Cambiar la visualidad del logo de la empresa una vez al año por la bandera de la diversidad es cool, y apoyar a la comunidad LGBTI aumenta el rating de la imagen global, cuando en los equipos no haya empleados sexodiversos. Se llama pinkwashing, este fenómeno extendido, y lo hace todo el mundo, incluidos los gobiernos, que también necesitan modernizarse. Todo se traduce en dinero, en réditos políticos y en ganancias pecuniarias o simbólicas; de otro modo no se gastarían millones en hacer una película «controversial».