a la información, ya que no tienen que gastar tanto internet a la hora de descargar los episodios.

¿Y le va bien?

Realmente es la plataforma más exitosa que he hecho. CubaPod pudo encajar en el mercado perfectamente. Resolvió un problema mío puntual y así el de otros cubanos. Encontró un nicho muy desatendido en el país, el podcasting. Entonces lo que hice fue darle promoción, una casa, orden, creé actividades y un bot en Telegram que permite a los usuarios cubanos subscribirse para que les lleguen los episodios cada vez que se publican. Además, permite que se puedan descargar los episodios en calidades distintas, es decir, la original y tres subcalidades con menor peso. De esta manera la gente puede ahorrar datos y descargar más episodios.

Hace poco superamos los 4.000 usuarios en ese bot de Telegram y las 26.000 descargas de episodios. Tenemos más de 2000 subcripciones activas. Hay un interés creciente en el podcasting cubano y recientemente lanzamos el servicio Premium, que generaliza esta misma experiencia que logramos para los podcasts cubanos pero con extranjeros, o sea, para consumir podcasts en la plataforma ahorrando internet. Ese servicio lo pusimos bajo un cobro mensual de 25 pesos cubanos, que es bastante barato e irrisorio para el problema que realmente resuelve. En verdad me habría encantado dejarlo gratis, pero no puedo debido a la falta de financiamiento y de apoyo. Así que para subsistir he tenido que asociarme a estudios de grabación y montar servicios y productos para buscar maneras de ingresos.

Alguna vez dijiste en una entrevista sobre el podcasting: “Cuba tiene mucho futuro en este campo, no tengo dudas”. ¿Aún sigues sin dudas sobre eso?

Yo sigo creyendo que el podcasting cubano tiene futuro, y creo también que los cubanos tenemos talento para esto. Mira, volvamos al pasado. Cuba fue de los primeros países de la región en tener radio. ¡Casi que inventamos la radionovela! Hemos sido, históricamente, una población apegada a la radio y un país muy musical. El audio está en nuestro ADN y sé que tenemos predisposición al podcasting. El problema está en que la mayoría de los cubanos no conoces este formato, por eso estamos difundiéndolo. Y te digo, cada vez tiene más audiencia en la Isla. Creo que tenemos futuro, que podemos ser como la España de Latinoamérica en podcasting. En España están los grandes referentes al respecto en español, y en la región ya existen proyectos muy reales, factible. En la región el podcasting se va uniendo en comunidad. Entonces, teniendo en cuenta nuestros vínculos con la radio, podemos desarrollar este formato y convertirnos en referentes. Es una cuestión de fe, pero creo que tiene sentido. Y los datos reflejan el aumento de ese interés de los cubanos en el podcast.

Desde tu experiencia ¿cómo ves el futuro de los emprendimientos tecnológicos en Cuba?

Chocar con demasiadas dificultades hacia lo interno de Cuba y hacia lo externo ha hecho que desista de crear productos para el mercado nacional, aunque sé que CubaPod es uno de ellos. Creo que no hay futuro ahí.

¿Por qué?

Crear productos para el mercado nacional no tiene futuro porque en Cuba, cuando ocurra el cambio político que viene en camino (y eso sí que va a pasar), el 99% de las startups cubanas van a morir, a menos que se reinventen o cambien su modelo de negocio o enfoquen hacia otro mercado. Entiende que la mayoría de los emprendimientos tecnológicos cubanos surgen en un contexto de escasez, de necesidad, de dificultades y resuelven problemas específicos de los cubanos, que no tienen los problemas de otros ciudadanos del mundo. Nuestros problemas son únicos. Tenemos los de un país normal, pero también los que son inimaginables en cualquier otro lugar.

Entonces, llega la democracia, podemos tener economía, libertad empresarial y demás, y la mayoría de los proyectos existentes mueren, porque la necesidad que los puso ahí desaparece. Por ejemplo, CubaPod, que tiene servicio Premium que ayuda a los cubanos a ahorrar internet descargando podcasts. Yo estoy consciente de que ese es un problema temporal. Cuando el internet sea accesible en Cuba, cuando tengamos muchas ofertas de internet y varias compañías de telecomunicaciones, no va a hacer falta que nadie ahorre datos. Eso no será una preocupación.

¿Crees que existan soluciones para cuando llegue ese momento o esas consecuencias de un cambio político sobre las startups son inevitables?

En ese momento o CubaPod cambia su modelo de negocio y busca otro mercado, o cierra por no ser factible. Por eso no vale la pena crear productos enfocados en el mercado nacional. Creo que debemos pensar en resolver problemas internacionales y así, tentativamente, resolveríamos en el mercado nacional. Yo trato de llevar a mi comunidad a crear proyectos de alcance internacional. Eso, por supuesto, tiene sus dificultades.

Hacia lo interno es imposible tener una empresa tecnológica en Cuba, es ilegal. Lo único autorizado es el parque tecnológico que hay en la UCI y dos o tres lugares que están bajo el férreo control estatal. En estos lugares es carísimo alquilar una oficina y pagar el internet. Y lo que sucede es que las empresas extranjeras vienen, ponen sus oficinas en esas instalaciones y contratan a cubanos como mano de obra barata. Eso no es emprendimiento tecnológico. Entonces, poner una empresa tecnológica no es posible, hay leyes que ilegalizan el tener servidores fuera de Cuba, que es para que todos nosotros estuviéramos presos ya, porque casi  todos los emprendedores cubanos tienen servidores fuera de Cuba. Los precios del internet son de los más altos del mundo en comparación con el nivel adquisitivo de la población. El Estado bloquea el acceso a VPNs, que es a veces la única forma de acceder a servicios que también están bloqueados para Cuba. O sea, hay un bloqueo interno y otro externo. Además, está bloqueado el protocolo SSH (Secure Shell) que se utiliza para administrar servidores en internet, y está bloqueado desde dentro de Cuba.

¿Cómo son las relaciones entre el Estado cubano y los emprendimientos tecnológicos?

El Estado solo busca la manera de que este sector no pueda progresar, crecer, enriquecerse. Como consecuencia, la mayoría de los emprendedores, como pasa con la mayoría de los cubanos, emigran. Mi sector en específico cada día está más decepcionado.

Para cambiar eso, es importante que el Estado no reconozca al sector privado como un actor fuerte en la economía. Pero lo que sucede es que lo disminuye constantemente con términos absurdos como “trabajador por cuenta propia” o “sector no estatal”. No reconoce nuestro papel, nos discrimina.

Para el sector tecnológico dentro de Cuba es complicado contratar un servidor en el país porque los servidores de ETECSA son extremadamente caros, no tienen las prestaciones necesarias, son lentos, obsoletos y no vale la pena contratar un servicio tan malo. Por encima, tienes a un Estado totalitario auditando constantemente tu información, los datos de tus usuarios y demás. Por eso es que introducen lo de la prohibición de tener un servidor fuera de Cuba. Ellos lo hacen con esa intención: controlarte y evitar tu desarrollo. El Estado no quiere que el pueblo y el país se desarrollen. El Estado vive de la miseria en la que tiene a los cubanos, porque es lo que les permite mantener el poder político, y quienes gobiernan nunca van a permitir que los cubanos desarrollen empresas tecnológicas de forma digna. Entonces lo que nos queda es formar empresas y productos internacionales o, cuando suceda la transición política, cerrar nuestros proyectos porque dejarán de tener sentido.

Pero ¿cómo materializar esa idea de no enfocarse en el mercado nacional?

Mira, al no poder tener empresas tecnológicas en Cuba, tuve que hacerlo en Estados Unidos, usar cuentas allá, asociarme con personas fuera del país. Era la única manera de acceder a recursos financieros y a representación ante la ley como empresa, para poder operar legalmente en algún mercado. Eso es bastante complicado, porque no en todos los países un cubano puede poner una empresa a nombre suyo, y muchas veces hay que acceder a intermediarios, representantes de confianza. Reconozco que eso a veces trae problemas. Es muy difícil para quien no tiene contactos y amistades así.

El Estado cubano no quiere que los emprendedores cubanos nos desarrollemos y las leyes del embargo impiden que podamos dar muchos pasos. Pero no abogo por el fin del embargo, porque creo que de terminarse este el sistema cubano va a seguir sosteniéndose muchos años más, y estoy en contra de todas las faltas de libertades dentro de Cuba, empezando por la de creación de empresa. Pero sí creo que los emprendedores tecnológicos cubanos, si ponen voluntad, pueden formar empresas internacionales. Yo lo he logrado, y no he seguido por cuestiones muy coyunturales.

He tenido la oportunidad de irme del país, de emigrar, ya sea como emprendedor o con oportunidades de trabajo, y no lo he hecho porque he querido demostrarme a mí mismo que puedo hacerlo dentro de Cuba. Pero solo porque soy caprichoso. Después de dos años me di cuenta de que sí se puede, pero es muy difícil, y el estrés se multiplica por mil. Si crear una plataforma tecnológica es complicado, lo es mil veces más desde Cuba, donde estás asediado por varios lados y es difícil de avanzar. Estoy en Cuba porque estamos en pandemia, pero tengo posibilidades reales de irme a trabajar con más comodidad a otro lugar del mundo. Entonces, para los emprendedores tecnológicos cubanos que no tengan más opción que estar en Cuba, mi recomendación es que busquen ayuda fuera de la Isla, amigos, representantes, gente que los ayude; y que se dediquen a crear productos para el mercado internacional. Es difícil, es verdad, pero es mejor que dedicarse al mercado nacional, que no tiene futuro.

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