Ilustración: Carmen Barruecos
En la más reciente edición de la Feria Internacional de La Habana (FIHAV-2024), Rusia dio un paso significativo para expandir su tecnología en América Latina al presentar la Plataforma Rusia-Cuba.
El ambicioso proyecto tiene como objetivo implementar tecnologías digitales en la Isla, a la que quiere posicionar como un puente estratégico hacia otros mercados de la región. Además, busca facilitar la adaptación de productos tecnológicos rusos al mercado local, brindar asesoramiento en regulaciones específicas y ofrecer soluciones financieras para la repatriación de ganancias a Rusia.
Sin embargo, la estrategia de Moscú va más allá de establecer a Cuba como un puente tecnológico, ya que busca consolidar su influencia en América Latina mediante la introducción de soluciones digitales competitivas, reforzando sectores clave como la ciberseguridad, las fintech y la educación digital en toda la región.
En el marco del estudio “Digitalización en América Latina: perspectivas de cooperación con Rusia”, el Consejo Ruso de Asuntos Internacionales (RCMI) entrevistó a Aleksandr Volkov y Lev Lapin, director general y gerente de mercados internacionales, respectivamente, de GenIT, una empresa especializada en el desarrollo de softwares y soluciones tecnológicas avanzadas.
La conversación, conducida por Aleksandra Terzi, formará parte del informe titulado “La exportación de soluciones tecnológicas rusas a América Latina: resultados y perspectivas”, que será publicado este mes.
¿Por qué Cuba es el aliado estratégico del Kremlin?
Cuba ha sido seleccionada como el punto de partida para la expansión tecnológica de Rusia en América Latina debido a varios factores estratégicos. Volkov destacó que “la afinidad cultural e histórica entre ambos países facilitó la creación de contactos y el desarrollo de proyectos conjuntos”, lo que convierte a La Habana en un socio natural para los planes del Kremlin.
Según el gerente de mercados internacionales de GenIT, Lapin, la nación caribeña también juega un papel clave como puente hacia otros mercados de la región: “La colaboración activa de Cuba con otros países latinoamericanos abre oportunidades para que las empresas rusas extiendan su influencia tecnológica”.
A juicio de los entrevistados, Cuba enfrenta una demanda creciente de soluciones tecnológicas básicas, y esta situación representa una oportunidad única para GenIT, ya que no requiere una alta inversión en recursos humanos costosos ni especialistas altamente calificados.
Proyectos como la Plataforma Rusia-Cuba refuerzan esta relación estratégica, consolidando a la Isla como el centro imprescindible para la nación euroasiática en su sed de expansión tecnológica en América Latina.
Según Volkov, “Cuba no solo es un mercado clave, sino también un aliado indispensable para incursionar con éxito en la región”.
Evidencia de esa intención es la formación académica en la Universidad Tecnológica de La Habana “José Antonio Echeverría” (CUJAE), donde se imparten programas en ruso, lo cual permite a los graduados apoyar la implementación de productos rusos y participar en proyectos de investigación.
Por otro lado, el Ministerio de Comunicaciones de Cuba propuso la creación de un Centro Nacional de Ciberseguridad con la colaboración de empresas rusas. Este fue uno de los responsables de detectar en 2023 más de 2.600 ataques informáticos, sobre todo a personas naturales en la Isla.
Otra muestra de la colaboración entre Cuba y Rusia en el ámbito tecnológico es la reciente incorporación del Ecosistema del Parque Científico Tecnológico de La Habana y la Universidad de las Ciencias Informáticas de Cuba a la AI Alliance Network de los BRICS+, una red que reúne a 13 países y 15 organizaciones para impulsar la investigación y desarrollo en inteligencia artificial (IA).
Esta alianza, constituida el 12 de diciembre en Moscú, refuerza los lazos entre ambos países. El presidente ruso, Vladímir Putin, subrayó la relevancia de que Rusia sea un actor central en la carrera global por desarrollar IA avanzada, mientras que el proyecto cuenta con el respaldo de Sberbank, el banco estatal ruso.
Plataforma Rusia-Cuba: ¿Un nuevo marco de dependencia con el Kremlin?
Aunque los gobiernos de Cuba y Rusia promocionan la Plataforma Rusia-Cuba como una prometedora solución para modernizar la infraestructura digital de la Isla, lo cierto es que también este proyecto podría marcar una nueva era de dependencia tecnológica de la nación caribeña hacia el país euroasiático.
Un componente esencial de la plataforma es la oferta de soluciones financieras para facilitar la repatriación de ganancias a Rusia, un aspecto que las empresas rusas consideran clave para poder operar en el mercado cubano.
Según el director general de GenIT, estas herramientas son necesarias para garantizar la sostenibilidad de las operaciones en un entorno donde las sanciones internacionales complican las transferencias económicas: “Sin un sistema que asegure la viabilidad económica, sería inviable para muchas empresas rusas mantener su presencia en Cuba”.
No obstante, Lapin subrayó que este tipo de medidas no solo busca resolver los desafíos financieros, sino también fortalecer los lazos bilaterales: “La plataforma está diseñada para garantizar que las empresas puedan operar con seguridad en un mercado tan complejo como el cubano”.
Como antecedente de la presentación de la Plataforma Rusia-Cuba en FIHAV 2024, se estableció la alianza Voltah-Aicros, fruto de un largo proceso de negociaciones y colaboración entre Rusia y Cuba.
Esta asociación, apoyada por el Ministerio de Comunicaciones cubano, conecta empresas tecnológicas de ambos países, para implementar soluciones digitales adaptadas al contexto local.
Sin embargo, Volkov reconoció que el mercado cubano también ofrece varios desafíos, entre ellos las complejidades legales y regulatorias, debido a la falta de una guía clara para operar, y las diferencias de huso horario, que dificultan la comunicación con los equipos en Rusia.
Además, destacó problemas específicos como los múltiples tipos de cambio del dólar en la Isla y las complicaciones para realizar transferencias bancarias bajo sanciones internacionales.
Rusia y América Latina: Cuba como excepción estratégica frente a las sanciones
Para Rusia, hacer negocios en América Latina bajo la presión de sanciones internacionales plantea desafíos importantes que varían según el país.
Volkov destacó que Cuba representa una “excepción estratégica” dentro de este contexto, ya que, a pesar de ser considerada por muchos como un “Estado paria”, su disposición a colaborar con Rusia sin temor a nuevas restricciones la convierte en un aliado confiable.
Muchas herramientas y servicios disponibles en Rusia están ausentes en la Isla debido a las sanciones estadounidenses de larga data. Sin embargo, Volkov subrayó que “los cubanos han desarrollado soluciones locales, como plataformas similares a Yandex Taxi y aplicaciones para realizar compras internacionales”, lo que demuestra los esfuerzos locales por minimizar el impacto de estas sanciones en los consumidores finales
En contraste, otros países de América Latina suelen mostrar cautela por temor a sanciones secundarias al colaborar con empresas rusas.
Según Volkov, “aunque existe interés en trabajar con Rusia, muchos prefieren hacerlo a través de empresas cubanas, ya sea mediante asociaciones conjuntas o entidades legales en la Isla”.
Este enfoque permite evitar riesgos asociados a sanciones directas, posicionando a Cuba como un puente estratégico para acceder al mercado regional.
El entrevistado también mencionó a México como un caso particular dentro de este modelo, ya que su estrecha relación económica con Estados Unidos lo convierte en una posible excepción, aunque esta situación no aplica de manera uniforme ni absoluta. Otro detalle es que la nación azteca y Cuba mantienen un vínculo “reverdecido” con la victoria presidencial de Claudia Sheinbaum.
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A pesar de estas limitaciones, Volkov destacó que establecer una representación en Cuba y utilizarla como intermediaria ofrece a las empresas rusas una vía eficaz para expandirse en América Latina: “La cooperación con Cuba permite sortear barreras y fortalecer la presencia rusa en la región”.
Además de los dos países mencionados, Rusia identifica a otros Estados de América Latina como naciones prometedoras para su expansión tecnológica. Entre ellos, Brasil destaca como el mayor mercado de la región, impulsado por un auge en startups de tecnología financiera (fintech).
Argentina, Chile y Colombia, aunque tienen economías más pequeñas en comparación con Brasil y México, ofrecen mercados en crecimiento y diversas oportunidades.
Colombia, a pesar de contar con una infraestructura de tecnologías de la información menos desarrollada, se ha convertido en un ejemplo de creatividad tecnológica.
El director general de GenIT subrayó que “muchas tiendas pequeñas han adoptado soluciones innovadoras, como sistemas de pagos basados en códigos QR”, similares a los sistemas de pagos rápidos rusos (SPB).
Herencias estratégicas: Cómo el pasado marca la colaboración Cuba-Rusia en tecnología
La colaboración tecnológica entre Cuba y Rusia está profundamente enraizada en su historia común, forjada durante la Guerra Fría, cuando ambas naciones compartieron una alianza estratégica marcada por objetivos políticos, militares y de inteligencia, tal como sostiene esta investigación de YucaByte.
Un ejemplo emblemático de esta colaboración fue la base de espionaje electrónico Lourdes, en las afueras de La Habana, que durante décadas permitió a la Unión Soviética interceptar comunicaciones clave de Estados Unidos y convirtió a la Isla en un punto neurálgico de su estrategia geopolítica.
Sin embargo, tras la disolución de la URSS en 1991, la relación entre ambos países sufrió un quiebre significativo. La clausura de la Base Lourdes en 2001 y la retirada del apoyo económico y militar soviético dejaron a Cuba en una posición de aislamiento. Fidel Castro dejó de recibir los 200 millones de dólares anuales por concepto de renta de esa estratégica instalación.
Esta ruptura marcó el fin de una era de colaboración estrecha, mientras la Isla buscaba nuevas formas de adaptarse a un mundo cambiante.
Sin embargo, el régimen cubano persistió en acercarse al Kremlin. El 6 de diciembre de 2007, en una reunión poco publicitada, ambas partes mostraron interés en cooperar en áreas como el gobierno electrónico, la seguridad de la información, las telecomunicaciones, la nanotecnología y los centros de datos, según un comunicado oficial ruso.
El resurgir de la relación bilateral comenzó en 2008, bajo el mandato de Raúl Castro, quien asumió la reconstrucción de vínculos con Rusia como una prioridad estratégica.
El acercamiento a Rusia representó para Cuba una oportunidad de restablecer el respaldo político y militar de una potencia global, además de obtener cierta estabilidad económica, según un reportaje de YucaByte.
Esto se concretó cuando Rusia perdonó alrededor del 90% de la deuda que la Isla había acumulado con la extinta URSS, equivalente a unos 26.000 millones de euros, mientras que los 3.000 millones restantes se destinaron al desarrollo de la Zona Especial del Mariel, el proyecto económico más destacado del mandato de Raúl Castro.
El 2008 marcó un punto de inflexión con la firma de acuerdos en áreas como la televisión digital, los centros de datos y el gobierno electrónico, que sentaron las bases para una nueva etapa de cooperación.
Además, se llevó a cabo una serie de reuniones bilaterales, incluyendo la visita del ministro de Comunicaciones ruso Igor Shchegolev a La Habana, durante la cual se acordó que las telecomunicaciones y la ciberseguridad serían pilares de esta renovada alianza.
En julio de 2014, luego de un viaje a La Habana, Putin reconoció que haberle condonado la deuda a Cuba tenía una naturaleza estratégica en la relación entre ambas naciones.
Según un informe ruso sobre desarrollo analítico, información y comunicación en Cuba, resulta atractivo que la Isla desarrolle sistemáticamente sus telecomunicaciones e infraestructura, las tecnologías de pagos y comercio electrónico “inteligentes”, la agricultura y el gobierno electrónico. Asimismo, Moscú considera que estas áreas son también las principales consumidoras de soluciones extranjeras.
Ese año, la colaboración alcanzó un nuevo nivel con la participación activa de Alejandro Castro Espín, hijo de Raúl Castro, quien desempeñó un papel clave en la negociación de acuerdos sobre seguridad de la información.
El 2014 fue crucial para la relación tecnológica entre ambos países, con la firma de un memorando que subrayó la importancia de proteger el “espacio de información global” y prevenir su uso para fines hostiles.
Ese acuerdo, que entró en vigor en 2015, se enfocó en contrarrestar amenazas digitales, impulsar la ciberseguridad y garantizar el intercambio seguro de información entre ambos países.
Rusia, por su parte, encontró en Cuba no solo un aliado político, sino que desde ese momento también fue un socio estratégico para extender su influencia en América Latina.
Moscú aprovechó la posición geográfica de la Isla para establecer una plataforma desde la cual expandir proyectos tecnológicos, como la red descentralizada DWeb, y abrir mercados en otros países de la región.
En este contexto, la cooperación se intensificó con la creación de grupos de trabajo conjuntos, la transferencia de tecnologías avanzadas y la capacitación de especialistas cubanos en instituciones académicas rusas como las universidades de telecomunicaciones de Moscú y San Petersburgo.
El resurgimiento de los lazos bilaterales también incluyó importantes desarrollos en telecomunicaciones. Cuba comenzó a implementar el sistema de navegación ruso GLONASS, al tiempo que avanzaba en proyectos de televisión digital y automatización.
Además, se fortalecieron las capacidades locales con el apoyo de empresas rusas en el desarrollo de sistemas de monitoreo de radiofrecuencia y soluciones de reconocimiento facial y de voz, lo que permitió a la Isla modernizar aspectos clave de su infraestructura digital.
Sin embargo, esta colaboración no está exenta de alertas. La creciente influencia rusa en sectores sensibles como la ciberseguridad generó preocupaciones en Occidente, especialmente por el riesgo de espionaje y manipulación de datos.
En 2022, un informe del Departamento de Justicia de Estados Unidos advirtió sobre el peligro que representa la presencia rusa en las telecomunicaciones cubanas, señalando que el equipamiento y las tecnologías proporcionadas por empresas rusas podrían ser utilizadas para almacenar y manejar datos sensibles en favor del Gobierno ruso.
La Comisión Federal de Comunicaciones de EE.UU. (FCC, por sus siglas en inglés) recibió la advertencia de no ampliar la conexión con Cuba mediante cable de fibra óptica debido al riesgo de ciberespionaje.
“De manera más general, Rusia (como China) está usando capacidades autoritarias digitales para ayudar a sus aliados y están permitiendo que sus empresas vendan equipos y conocimientos en el mercado abierto” (…). [Rusia, como China, está] mejorando [su] capacidad para analizar y manipular grandes cantidades de información personal”, reconoce el informe.
Finalmente, concluye que “la adquisición por parte de Rusia de datos confidenciales de personas estadounidenses plantea un riesgo para la seguridad nacional”.
En este panorama, la relación tecnológica entre Cuba y Rusia evidencia cómo el pasado sigue marcando el presente: la Isla, que busca apoyo para modernizarse en medio de limitaciones internas, se posiciona como un socio estratégico para Rusia, mientras esta última refuerza su influencia en el continente.
Lo que comenzó como una alianza en la Guerra Fría ahora encuentra continuidad en el ciberespacio, con implicaciones que van más allá de lo tecnológico, tocando cuestiones de soberanía, geopolítica y seguridad nacional.