Profesor Manuel de la Cruz (Payaso Desparpajo). Foto tomada de Facebook
El jueves 8 de abril, al llegar al Instituto Preuniversitario “Roberto Santiago Labrada”, Manuel de la Cruz es citado directamente a una reunión junto a 12 profesores, compañeros suyos de trabajo.
La reunión no parece necesitar de mucho preámbulo ni explicaciones previas. Manuel intuye la razón de su cita. De hecho, esperaba que algo así sucediese desde inicios de mes, cuando enfrentó por primera a vez a la teniente coronel Kenia, reconocida represora del Departamento de la Seguridad del Estado. También sus 12 compañeros de trabajo conocen el motivo de la cita. Todos saben ya la historia de Manuel, el joven profesor de Preparación Ciudadana para la Defensa que apenas tres días antes había enfrentado a la policía política desde su personaje del carismático y temerario payaso Desparpajo.
La reunión, sin embargo, no carece de formalidades ni solemnidad. Y es al propio Manuel a quien le toca establecerla cuando el director le da a leer dos hojas engrapadas:
“8 de abril de 2021
En el día de hoy se reúne el Comité de expertos e idoneidad con el objetivo de analizar al profesor Manuel de la Cruz Pascual y su permanencia en el centro.
El Estado orienta, fomenta y promueve la educación de las ciencias y la cultura en todas las manifestaciones, se fundamenta en los avances de la ciencia, la creación, la tecnología y la innovación, el pensamiento y la tradición pedagógica progresiva cubana. La enseñanza es función del Estado, es laica y se basa en los aportes de la ciencia y en los principios y valores de nuestra sociedad, promueve el conocimiento de la historia y desarrolla la formación de valores éticos, morales, cívicos y patrióticos. Los educadores firman al iniciar estas filas pedagógicas un código de ética conscientes que la educación está basada en los principios de la Revolución y el Socialismo, amor a la Patria, a los símbolos patrios, atributos y el amor y el respeto a los mártires. También se convierten en una figura pública y ejemplo a seguir (…) Como en toda enseñanza educativa, en el código de ética y código de trabajo, en uno de sus apéndices, plantea el cumplir y hacer cumplir la política constitucional, principios éticos de la política educacional que el sistema responde…”
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Cuando fue interrogado por primera vez por oficiales de la Seguridad del Estado, y estos supieron que Manuel estudiaba en el Instituto Superior Pedagógico Enrique José Varona y trabajaba de profesor de Preparación Ciudadana para la Defensa, se echaron a reír. Les parecía ilógico que alguien que impartía una asignatura tan marcadamente política, hecha a la medida de los intereses del sistema, estuviese delante de ellos por atreverse a cuestionar su realidad desde el arte y el activismo. Manuel, aún con su desarrollado sentido del humor, no entendía el motivo de las risas. Para él, sus clases eran algo muy serio y también muy distinto de lo que creían sus interrogadores.
–Yo siempre explico que Preparación Ciudadana para la Defensa es una asignatura que versa sobre la legalidad, los principios constitucionales, los derechos y deberes que tenemos como ciudadanos y la manera en la que debemos comportarnos en la sociedad.– explicará Manuel a YucaByte días después.
A diferencia de estos oficiales, la teniente coronel Kenia sí parecía tomarse en serio su trabajo de represora. Le dijo a Manuel que había hecho sus “averiguaciones” y que, en efecto, sabía de su trabajo como profesor. Dado los vínculos de Manuel con el Movimiento de San Isidro, continuó Kenia, este ya no podría continuar impartiendo clases en el preuniversitario.
–Al otro día, el director me cita para una reunión el lunes 5 de abril, a la cual le digo con antelación que no puedo asistir. Ese día, el 5 de abril, es la actividad infantil en San Isidro y la detención, donde otros oficiales de la Seguridad del Estado me vuelven a confirmar que hay que separarme del centro de trabajo.
Esa noche, cuando pudo regresar a su casa y salirse de la piel del payaso Desparpajo, Manuel supo que su despido era inevitable. De sus varios encuentros con la policía política en apenas una semana, solo le quedaba una satisfacción, y era haber sido interrogado por la Teniente Coronel Kenia. Kenia es un personaje oscuro y de sobra conocido por la comunidad de artistas independientes en Cuba, a quien ella “atiende” por el Departamento de la Seguridad del Estado. Que se hubiese presentado ante Manuel era, de alguna forma, un reconocimiento del régimen a su labor como artista.
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“…En las asignaturas, y en especial Historia, Cultura Política y Preparación Ciudadana para la Defensa, por su contenido y programa se requieren convicciones, ideales patrióticos y ser REVOLUCIONARIOS.
Por lo antes expuesto, el Comité de expertos e idoneidad concluye que el docente presenta pérdida de requisitos establecidos para el trabajo docente-metodológico en la enseñanza y en el centro, por lo que declaramos que no es idóneo para continuar en nuestra entidad”.
Manuel termina de leer el documento ante el silencio de los presentes, que ya lo han firmado.
-Yo no voy a preguntarles nada sobre lo que dice esta carta, porque aunque la misma comienza diciendo que “se reúne el Comité de expertos” y que declara mi “no idoneidad”, todos los presentes sabemos que fue la Seguridad del Estado quien orientó mi expulsión. Ustedes solo están cumpliendo órdenes. Así que, de esta forma, les pido dejarnos de formalismos.- les contesta, muy serio.
Fernando Dávila Meriño, el director, intenta justificarse. Le dice que el documento no habla nada de “su reciente actuar”, que en ningún momento se menciona el hecho de que Manuel fue apresado por la policía política por intentar hacer reír a los niños de uno de los barrios más marginados de La Habana.
-La carta- prosigue el director- solo dice que tus principios y pensamientos políticos no están alineados a la ética y la política educacional cubana.
Manuel escucha las palabras del director como quien, desde el banquillo de los acusados, soporta el dictamen de una injusta sentencia y su aún más absurda justificación. Escucha, por ejemplo, que el contenido de su asignatura demanda un compromiso con los principios socialistas y éticos de la Revolución, y que estos resultan contradictorios con su manera de pensar.
“Mi manera de pensar”, repite Manuel para sus adentros, sorprendido de esta revelación. El régimen ya no se esconde en la excusa de juzgar las acciones, sino que declara abiertamente que el mero hecho de pensar con libertad es un delito. En Cuba, al parecer, hasta la intimidad de un pensamiento queda expuesta a la voluntad y las represalias del sistema político.
La reunión adquiere un tono más comprensivo cuando el director acepta sincerarse y reconocer que, tal y como sospecha Manuel, la Seguridad del Estado ejerció presión sobre la escuela para que se ejecutase una expulsión, acompañada de sanciones. Sin embargo, continúa, los profesores convinieron no expulsarlo, ya que su conducta durante los últimos tres cursos de trabajo había sido “del todo intachable”.
Manuel responde que, como ha hecho hasta hoy, no tiene problema alguno en seguir impartiendo clases “intachables” ajustándose al programa. Les dice que nunca ha mezclado sus ideas políticas con el contenido de su asignatura, pero sus compañeros no están de acuerdo.
-Eso será imposible. Tu ejemplo sería mucho más fuerte que tus palabras frente a los estudiantes.- le replican.
El director sugiere entonces la posibilidad de aplicarle sanciones, quizás conseguirle una plaza inferior que garantice su permanencia en el centro. Manuel, por su parte, no acepta rebajarse a semejante humillación.
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Ese mismo día, Manuel recibirá el apoyo de sus estudiantes, todos tristes por su expulsión y enojados por los motivos que le dieron lugar. Orgulloso de su trabajo, compartirá algunos de estos mensajes de aliento en Facebook, como prueba de su profesionalidad. El cariño de sus alumnos, dirá también, representa para él mucho más que una plaza laboral. El régimen siempre podrá decretar expulsiones, sanciones, detenciones arbitrarias, pero su poder nunca alcanzará a evitar la gratitud.
Manuel, también poeta, compartirá con sus seguidores los siguientes versos: