Abu Duyanah: otra víctima de la represión digital en Cuba

Ilustración: Julio Llópiz-Casal

Cuando el 26 de noviembre de 2020 decenas de agentes de la seguridad del estado los desalojaron, la mayoría de los acuartelados de San Isidro llevaba ya 10 días de encierro. Algunos, como Luis Manuel Otero Alcántara y Maykel Castillo, iban ya por su octavo día de huelga de hambre y habían abandonado otra huelga de sed. Estaban plantados en la casa de Otero Alcántara, en Damas 955, para exigir la libertad del rapero Denis Solís, quien había sido arrestado arbitrariamente por la policía y condenado a ocho meses de prisión por el delito de desacato.

Abu Duyanah Tamayo, de 36 años en ese entonces, era parte del grupo. Él no estuvo en huelga de hambre o sed, pero desde el primer instante, cuando sus colegas lo llamaron, decidió sumarse al acuartelamiento. En la casa de Damas rezó sobre los cuerpos debilitados de Maykel Castillo y Luis Manuel Otero, en una ritualidad sistemática que, de acuerdo a las propias personas encerradas en la sede del Movimiento San Isidro, fue uno de los momentos más emotivos de sus vidas. Duyanah también era el encargado de vigilar la puerta, luego de que un vecino atacara a Otero días antes y lanzara botellas de cristal al interior de la vivienda.

Duyanah se presenta como escritor y periodista independiente. Nació en Manzanillo, en la provincia de Granma, pero a los tres años se mudó para La Habana, a casa de sus abuelos. Se convirtió al islam en 2010 y a partir de ese momento adoptó el nombre islámico de Abu Duyanah. Su nombre de “carnet de identidad”, como él mismo dice, es Niovel Alexander Tamayo.

Es a partir del encierro en la casa de Damas 955 que el gobierno cubano empieza a violentar con más frecuencia los derechos digitales de Abu, aunque ya lo había hecho con anterioridad. En ese momento le cortaron el servicio a tres líneas de celular. “Yo tenía una que utilizaba para conectarme y me la bloquearon. Hicieron lo mismo con par de líneas más que unos amigos activistas enviaron al acuartelamiento” dijo a YucaByte.

El corte de esas tres líneas lo vivió en un momento excepcional de su activismo político. En su vida cotidiana, Abu solía utilizar una única línea para conectarse, una de las primeras que el gobierno vendió a la ciudadanía y que no sabe exactamente cuándo compró, pero sí sabe que fue hace más de 10 años. Desde el 14 de abril de 2021 esa línea original no tiene acceso a datos móviles. El corte selectivo de internet es una de las estrategias más comunes que emplea ETECSA, la única empresa de telecomunicaciones permitida en el país, para silenciar a voces críticas con el poder en Cuba, algo que ha sido denunciado en varias ocasiones por organizaciones internacionales.

Para conectarse a la red, Duyanah Tamayo tiene que recurrir a otros métodos, otros caminos, casi siempre con ayuda de terceras personas. “Eso lleva tener que comprar otra línea, pero no la puedes poner en el mismo teléfono que usabas antes” explicó. Si las autoridades llegaran a identificar una de esas líneas, Duyanah tendría que comprarse otro dispositivo.

Y así esquiva la censura. Cuando necesita conectarse usa una y para las otras cosas utiliza la segunda. “Si hay algún amigo que está fuera y quiere hacerme una recarga para conectarme a internet, le tengo que decir mira, esta línea es para que me recargues, no es para llamadas, no es para mensajes, no es para nada: solamente vas a hacer una recarga ahí”.

“Quiero cambiar lo que tenemos en Cuba para que no le pase a otra gente nadie más”

Abu ha escrito y escribe para distintos medios independientes, ha publicado libros y se describe como defensor de los derechos culturales y los derechos humanos. Es también presidente de la Asociación Cubana para la Divulgación del Islam, organización perteneciente a la corriente salafí del islam.

Empezó a escribir poesías y cuentos desde que era niño. Ya en la adolescencia sus amigos que querían ser escritores y él se empezaron a articular. “Por ahí empezó más o menos el tema del activismo. Luego, cuando chocamos contra ese monstruo que es la dictadura, decidimos en algún momento que teníamos que organizarnos”.

Fue entonces que nació el grupo de activismo cultural Demóngeles. “Básicamente éramos poetas, pero teníamos también narradores, actores y músicos” cuenta a YucaByte. Con ese grupo trataron de cambiar la realidad, hasta que se dieron cuenta de que para cambiar la realidad tenían que cambiar el sistema completo. Se les ocurrió armar un movimiento, llamado Movimiento Amistad, con varios grupos de opositores. “Ahí es cuando empieza la persecución del régimen contra nosotros y nuestras familias”.

Duyanah Tamayo afirma que el acoso de los agentes de la Seguridad del Estado no se detiene ni siquiera durante el Ramadán, el mes en el que los musulmanes tienen que practicar el ayuno obligatorio hasta que se ponga el sol. También en las redes sociales le han amenazado, sobre todo en Facebook, donde es más activo. “Me dicen que me van a matar, que me van a meter preso y no me van a soltar más nunca, de que me tengo que ir de Cuba o que le va a pasar algo a mi familia. Eso es todo el tiempo”.

El 11 de julio, el día de las históricas manifestaciones antigubernamentales, Abu se encontraba en su casa. Gracias a los vecinos y a sus amigos se entera de que algo estaba sucediendo. Entra a internet y ve videos de protestas en San Antonio de los Baños y en Santiago de Cuba. A las 4:05 de la tarde, mientras los medios de comunicación oficialistas anunciaban la presentación de Miguel Díaz-Canel en televisión nacional, el internet fue cortado. Pero no solo fue cortado en las zonas donde se estaban realizando las protestas, sino en toda la isla.

Duyanah cuenta que ya llevaba un tiempo hablando de los acontecimientos del 11J podían ocurrir en cualquier momento. “Mis amigos también esperaban eso que pasó, pero nadie se imaginó que iba a ser de esa manera o ese día. Nunca había pasado algo como esto en la historia de Cuba. No con esa proporción de gente”.

“Cuando hay más persecución siempre hay más resistencia” nos comenta sentado en su portal. “Eso soy yo ahora mismo. Quiero cambiar lo que tenemos en Cuba para que no le pase a otra gente”. Una Cuba, en definitiva, “en la que no sea necesario el activismo para cambiar un sistema completo”.

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