Yia Caamaño: “En Miami yo me he sentido como en casa”

Ilustración: Alen Lauzán.

La sala de la beca se había convertido en el lugar de ensayo de los estudiantes de 4to. año de Actuación de la Escuela Nacional de Arte (ENA). Yo estaba en 1ro., y en el horario de almuerzo aprovechaba para ver cómo iba quedando el montaje. Me quedaba lelo viéndolos danzar con sus sayas blancas, mientras recitaban poemas de Federico García Lorca y entonaban a coro una versión a capela de la Nana del Caballo Grande. Entre ellos: Yia Caamaño. 

Siempre tuvo algo en la mirada que me cautivó: una mezcla de inocencia y autoridad, de ingenuidad y carácter. Nunca fuimos amigos, pero me encantaba verla en el escenario. A veces la veía torpe y ruda, y otras, era como si flotara ligera y liviana por el tabloncillo.  

Se graduó en el grupo de teatro El Público, con una adaptación hermosa de Sueño de una noche de verano de William Shakespeare, dirigida por Carlos Díaz. Creo que fui a ver la obra como seis o siete veces. Luego, le perdí el rastro. 

Una vez que fui de visita a Cuba la vi en la televisión. Mi abuela y media Cuba la odiaban, pues interpretaba un personaje negativo en la telenovela de turno. Me costó mucho trabajo adaptarme a aquella nueva imagen. Había crecido. La niña que jugaba en la sala de la beca de la ENA a hacer teatro se había convertido en una mujer. 

Luego llegó Asuntos pendientes, y en ese momento ya yo estaba enganchado con cuanta telenovela cubana salía por YouTube. Era la primera vez que la veía protagonizando un audiovisual para la televisión y me sorprendió positivamente verla interpretando un personaje tan grande. Ante mis ojos, Yia dejaba de ser la niña que yo recordaba vagamente, para convertirse en Rebeca. 

―¿Quién es Yia Caamaño?

Yia Caamaño es la artista. No es la misma que Dyusnaika Caamaño. Yia Caamaño es la muchachita que se empezó a interesar por el arte, a la que le empezó a llamar la atención el modelaje. Es la muchachita ya salida de la ENA. La muchacha en la que se fue convirtiendo Dyusnaika. Yia Caamaño es un tránsito, un cambio, otra yo. No considero que sea la misma cosa. Yia es súper sociable, muy alegre, le encanta estar rodeada de gente, le encantan las personas que admiran su trabajo, y que por su trabajo quieren estar cerca de ella. A Yia le encanta solo actuar. Eso es lo que la alimenta en la vida. Cuando soy Yia, soy más baracoesa que nunca. Cuando soy Dyusnaika, a lo mejor, soy más habanera. 

―¿Quién es Dyusnaika?

Dyusnaika Caamaño fue el nombre con el que me inscribió mi madre en Baracoa, Guantánamo, donde nací, aunque en mi carnet de identidad figura que nací en La Habana. Dyusnaika es la muchacha introvertida, a la que le cuesta socializar con los demás, que a lo mejor nunca supo que iba a ser artista, que se minimizaba, que era súper tímida, a la que le gustaban las cosas más en el anonimato: como la pintura, ver solo televisión, el cine… 

Es el nombre que me dio mi abuela por ser la primera nieta y del que me siento muy orgullosa. Es un nombre polaco que no aparece ni en los centros espirituales, pero al final es el origen de Yia. 

―¿Cómo llegaste a protagonizar la telenovela Asuntos pendientes?

Felo Ruiz, el director general de la novela, y yo ya nos conocíamos. Él me dirigió en algunas escenas de la telenovela Más allá del límite, y luego volvimos a coincidir en El Rostro de los días, la telenovela dirigida por Noemí Cartaya. Nos quedamos en comunicación porque empatizamos bastante bien. Entrando la pandemia me cuenta que iba a ser el director general de una telenovela y yo me puse muy feliz, porque era casi la ópera prima de Felo, que había sido codirector de tantas telenovelas y ya le tocaba dirigir una. Me hizo llegar los primeros guiones pero sin decirme qué personaje iba a hacer. Y cuando me dijo que interpretaría a Rebeca, yo no lo podía creer. 

Tuve la telenovela en mis manos como un año antes de los ensayos y de la grabación, debido al COVID-19. Tuve tiempo para estudiar y para pensar en la Rebeca que quería hacer. También, para prepararme, tuve tiempo de estar cerca de ingenieros civiles. Aunque se dificultaba un poco porque estábamos en medio de la pandemia, me integré, y me ayudó muchísimo. 

―¿Qué tienes en común con Rebeca, y qué no tanto? 

Con Rebeca tengo en común la obsesión con el trabajo. Ese empeño que le pone todo el tiempo a que las cosas le salgan bien. A lo mejor, también, eso que tiene ella de ser defensora de causas imposibles, de sacar adelante proyectos que se han venido abajo, que son muy difíciles, o en los que otras personas se han dado por vencidas. Siento que cuando la estaba interpretando no tenía tantas cosas en común conmigo, y a medida que fue avanzando la grabación, mi vida, la vida de Yia, fue cambiando un poco; y en algunas circunstancias familiares, en algunas circunstancias sociales, se me fue pareciendo mucho a la vida de Rebeca y a los conflictos que enfrentaba. Recuerdo que cuando leí el personaje me parecía tan agotador tan solo de leerlo, porque se estaba enfrentando a tantas cosas al mismo tiempo, tantos obstáculos que la saboteaban… que era muy difícil seguir contra viento y marea. Y a mí se me vinieron abajo muchas cosas durante el rodaje de la novela, cosas que yo daba por sentadas en mi vida, y me sentía tan cansada, y la comprendía tanto, porque me tocó aguantar en mi vida real mientras estaba en el proceso de grabación, y en ese punto estuve mucho en su piel y la entendía muy bien. 

No nos parecemos en que Rebeca es poco impulsiva. Yia no es así. Yia es explosiva y a lo mejor llora de la rabia, pero no se queda con nada por dentro. Rebeca se queda con mucho por dentro, pero Yia cuando siente que tiene la razón va hasta el final. 

Pero justo este punto en el que no nos parecemos es precisamente el que más me hizo aprender de Rebeca, porque todas estas furias o esos impulsos que podría tener yo siento que se han ido sosegando, suavizando después de interpretar el personaje.

―Yo me fui de Cuba hace casi nueve años, y como actor me quedó pendiente trabajar en una telenovela. Por eso me interesa saber cuáles son los retos de protagonizar una novela en Cuba en estos tiempos.

El reto es y ha sido la gran mayoría de las veces que hay muy poco transporte. Es un reto levantarte todos los días tan temprano con la letra aprendida y con todas las fuerzas para enfrentar un día de trabajo largo, hasta las 7:00 de la noche, en el que vas a volver a casa a volverte a aprender el guion para el día siguiente. Nunca sientes que descansas lo suficiente. Es muy difícil también porque fueron casi 10 meses de rodaje, y en ese tiempo ocurren tantas cosas en la vida de todos los que están implicados en una producción… Todo el mundo tiene necesidades, a todo el mundo le cambian las circunstancias.

Es un reto también porque muchas veces los actores tienen que conservar una dieta específica y no la tienes, no recibes toda la alimentación como tú quisieras o necesitas. Es agobiante y agotador. Se intenta mejorar muchísimo con la alimentación, al menos en las telenovelas en las que he trabajado, pero no se logra. Hay momentos críticos en la alimentación de una telenovela. Y sobre todo que no logra satisfacer las necesidades de los artistas que de alguna forma necesitan mantener un peso determinado, una dieta determinada durante el rodaje.

También implica un reto el tiempo de espera entre una escena y otra. Ese tiempo de espera puede que no sea en los lugares ideales, y más cuando llevas tiempo de trabajo y necesitas descansar. 

Hacer una telenovela siempre va a implicar un reto porque es un proceso agotador en todos los sentidos. 

―El grupo de la telenovela cubana en Facebook es una joyita. ¿Has tenido alguna experiencia con el grupo que nos puedas contar?

Conozco el grupo de la novela en Facebook porque otras personas me han dicho que existe y que se habla mucho de la telenovela y a veces me envían screenshots de comentarios y memes, pero realmente no entro a Facebook, así que no he tenido el gusto de interactuar mucho. Sí he visto que ponen cosas super ocurrentes, como que a veces cuentan el capítulo en verso, o fábula, y me parece muy divertido y me enorgullece mucho que el público y que los seguidores se tomen el tiempo para hacernos llegar su arte a nosotros. 

―Yo me enteré de que habías llegado a Miami cuando vi tu entrevista en La Casa de Maka. ¿Cuál fue tu motivación principal para salir de Cuba? ¿Y por qué Miami?

Yo estoy saliendo de Cuba desde hace algunos años, pero cuando venía a Miami nunca había sido por largo tiempo y prácticamente ni se hablaba de eso, ni se echaba a notar. 

Cuando terminé de grabar Asuntos pendientes, me fui un tiempo a España. Allí estuve con la familia que tengo, después regresé a Cuba, luego me fui a Canadá y allí estuve unos meses con mi hermana. Mi hermana tenía muchas ganas de pasar unas vacaciones en Miami, y así fue como lo planificamos. 

Aquí vine a casa de mi mejor amiga en Tampa, y ella me pidió que me quedara por más tiempo. Luego mi esposo vino por asuntos familiares desde España; y es Miami porque mi esposo está aquí en Miami con su familia. Estamos pasando una temporada por acá juntos. 

―¿Ya sé que llevas poco tiempo aquí, pero qué es lo más y lo que menos te gusta de Miami?

Lo que más me gusta de Miami es que siento que se parece en muchos puntos a Cuba, a como podría ser Cuba, o a cómo es Cuba. Hay muchos cubanos. Hay gente conocida. Miro a un lado y puedo encontrar a un cubano y a personas que hablan español. Me gusta que de alguna forma no me siento tan amarrada, tan extraña en un país que no es mi país. En Miami yo me he sentido como en casa. Hay muchos cubanos, y eso me hace sentir cómoda. 

A mí me gusta tanto caminar, que lo que menos me gusta es que no hay tantas aceras. A lo mejor de aquí a otro tiempo encuentro cosas que me gusten menos de Miami, pero en este punto siento que lo que no me gusta es algo tan elemental como eso: la falta de aceras. 

―¿Qué es lo que más y lo que menos extrañas de Cuba?

De Cuba extraño a mi familia, mi apartamento, mis gatos. Extraño salir a caminar por la Avenida 31, por la 5ta. Avenida. En Cuba sin necesidad y con necesidad, siempre he sido de las personas que ha caminado mucho, porque me gusta caminar mucho. Y sobre todo ese “chanchullo” que se arma en los lugares cuando tú estás al aire. Ese comentario al otro día en el que yo siempre participaba. Esa interacción que ahora tengo por redes sociales, y que en algún punto aquí [en Miami] también lo he podido sentir un poco en Hialeah, en Miami. 

Y lo que no extraño es la situación en la que está Cuba desde hace algún tiempo. La vida es muy cara, es muy difícil. Se dificulta conectarse a internet, el transporte, ganar dinero, ir a trabajar. Se dificulta hacer las cosas que quieres hacer. Se dificulta la alimentación. Se dificulta todo. Eso es lo que no extraño de Cuba.

―¿A qué dedicas tus días actualmente? 

Desde que llegué aquí comencé a estudiar inglés de manera autodidacta. Ahora también estoy muy metida en mis redes sociales, y finalmente me decidí a abrir mi canal de YouTube. 

Actualmente me dedico mucho a estudiar cómo llevar cada vez mejor mis redes sociales. Me dedico a leer muchos libros de emprendimiento, de superación y sobre todo pienso todo el tiempo en crear contenido. Me he dedicado mucho a pensar en qué se entretienen las personas últimamente y qué tipo de contenido se consume actualmente. Me estoy inclinando y estoy leyendo mucho sobre dirección y realización. Y me dedico a hacer alguna que otra promoción en redes sociales, que es uno de los modos que he elegido para ganarme la vida, además de la actuación. 

―¿Cómo crees que han influido las redes sociales en el trabajo de los actores y artistas cubanos? ¿Cuál es tu experiencia particular como actriz con las redes sociales? 

Las redes sociales han sido muy importantes para los actores y los artistas cubanos. De alguna manera nos ha hecho formar un poco más parte del mundo. Nos ha hecho más internacionales y nos ha permitido estar más informados de cómo se mueve la vida de otros actores, cómo se mueve el mundo y cómo es la vida en otros lugares. Nos ha dado el poder de la información, y nos ha hecho salir de muchos conceptos e ideas preconcebidas. Nos hemos dado cuenta de que el mundo se mueve más rápido y que no funciona como algo solemne como en algún momento pudimos pensar o vivir. Siento que, de alguna forma, han abierto un portal de comunicación con otros actores cubanos del mundo y ha sido muy importante reconectarse, a pesar de que no estén en la Isla. Ha sido un despertar. 

Las censuras son otras que no son las que hay en televisión o en cine, y que no son las propias de algún determinado país, y de alguna forma hay otro tipo de libertades y otro tipo de expansión de horizontes. Siento que las redes sociales han sido verdaderamente importantes para que cada cual se abra su propio espacio. 

Mi experiencia en las redes sociales ha sido bastante gratificante. Mis seguidores o mis amigos son personas que están bajo el principio de que les agrado como persona o como artista. No tengo un número elevado de haters. He tenido de eso también, pero un 98 por ciento de mis seguidores se comportan como seguidores reales. A veces tengo conversaciones con seguidores como si verdaderamente estuviéramos frente a frente, y a veces entramos en temas personales. Mis redes sociales también me han servido como un medio económico para mantenerme, y para dar a conocer mi trabajo.

―Las preguntas personales de Hansel:

Una película…

Fresa y Chocolate

Una canción…

El breve espacio en que no estás, de Pablo Milanés. 

Un libro…

Ciento volando de catorce, de Joaquín Sabina.

Una ciudad…

Madrid.

Un olor…

El café colando, saliendo de la cafetera. 

Un sabor…

El agua.

Una persona…

El profesor de actuación que me preparó durante meses para entrar a la ENA.

Una red social…

Instagram.

―Un sueño…

Me encantaría interpretar cine biográfico, a alguien que exista o haya existido y que sea muy controversial.

Un mensaje a los cubanos que están en la Isla y que cada noche de lunes, miércoles y viernes siguen la historia de Rebeca en Asuntos pendientes

Ya fue dicho y no hay mucho más que resuma mi sentir y el de muchos: 

El amor, madre, a la patria

no es el amor ridículo a la tierra,

ni a la yerba que pisan nuestras plantas;

Es el odio invencible a quien la oprime,

es el rencor eterno a quien la ataca.

Hansel Porras García (n. 1994) es un actor, escritor y cineasta queer cubano radicado en Miami. Sus obras exploran la multiculturalidad de la comunidad hispana de Miami, centrándose en la diáspora cubana y examinando temas como la inmigración, la familia y la identidad.
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