Protesta del 11 de julio en La Habana, Cuba. Foto: Sarah Marsh
La última semana estuvo marcada por un sostenido ascenso de los casos positivos de Covid-19 en la isla y de las cifras de fallecidos, así como por el hostigamiento del gobierno a activistas, periodistas independientes y artistas cubanos. Los servicios de telefonía móvil e internet en Cuba, nuevamente, son restringidos por antojo del monopolio de las telecomunicaciones en el país sobre aquellas personas que resultan incómodas al régimen.
Como en semanas anteriores, la velocidad de conexión a internet de varios miembros de la sociedad civil independiente cubana se mantuvo en extremo baja. Según la artista Katherine Bisquet y el activista Osmani Pardo, los problemas de conexión a internet apenas les permiten ejecutar aplicaciones con servicios online en sus respectivos móviles. Por su parte, la periodista María Matienzo declaró que esta situación la obligó a cambiar de VPN para seguir burlando la censura del gobierno, pues el que solía usar enlentecía más su conectividad.
Entre los días 30 de julio y 2 de agosto, al periodista Jorge Enrique Rodríguez le cortaron el servicio de datos móviles. En el caso de la artista Juliana Rabelo, durante estos días le restringieron los servicios de telefonía móvil. Según contó Rabelo a YuvaByte, su línea telefónica funcionaba en otros teléfonos, sin embargo, el suyo no aceptaba otras líneas. Luego del 2 de agosto, comentó también, la conexión a internet a la que ha tenido acceso ha sido muy lenta.
El miércoles 4 de agosto, la activista del Comité Ciudadano por la Integración Racial (CIR), Neurelina Cardot Briso, sufrió un corte de datos móviles que duró el resto de la semana. Por su parte, el artista y activista Manuel de la Cruz ha sufrido desde ese día graves problemas en su conexión a internet. Según de la Cruz, ha pasado durante días por períodos donde se intercalan 5 minutos de conexión, seguidos de 10 minutos de desconexión.
El 5 de agosto, cuando el régimen realizó una marcha de “reafirmación revolucionaria” – la cual fue criticada por la sociedad civil por ser contraria a las medidas sanitarias exigidas por el propio gobierno para evitar el aumento de casos de Covid-19-, el artista Julio Llópiz-Casal y la activista Lázara Ayllón Reyes apenas tuvieron acceso a datos móviles debido a la extrema lentitud de sus conexiones. Sin embargo, esa noche el servicio les fue restablecido. Al día siguiente, los artistas y activistas Iris Ruiz y Amaury Pacheco, pasaron por una situación similar.
La historiadora del arte y miembro del grupo 27N, Carolina Barrero, se mantuvo la última semana sin acceso a datos móviles, algo que viene sufriendo desde el 11 de julio pasado, cuando ocurrieron protestas populares en decenas de localidades del país. Barrero, además, lleva desde ese día bajo asedio policial y en un estado de prisión domiciliaria sin tener cargos judiciales en su contra.
En los últimos siete días no ha cambiado la situación de los periodistas Abu Dunayah Tamayo e Iliana Hernádez, ni del científico y activista Oscar Casanella y su esposa, Eleanne Triff. Dunayah Tamayo continúa con su línea telefónica cortada, así como Hernández y tres de sus familiares. Por su parte Casanella se mantiene sin acceso a servicios de telefonía móvil, mientras Triff sin acceso a datos móviles.
Esta semana, YucaByte reportó al menos dos casos de intentos de suplantación de identidad en redes sociales. El primero corresponde al periodista Héctor Luis Valdés Cocho, a quien le tomaron su fotografía de perfil en Facebook para identificar a un usuario con una página falsa. El periodista denunció esto y el perfil del usurpador fue eliminado pronto. El segundo caso fue el de Norberto Miguel Santana, activista del CIR, a quien suplantaron su identidad en Facebook mediante un perfil que publicaba contenido en favor del régimen.
