Manacas no es lo que se diría un pueblecito encantador, de esos que uno pudiera robarle un recuerdo. Como casi todas las localidades campo adentro en la geografía cubana, la vida se torna más movida a ambas orillas de la Carretera Central, donde se concentran unos pocos comercios y se escuchan los cláxones de algunos vehículos que la atraviesan sin detenerse demasiado.