Ilustración: Julio Llópiz-Casal
Cuando alguien diga que las palabras no importan léele esta historia. La del valle de sombras que vivieron Raúl Capote y su familia el 11 de julio de 2022. Golpeado, detenido, multado y desempleado por llevar la palabra Libertad en un pulóver y defender el verbo «disentir» en un poema.
Al conmemorarse un año del levantamiento nacional en decenas de ciudades cubanas, Raúl publicó en su perfil de Facebook un selfie con el pulóver de marras, además de estos versos que cuestionan la represión en la Isla y la vida bajo la tiranía socialista cubana:
«Recorro mis pensamientos
Busco palabras correctas
Le pido a Dios que sostenga
Mi voz y mi sentimiento
Pues con profunda firmeza
Debo decir que disiento».
Y continúa el poema: «Disiento del socialismo
porque es idea fallida
disiento de las ‘medidas’
Que nos hunden en miseria
Disiento, y es cosa seria,
A la hora de decir
Hoy prefiero disentir
Que callar frente al quebranto
De un país que inspira el llanto
Y las ansias de partir
Hoy prefiero disentir
Que vivir indiferente
A ese cambio tan urgente
Que debemos producir».
Raúl era un niño flaco y pelinegro cuando comenzó a asistir y servir en iglesias de la Convención Bautista Occidental en Cuba, donde llegó a liderar grupos de jóvenes. Hoy, a sus 35 años, lo hace en bautistas reformadas, donde está involucrado en la plantación de nuevas iglesias.
La fe, que ha atravesado su vida, no ha sido impedimento para mirar también hacia los problemas más acuciantes de su nación. Contrario a la idea repetida entre algunos cristianos cubanos y sostenida, convenientemente, por el Socialismo Capote es un cristiano que sí «se mete en política» sin que esto melle su consciencia. Hacerlo bajo la tiranía marxista cubana ha dejado ya marcas en su vida, como la detención, amenazas y multa de este 11 de julio de 2022, cuando rememoraba en su perfil de Facebook el primer aniversario del levantamiento popular que exigió Libertad para la isla cautiva.
YS: Poco antes de que te detuvieran publicaste un poema que hablaba sobre por qué disientes del régimen cubano. ¿Qué circunstancias te llevaron a escribirlo?
RC: El poema Disiento, en realidad, lo escribí a finales de 2020 a raíz de los acontecimientos que se suscitaron por aquellos días, la huelga de hambre en San Isidro y la reunión de cientos de jóvenes frente al Ministerio de Cultura el 27 de noviembre. Fue la manera que encontré entonces para expresar mi sentir y comunicar que disentir no es un delito sino, muchas veces, una necesidad.
Lo publiqué este 11 de julio de 2022 porque continúa expresando mi sentir ante las cosas que siguen sucediendo en Cuba.
YS: La periodista cubana en el exilio, Yoaxis Marcheco, compartió los seis versos del poema y señaló que «cuando la fuerza de la dignidad y de la razón hablan, el miedo se disipa (…) Por eso se llevaron a Raúl Capote», subrayó. ¿Podrías reconstruir el momento de la detención?
RC: Después de desayunar con mi familia un amigo pasó a saludar, y fui a la puerta de la casa para conversar con él. Yo tenía puesto un pulóver en el que había pintado «Libertad» en la parte de alante, y a la espalda la frase: «que no siga corriendo la sangre por querer pensar diferente».
En ese momento se acercaron a la entrada de la vivienda un hombre y una mujer, y me preguntaron si yo era Raúl.
-Acompáñenos un momento, queremos conversar con usted.
-Por favor, identifíquense -pidió Raúl, imaginando por dónde venían las cosas.
-Somos funcionarios del Ministerio de Cultura.
Más desconfiado aún, Raúl soltó con voz apacible:
-En todo caso pueden pasar a mi casa y conversar aquí.
-No, no, no -ripostaron los desconocidos antes de cambiar el discurso. Tienes dos opciones: o nos acompañas por las buenas o te lleva la policía.
RC: En ese momento mis dos hijos mayores, de seis y siete años, estaban conmigo en la puerta, así que me dispuse a entrar a la casa por temor a que les pasara algo. Fue ahí cuando los militares se me abalanzaron encima y comenzaron a jalarme del pulóver, por los brazos, para llevarme. Durante el forcejeo mis hijos subieron las escaleras de la entrada de la casa, y los intrusos me sacaron de un tirón hacia la calle y me empujaron hasta la patrulla.
YS: «Se llevaron a mi esposo ahora mismo», escribió en sus redes Liliana Moc, tu esposa, sobre las 11 de la mañana. Dijo que los niños vieron todo, mientras ella cargaba a una bebé de seis meses. En otro post refirió que te esperaban afuera de la vivienda cuatro patrullas, y que te montaron en una ante la mirada impasible de los vecinos. No supo, hasta horas después, a dónde te llevaron. ¿Cómo viviste la detención, qué pensabas cuando estabas allá?
RC: Cuando me metieron en el auto policial me llevaron hasta la Estación de Zanja, en Centro Habana. Al llegar allí no me sacaron inmediatamente; recuerdo que hice una oración que Dios puso en mi mente y corazón: «Señor ten misericordia de ellos, muéstrales que están equivocados».
La radio de la patrulla emitió un sonido borroso. Raúl escuchó que los policías recibían la orden de llevarlo a la estación de 7ma y 62, en Playa, a varios kilómetros de su casa en Centro Habana. Lo alejaban aún más de la familia y la vivienda, y en ese tramo del trayecto sí lo esposaron.
En el recorrido Raúl preguntó al policía que iba a su lado:
-¿Ustedes creen, en serio, que están haciendo lo correcto?
Hubo silencio por unos segundos.
-No me haga ese tipo de preguntas -soltó el oficial.
RC: Estuve todo el tiempo de la detención pensando en mi familia, pero con la confianza de que Dios estaba con ellos y los cuidaría y que también cuidaría de mí. Dios me dio una paz y serenidad inexplicables a pesar de estar frente a quienes me golpearon delante de mis hijos y esposa, a pesar de preguntarme cosas tan indignantes como si me habían pagado por publicar el poema y vestir el pulóver con la palabra Libertad, a pesar de escucharles la incongruencia de que si esa era mi manera de pensar había que respetármela.
Cuando me entrevistó el Instructor la sensación fue que estaba frente a un militar, pero cuando entró el mayor de la Contrainteligencia me parecía estar frente al jefe de una pandilla, por cómo me habló y lo que me dijo.
Raúl me dice, como una nota al pie: «todo el tiempo en la Estación me sentí observado, es una sensación extraña». Mientras, en su casa, Liliana intentaba dormir a los niños. La mayor estaba muy afectada, me contó por teléfono. «Es por eso que no he hecho videos (para denunciar), cada vez que hablo se pone muy mal. Por eso solo escribo en Facebook», me explicó.
YS: ¿De qué te acusaban los oficiales de la policía política, cuáles eran los cargos formulados contra tí?
RC: Quisieron irse por las ramas: que si yo había maltratado a la muchacha de la Seguridad del Estado que participó del arresto, pero esto no podían sostenerlo porque el que tiene arañazos en el cuerpo soy yo.
Después dijeron que yo había atentado contra la seguridad de una institución del Estado, refiriéndose a mi centro de trabajo. Yo era custodio del Teatro Amadeo Roldán. Cuando llegué allí para trabajar, en la mañana, mi jefe me dice que no puedo entrar así. Tenemos un intercambio fuera del edificio, y yo regresé a mi casa.
Les recordaba constantemente que yo no había cometido ningún delito y ellos no refutaban eso, de hecho me decían que no había una sola mala referencia sobre mí de parte de mis empleadores.
Después solo hablaban de la fecha, el 11 de julio, y que lo que había hecho era una provocación. Al final solo pudieron aplicarme el Decreto Ley 370, por algunas de mis publicaciones en Facebook. Fueron tres mil pesos de multa.
La Seguridad del Estado también me dijo que desde ese momento no iba a poder trabajar más nunca con el Estado, porque yo era un contrarrevolucionario. «Ahora vamos a ver cómo puedes mantener a tu familia», me dijeron. El Estado es el mayor empleador en Cuba, debo encontrar algo particular, un negocio privado. Confío en la misericordia de Dios, porque evidentemente antes tampoco me alcanzaba con el salario estatal y siempre hemos visto Su mano, supliéndonos.
YS: Bien avanzada la noche tu esposa posteó que los esbirros se debatían entre dejarte libre o no. ¿Qué sentiste en ese momento?
RC: Durante las casi 24 horas que estuve en la Estación de Playa, firmé tres actas de libertad. Creo que es parte de la presión psicológica: firmas una, te da la esperanza de salir, pero pasan las horas y nada.
A las 5 de la tarde, cuando un Instructor de Villa Marista fue a aplicarme el Decreto Ley 370 acompañado por funcionarios del Ministerio de las Comunicaciones, me dijeron que «por su parte» (de la policía política) habían terminado conmigo que quedaba en las manos de la Policía Nacional Revolucionaria. Pero era falso. A esa hora firmé una segunda acta de libertad, ya a las 2 de la tarde había firmado la primera. Después vino un Mayor a seguir «trabajando conmigo», decían. Era frustrante.
Multa por el Decreto Ley 370 que le impusieron a Raúl Capote.
En la tarde-noche ya me hice la idea de que estaría allí todo el día. Alguien que compartía el calabozo conmigo, me dijo que era lógico que me mantuvieran encarcelado hasta que pasara el 11 de julio. Le preguntaba a los policías que cómo si ya había firmado mi acta de libertad, estaba aún encarcelado, y no sabían qué responderme. Claramente es la Seguridad del Estado la que disponía.
Al otro día, a las 9 de la mañana me liberaron. Llegué a mi casa cerca de las 11.
YS: El régimen se ha encargado de difundir la idea de que los creyentes conservadores no se deben meter en política, mientras a aquellos tendientes a la izquierda, consonantes con la doctrina del Estado, se les ofrece el espacio público y los medios. ¿Qué crees sobre esto?
RC: Es una idea infundada y, en mi opinión, infiltrada con toda mala intención en la cultura de las Iglesias evangélicas cubanas. Ese conflicto interno que viven nuestros cristianos de que si opinas sobre política no eres alguien espiritual, es algo que solo experimentan los que viven en la isla. Ningún evangélico en el resto del planeta experimenta eso.
Eso es algo para aprender en las iglesias cubanas hoy: que no hay ninguna área de la vida del hombre, incluyendo la política, que esté desconectada del evangelio. A veces las más duras críticas vienen de personas que se identifican como cristianas.
Es injusto que solo algunos accedan a los medios estatales para exponer su visión, mientras a los que tienen una postura cristiana, conservadora, se les silencia.