Ilustración: Brady
En una guagua Girón conocí a Claudia Tomás. Pero no en una Girón cualquiera: la Girón de los estudiantes de la Escuela Nacional de Arte (ENA) de Pinar del Río. Salía del Parque de la Audiencia, frente a la Dirección Provincial de Cultura de Pinar del Río; luego se detenía en “la parada de Tejas”, por “El Calero”, donde me recogía a mí, y, más adelante, en el municipio de Candelaria, recogía a Claudia. La recuerdo como una muchacha seria e introspectiva. Leía mucho, y a veces solo miraba el paisaje por la ventanilla. En la escuela y la beca no era muy diferente. Nunca fuimos muy cercanos, pero yo la admiraba mucho.
Nos perdimos el rastro por un tiempo, y luego supe que había llegado a Miami y que protagonizaría Plantadas, la película dirigida por Lilo y Camilo Vilaplana que cuenta la triste historia de las presas plantadas cubanas. Su actuación me conmovió profundamente. Claudia es una gran actriz y mi admiración por ella y su trabajo no hace más que crecer.
―¿Quién es Claudia Tomás?
―Claudia Tomás es alguien que observa, analiza, y que debería escuchar con más atención.
Es un ser sensible; a veces impulsivo, a veces sabio. Es alguien que comete muchos errores pero agradece cada segundo de vida. Le encanta aprender, leer, escuchar música, viajar. Ama el arte. Cree que su misión en la vida es cumplir el Testamento del Amor, que es lo divino en nosotros y lo que nos une, el latido universal. Claudia Tomás se busca constantemente y solo se encuentra en Presente y Amor.
―¿Qué es lo que más extrañas de tu infancia?
―Yo nací y viví hasta los cinco años en un pequeño pueblito llamado Marbajita, en La Palma, Pinar del Río. Ese lugar fue mi paraíso; agradezco infinitamente haber nacido ahí, rodeada de naturaleza y del amor de mi familia. Fui una niña muy mimada por mis abuelas maternas, dos seres que aunque no estuvieron por mucho tiempo en mi vida aún recuerdo y extraño. Extraño esa libertad plena de la inocencia, ese no juzgar, el juego constante, el descubrimiento del todo, la emoción por el misterio.
―Uno de los últimos trabajos que realizaste en Cuba fue la película El Mayor, dirigida por Rigoberto López, donde interpretaste a Amalia Simoni, aristócrata y activista por la independencia cubana y esposa del mayor Ignacio Agramonte. ¿Cuánto de Amalia hay en Claudia?
―Amalia fue un personaje que llegó como algo del destino. Me tocó profundamente, transformó mi mundo, mi carácter y mis relaciones. A través de ella aprendí a amar y nació en mí una obsesión por la búsqueda y la defensa de la Verdad. Es de esos personajes que te superan en todos los sentidos y te hacen crecer. Amalia me hizo más dócil; a través de ella inicié un proceso de depuración y de entendimiento de mí misma que aún continúa.
―Yo nunca tuve la oportunidad de actuar en una película en Cuba, y me hubiese encantado, para serte franco. Pero cuando pienso cómo habría sido esa experiencia, increíblemente nunca puedo llegar a definir mis ideas. Ha pasado algún tiempo desde que me fui y todo ha cambiado tanto… pero cuéntame… desde tu experiencia como actriz, ¿cómo es hacer cine en Cuba hoy en día?
―La última película que hice en Cuba fue en 2018. Han pasado cinco años turbulentos y dolorosos para el pueblo cubano. En aquel momento fue una experiencia muy bonita. Como artista en Cuba sentía el teatro y luego el cine como refugios y terrenos donde podíamos ser libres. No tardaría mucho en entender que no lo éramos y jamás lo seríamos. La experiencia con El Mayor fue especial porque la hicimos en Camagüey donde nos acogieron con cariño sincero. El equipo de trabajo era excelente. El director confió en nosotros y nos dio libertad en la creación. Fuimos muy felices en esa etapa. Desgraciadamente no pudimos vivir el estreno de la película con la misma emoción, pues fue el 20 de octubre de 2021, a casi un año de los sucesos del 27 de noviembre frente al Ministerio de Cultura y a meses de las protestas del 11 de julio. El terror se sembraba una vez más en la sociedad cubana: miles de presos políticos en las cárceles por solo exigir libertad, justicia y una mejor vida; artistas vigilados, acosados, interrogados; elementos de la Seguridad del Estado infiltrados en nuestras vidas. Tres días después del estreno saldríamos a México para no regresar, uniéndonos a la ola de emigrados que en los últimos tiempos han dejado todo para empezar de cero con el corazón roto por los familiares [que se quedan] en Cuba y la nostalgia de nuestra tierra, nuestra Patria, que de lejos se ama con más fuerza y nunca se olvida. Imagino que hacer cine hoy en Cuba debe ser muy triste, pero sé que los creadores que aún están allá seguirán buscando en el arte ese refugio para escapar y sentirse libres.
―¿Cuál fue el mayor reto y la mayor felicidad de tu experiencia con El Mayor?
―Tuve muchos retos: aumentar 10 kilogramos de peso (porque Amalia era rellenita y yo un palillo en aquel momento); tomar clases de piano y de canto lírico, algo que amé y que aún quisiera seguir explorando; tomar clases de equitación, donde me divertí y pasé grandes sustos; tomar clases de etiqueta y bailes de salón. Tenía el reto de aprender mucho pero eso me encanta y me hizo muy feliz. También era un gran reto para mí trabajar con Daniel Romero interpretando una relación emocional cercana porque nunca nos llevamos muy bien, pero esto fluyó increíblemente desde el inicio y aprendí mucho de él. Mi mayor felicidad fue que nos enamoráramos y casáramos un tiempo después.
―Háblame un poco de tu primera experiencia en el cine cubano de Miami, con la película Plantadas, de Lilo y Camilo Vilaplana, donde interpretas uno de los personajes principales…
―Fue un regalo que Lilo confiara en mí para un personaje tan importante, y un reto contar una historia tan dolorosa. El tiempo de rodaje y preparación fue mucho más corto de lo que estaba acostumbrada y tuve que dar un salto. Profesionalmente me ha servido de experiencia para oportunidades futuras, pues ahora sé cuán profundo debe ser el estudio y la importancia de llegar al set abierto, atento y listo. Con mucha fe.
―¿Qué supone para ti como mujer, como actriz y como cubana contar una historia como la que cuenta Plantadas?
―Es una oportunidad inmensa poder contar y ser testigo del dolor, del horror y la injusticia que por tanto tiempo se ha intentando ocultar al mundo entero por la dictadura cubana. No es actuar en una película solamente, es levantar la voz por los derechos humanos violados, por la violencia contra la mujer, por las torturas y las injusticias cometidas por tantos años y hasta el día de hoy en las prisiones políticas de Cuba bajo el disfraz de “Revolución”.
―¿Cuál fue tu motivación principal para salir de Cuba? ¿Y por qué escogiste Miami?
―Mi motivación principal fue la búsqueda de la libertad, de conocer el mundo, darles un mejor futuro a mis hijos; escapar de un sistema opresivo, impositivo y absurdo: nacimos para ser únicos y libres, para expresarnos, para crear. El mal llamado “proceso revolucionario” cubano es totalmente antinatural. En Miami me siento no muy lejos de casa.
―¿Qué te gusta de Miami?
―Me gusta el clima, la cercanía del mar. Puedes encontrar gente del mundo entero que viene a vacacionar o trabajar pero, sobre todo, hay muchos cubanos de diferentes generaciones y te encuentras con tantas historias del exilio, de amor y nostalgia de Cuba que no te sientes tan desterrado.
―¿Qué detestas de Miami?
―El exceso de drogas y lo que provoca en la gente.
―¿Qué es lo que más extrañas de Cuba?
―Mi madre, mi abuelo, mi familia.
―¿Y lo que menos…?
―La sensación de ahogo, las colas, el dolor de los rostros en las guaguas.
―¿A qué dedicas tus días actualmente?
―Estudio Inglés en el programa REVEST del Miami Dade College y soy asistente ejecutiva de Mario Ernesto Sánchez, director y fundador de Teatro Avante y el Festival Internacional de Teatro Hispano de Miami, además de gran actor y excelente persona.
―¿Cómo crees que han influido las redes sociales en el trabajo de los actores y artistas cubanos? ¿Cuál es tu experiencia particular como actriz con las redes sociales?
―Las redes sociales son un medio de compartir ideas y contenidos afines, de conectar con otros y expresarnos. Hay una gran diversidad y siempre se pueden encontrar modos muy originales de ser uno mismo y llegar a la mayor cantidad de público en el caso de los influencers y creadores digitales. Para los artistas cubanos dentro de la Isla es un mundo que se abrió no hace mucho y, sin embargo, han sabido sacarle el mayor partido para llegar a sus seguidores. En mi caso, no soy de publicar constantemente aunque agradezco mucho las muestras de cariño de las personas que siempre están pendientes de nuestros pasos.
―Las nueve preguntas personales de Hansel:
Una película: Nostalgia, de Tarkovsky.
Una canción: What a wonderful world, de Louis Armstrong.
Un libro: Siddhartha, de Hermann Hesse.
Una ciudad: Aún por conocer.
Un olor: Naranja recién cortada.
Un sabor: El del flan de mi mamá.
Una persona: Cristo.
Una red social: Instagram.
Un sueño: Cuba libre.
―Un mensaje a los cubanos que están en la Isla: Somos una familia.