Ilustración: Gabriella Meszaros
Cierta vez, Winston Churchill criticó —no recuerdo los detalles— a su ministro del acero, que antes había sido un desastroso ministro de alimentos: “Primero desaparecieron las patatas y ahora escasean las cabillas. Deberíamos nombrarlo ministro de la guerra a ver si acaba con ella”.
Hace unas semanas, el generalísimo Raúl Castro ensalzó al ministro de gavetas vacías, Eloy Álvarez Martínez, por su patriótica ineficiencia. “¡De pie!”, gritó el dictador, y una confederación de barrigas de leche palmoteó durante varios minutos.
A estas alturas, las mipymes son el sueño incumplido del verano pasado. Los amagos de liberalización duraron lo que la dentadura de Fidel en el crematorio.
Desde Palacio, Don Sin-Gao llamaba a desarrollar las fuerzas “espirituales” de la Revolución, mientras un espectro de 92 años embutido en su guerrera de once varas, prometía al pueblo más compota de palo.
Sobre ese telón de fondo, como epitafio del castrocomunismo, aparecen las palabras de un guajiro fantoche en traje y corbata, el traficante de miseria calzado con zapatos de suela blanca:
“El problema es que tenemos tres leyes: tenemos una Ley de Soberanía Alimentaria, y no hay alimentos; vamos a aprobar una Ley de Fomento Ganadero, y no hay ganado; y tenemos una Ley de Pesca, y no hay pescado”.
Luego de seis décadas de debacle socioeconómica, se impone la siguiente pregunta: si en el sexenio dorado del batistato sobrepasamos todas las metas y tuvimos no solo abundancia de alimento, ganado y mariscos, sino de peleterías, cines, farmacias, tintorerías y librerías ¿por qué carajo esos viejos chapuceros siguen abacorando carteras ministeriales que deberían estar en manos de cubanos y cubanas competentes?
Si el Tío Tom que mandaron a callar en la Asamblea saliera al Prado y consultara al primer borracho que se cruce en su camino, a la primera vieja vendedora de jabitas, al primer rellenador de fosforeras vacías, los llevara al Capitolio y les cediera el control de los ministerios de alimento, ganado y pesca, ¿quién duda que en menos de seis meses se resolvería la hambruna endémica?
Entonces, ¿qué no podría hacer por Cuba, digamos, Armando Codina, magnate de la empresa de construcción Codina & Bush de Miami? ¿Cuántos apartamentos populares en el primer quinquenio? ¿Qué milagros alimentarios no podría lograr Apolonia Bermúdez, fundadora del Palacio de los Jugos? ¿Cuántas franquicias de Sedano’s Supermarkets en Camagüey y Sancti Spíritus, cuántos restaurantes Versailles en Baracoa? Uno, dos tres, muchos Valsán, Ñó, ¡Qué Barato!, Pizzerías Montes de Oca. ¡En cada cuadra un Rey de las Fritas!
Sin embargo, la prioridad de Suelas Blancas es… ¡desarrollar el comercio con la Unión Euroasiática! ¡No con Hialeah!
Con esas maniobras absurdas, con esas decisiones criminales, los nuevos mandantes perpetúan el legado castrista. Porque el castrismo es realmente continuidad, y un fidelismo funcional, democrático y productivo resultaría económica, política y espiritualmente inviable.
En lo tocante a las fuerzas espirituales, ya se sabe que no es el castrismo, sino la contrarrevolución la que cuenta hoy con las mayores reservas de experiencia y creatividad pues ¿qué espíritu puede quedarle a la vieja dictadura destartalada?
Es el espectro de la muerte lo que se cierne sobre la generación de víboras, la degeneración del centenario, próxima a cumplir una centuria aferrada al poder.
En cambio, el 2023 fue el año del esfuerzo decisivo para la contrarrevolución. He aquí algunos de los que, desde la resistencia interna y el destierro combativo, le plantaron cara al castrismo. Hombres, mujeres, queers, mulatas, negros, blancas y chinos de un cuerpo político diverso que ha asumido libremente la gobernabilidad de una nación al garete.
Carolina Barrero.
Criatura del Movimiento 27N, una versión criolla de Gretha Thunberg que alerta al mundo sobre el peligro de extinción de lo cubano. Armada de su personalísima versión del socialismo GenZ, que ha levantado ronchas en el viejo Exilio, Carolina choca con la dictadura todas las veces que se le atraviesa en un foro internacional. Su ascenso meteórico le granjeó un lugar en un nuevo jet set contrarrevolucionario que sigue robándole cámaras, micrófonos y simpatías al castrismo.
Carlos Manuel Álvarez
Parece estar en todas partes al mismo tiempo, y esa ubicuidad mediática es ya un tic nacional tan inevitable como un estornudo. Camuflado de hipster en Williamsburg, de lumpenproletario en San Isidro, de ladrón de bases en el LoanDepot Park de Miami y de niño maldito en Martinica, Carlos ha puesto a correr al viejo circo totalitario con una doble dosis de slapstick y melodrama.
Camila Acosta
Parecía que el espíritu del 11J iba a morir antes de su segundo aniversario. La cárcel, el exilio y la desinformación (Díaz-Canel: “¡La orden de combate está dada!”; Rodríguez Parrilla: “¡Aquí no ha pasado nada!”) arrojaban una larga sombra sobre la isla. Entra Camila Acosta, reportando desde las barricadas, encarnación viviente de la desobediencia cívica. Los premios, becas y reconocimientos que han recibido los miembros más prominentes del gremio periodístico, se los merece todos, junto con una medalla al valor.
Alina Bárbara López Hernández
Salida de la redacción de La Joven Cuba empuñando una página en blanco donde inscribir los delitos que el régimen niega y que LJC ha atenuado durante años, esta historiadora acosada por el G2 es el arquetipo del intelectual que dio el salto desde la connivencia a la confrontación. Corresponde también a Alina Bárbara el honor de haber obligado a LASA a poner la primera mancha en el expediente académico del castrismo.
Rosa María Payá
Mantener viva la memoria de su padre, Oswaldo Payá, y las de los mártires Harold Cepero, Diubis Laurencio Tejeda y Luis Barrios, entre otros, ha sido la misión de una niña cubana que, como tantas de sus coetáneas, se hizo mujer en la lucha, sorteando los peligros y desilusiones de la politiquería cubana. Enfrentada al comisario Josep Borrell, a los colaboracionistas latinoamericanos, a los hoteleros gallegos y los guevaristas del Parlamento Europeo, la fundadora de Cuba Decide es, definitivamente, material presidenciable.
Alex Otaola
Podremos estar o no de acuerdo con él, pero nadie puede negarle la corona de influencer máximo. La industria de autopromoción castrista encontró en Otaola su competencia. Guerrilla queer de una sola persona que hace reír y rabiar al Exilio: aquí está por fin la contrarrevolución generadora de plusvalía, el gusano que puso al castrismo a trabajar para él. Reventar el festival de San Remo y postularse a la alcaldía de Miami: nada es imposible para Alex Otaola. Insultar a Tekashi69, denunciar a Los Van Van, engrosar la lista de terroristas de Díaz-Canel y escupir en el plato de Humberto López: si no existiera Otaola, Miami tendría que inventárselo.
Pavel Giroud
De las catacumbas del ICAIC emerge el fantasma de Heberto Padilla, sudoroso y pontificante. Pavel Giroud es el ladrón de tumbas que ha devuelto a Cuba una pieza fundamental del rompecabezas político, un Walt Disney que reanima a los muertos para que le hablen al presente. Los discursos de Giroud en la ceremonia de los Premios Platino y los Premios Libertad de 2023, han dado un giro de horror y misterio al cuento de hadas revolucionario.
Avana de la Torre
Si usted es simpatizante del castrismo, pero nunca hizo la cola del pollo en La Lisa, le aconsejo meterse debajo de la mesa cuando vea aparecer a Avana de la Torre. El eurodiputado Manu Pineda no podrá merendar tranquilo mientras ella exista. La comunista Maite Mola no podrá pasear por Bruselas sin tropezársela en cada esquina. Si un ñángara decide hacer el Camino de Santiago, allí estará Avana de la Torre, gafas negras y sayón estampado con los nombres de mil presos políticos. Hay incluso quienes creen que la clonación de Avana aceleraría la libertad de Cuba.
Wilber Aguilar Bravo
Oggún guerrero bajó a la tierra en el cuerpo de Wilber: camiseta sin mangas, gorra de pelotero, ojos rociados con gas pimienta y candela saliendo por la nariz. Si el castrismo terminal adquiere la forma humana de Yusuam Palacios, la contrarrevolución hace la seña de la L y flexiona músculos cimarrones. Un padre que defiende a su hijo preso es acosado, multado y humillado por un régimen que cuenta con tanques, tonfas y pelotones de policías. Un régimen de milicos que esclavizó al negro y que será, eventualmente, derrocado por los negros. Wilber es el meme de una negritud en ascenso que entrará al Capitolio tarde o temprano.
Orlando Gutiérrez Boronat
Rara avis entre casposos ejemplares de la intelectualidad criolla, otro pensador que la revolución hubiera enviado a la Lomonósov si no llega a salir de Cuba a los cinco años. El exilio le sirvió para circunvalar el marxismo y explicarse el castrismo en clave escatológica. En 2015, en la Cumbre de Panamá, fue asaltado y golpeado por jenízaros cubanos. Gutiérrez Boronat es tomista en su acercamiento a la historia y el destino de la República: enfrentado a la bruja Susan Eckstein en la Universidad Internacional de la Florida, se valió de la exégesis y la casuística para acorralarla y hacerla volar en su escoba hacia la Casa de las Américas. En el programa del Directorio Democrático Cubano, la organización que fundó en Miami en 1990, el fin del castrismo se equipara a la parusía.
Tania Bruguera
Que el castrismo es parte del lenguaje de la modernidad, ya lo sabíamos. Solo hay que ver cómo Marilyn y Che Guevara se disputan aún la supremacía mediática. Reprogramar la estética, redefinir el canon, reinventar la política del museo y la galería, bajar a Fidel de los altares es el equivalente de una contrarreforma a escala cubana, y es lo que ha logrado Tania Bruguera, la artivista. Una batalla cultural que alguien menos ingenuo o más esquemático hubiera dado por perdida, les ganó a los gusanos, bajo su mando, un cierto prestigio académico. Eso no lo había conseguido ni la mismísima Ana Mendieta.
Las mujeres cubanas
Las Madres de la Plaza de Mayo se quedan chiquitas comparadas con ellas. Porque las cubanas, de entre todas las esposas, hermanas e hijas de Latinoamérica, se llevan la palma del tesón y el valor. Cargando jabas a la cárcel o saliendo a la calle a sonar calderas, protestando en Ginebra o arrastradas por los moños en Bauta, pariendo en exilio, atravesando Darién y dejando el pellejo en el intento. Perseguidas, vilipendiadas, canceladas y apaleadas, víctimas de un machismo sistémico que convirtió a Cuba en una jinetera, las mujeres cubanas fueron, otra vez en 2023, la primera línea de resistencia contra la dictadura.
Aquí faltan como mínimo dos grandes de la disidencia cubana en Europa: Sayde Chaling-Chon y Lázaro Mireles.