En lo tocante a las fuerzas espirituales, ya se sabe que no es el castrismo, sino la contrarrevolución la que cuenta hoy con las mayores reservas de experiencia y creatividad pues ¿qué espíritu puede quedarle a la vieja dictadura destartalada?
Clientes del castrismo: venderle la soga al verdugo
Los nuevos productos culturales del castrismo se impusieron instantáneamente en el mercado de ideas. La gente compró bonos, compró el concepto de lo revolucionario, la fantasía del cambio y la esperanza