Jesús Saura Hernández mueve el dial de su radio KENWOOD TS-43OS. Se traslada entre las bandas de 15 a 40 metros. Escucha las conversaciones de los colegas e intenta entrar, pero el ruido le “apaga” su voz. “Hoy las condiciones climáticas no nos están ayudando”, dice y continúa atareado, rastreando una señal amiga por todo el éter, mientras el cielo dibuja unos nubarrones grisáceos. “Esos –indica Jesús apuntando hacia ellos– son los que impiden la comunicación”. La tarde casi dice adiós
Manacas: Un pueblo que se adentra en el mundo digital.
Manacas no es lo que se diría un pueblecito encantador, de esos que uno pudiera robarle un recuerdo. Como casi todas las localidades campo adentro en la geografía cubana, la vida se torna más movida a ambas orillas de la Carretera Central, donde se concentran unos pocos comercios y se escuchan los cláxones de algunos vehículos que la atraviesan sin detenerse demasiado.