Ilustración: Julio Llópiz-Casal
En octubre de 2020, Yerly Luis Velázquez Morales fue citado por primera vez por la Seguridad del Estado. Había compartido en las redes sociales posts de Luis Manuel Otero Alcántara y Maykel “Osorbo”. Se sentía identificado con el Movimiento San Isidro y le pareció bien poner esas ideas en su muro. En ese momento tenía 30 años y nunca había sido acosado por el gobierno cubano. La policía, a diferencia de lo que le haría en el futuro, solo lo interrogó y luego lo puso en libertad.
“A raíz de eso tuve un período de silencio” nos dice, “porque le cogí miedo a las amenazas”. La presión hizo que vendiera su teléfono y se quedara “tranquilo”, es decir, que no compartiría opiniones de activistas ni de opositores durante unos meses, hasta julio de 2021, cuando estallaron en toda la isla las históricas manifestaciones del 11 y del 12 de julio.
Ese fue su punto de ruptura, el momento en el que decidió que no podía callar ante la represión que veía. A partir de ese día, el acoso de agentes del gobierno cubano hacia él fue mucho más fuerte y constante.
YucaByte contactó a Velázquez para saber cómo desarrolla su activismo político crítico con el estado, en una época marcada por los cortes de internet y la aprobación de un nuevo código penal más restrictivo con la disidencia.
¿Cuántos años tienes y a qué te dedicas?
Tengo 32 años de edad. Soy cantante de música yoruba y he trabajado como productor musical. También colaboro con el diario de opinión MinutoCrucial, radicado en España, donde hablo de lo que pasa en Cuba.
¿Cómo viviste el 11 de julio?
Aquí en Las Tunas salieron bastantes personas. Ese día no me detuvieron, pero como al mes y un día, el 13 y el 14 de agosto, me citaron para una unidad de aquí, de la provincia, que se llama La Tercera. Y ya desde ahí, de esa citación, comenzó el acoso fuerte.
¿Y luego?
Luego me sumo a la convocatoria que hizo Archipiélago y desde ahí empiezo a hacer activismo. Comienzo a conocer personas de la disidencia y desde ese punto me he mantenido bastante activo en Twitter.
La policía política de Las Tunas me acaba de citar para mañana a la unidad del sector 13 de la PNR a las 9:30am y a mi esposa también, denunció el acoso por parte del régimen solo por pensar diferente!!#soscuba #nomasacoso #20NCuba #LibertadDeExpresion pic.twitter.com/EFjAy1jibr
— Yerly Luis 🇨🇺 (@luis_yerly) October 4, 2021
La seguridad del estado me acaba de citar a Instrucción Provincial, porque promuevo el 20 N.
Abajo la Dictadura Castrista!! pic.twitter.com/mxFuDsmIuW— Yerly Luis 🇨🇺 (@luis_yerly) September 30, 2021
A raíz del activismo con Archipiélago me citaron el primero de octubre de 2021. Luego me volvieron a citar. En los días previos de la marcha de noviembre me secuestraron dos veces, con arrestos fortísimos. El penúltimo secuestro que me hicieron fue el 13 de noviembre por la madrugada. Estuve cuatro días detenido en la unidad de instrucción provincial, allí me aplicaron el Decreto-Ley 370.
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El Decreto Ley 370, también conocido como Ley Azote, establece que el Ministerio de las Fuerzas Armadas (Minfar) y el Ministerio del Interior (Minint) son los responsables de ordenar tareas y acciones en el proceso de informatización
Según una recopilación de denuncias públicas de la plataforma independiente cubana Proyecto Inventario, al menos 55 cubanos han sido multados sobre la base de este decreto (algunos en más de una ocasión) hasta el 20 de mayo de 2022, fecha en que se escribió este texto. La mayoría de ellos son periodistas y activistas por los derechos humanos.
En un reportaje realizado por YucaByte, José Raúl Gallego, académico e investigador del proyecto Inventario, opinó que el criterio de penalización de las autoridades cubanas era arbitrario. La Seguridad del Estado utiliza la norma como un instrumento represivo contra quienes desde las redes sociales o el periodismo alternativo critican al gobierno. En algunos casos, de acuerdo con Gallego, las causas han sido tan banales como memes, grabar una cola para conseguir alimentos o compartir o dar “me gusta” a posts en Facebook.
Estas violaciones de derechos digitales se ven facilitadas por el control que ejerce el estado sobre ETECSA, la única compañía de telecomunicaciones permitida en el país. El decomiso de celulares, la intercepción de llamadas, de mensajes privados, los cortes de internet y la reducción del ancho de banda a individuos específicos acompañan al acoso y a las multas.
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Yerly describió en una bitácora personal sus días de encierro. Es una descripción centrada en el lugar donde estuvo detenido y de las condiciones que allí había. “Fui víctima de un secuestro a veinte metros de mi vivienda”, escribió. Regresaba del cumpleaños de un amigo cuando sucedió todo.
Según él, fueron siete agentes los que lo arrestaron. “Todo un operativo policial para detenerme al estilo de una película de Hollywood, como si se tratase de un terrorista o un capo de un cartel de narcotráfico. Me introdujeron a la fuerza y de manera muy violenta a una patrulla, la cual me condujo hacia la Unidad de Instrucción Provincial cerca de las 2 de la mañana”.
Fue liberado el día 16 de noviembre, a las siete y veintiséis de la tarde. De su detención se llevó una infección por estafilococo, escabiosis y una medida cautelar, además de la multa de tres mil pesos por el Decreto-Ley 370. Yerly dice que por un error administrativo le hicieron pagar la suma otra vez, aunque ya lo había hecho con anterioridad. En total fueron seis mil pesos. Una cantidad considerable en un país en el que el salario mínimo son 2100.
¿Qué sucedió cuando te liberaron?
Estuve sancionado cumpliendo prisión domiciliaria por los delitos de instigación a delinquir y desobediencia. Un mes yendo a la policía a firmar todos los sábados. A raíz de las firmas fui un día vestido de blanco y puse una rosa blanca en el busto de Martí que había en la unidad. Y un mayor, del que no he podido averiguar el nombre, pero sé que le dicen el Mayor Coco, me dio una golpiza fortísima.
¿Después de que fueras arrestado esa vez has sufrido cortes de internet?
He sufrido varios cortes de internet de 8 y de 12 horas. También cuando impulsamos hashtags o hacemos campañas en Twitter parece que me reducen la velocidad de internet y prácticamente es imposible la conexión.
¿Qué otro tipo de represión has sufrido?
He estado sitiado en varias ocasiones. Me han puesto patrullas en las dos esquinas de mi casa para que no salga.
En un tweet mencionaste que hay personas muy críticas con las formas de luchar por la libertad de Cuba ¿Cuál crees que es la mejor forma que el exilio apoye el activismo dentro de la isla?
Sí, por desgracia, no todo el exilio, pero sí una fracción del exilio es muy crítica con los activistas que están dentro de Cuba. Yo pienso que es un poco que han perdido la conexión con la desgracia que es vivir en Cuba y desde su privilegio pierden la empatía con los activistas, que somos muy asediados por lo que conlleva asumir una postura frontal.
¿Te relacionas con otros opositores?
Conozco a varios activistas, que son amigos y nos comunicamos entre nosotros. Por ejemplo, con Eloy Calunga, al que YucaByte le hizo una entrevista, ahora la seguridad del estado le decomisó el teléfono y no tenemos forma de resarcir esa pérdida que tuvo. Ahora estamos haciendo un esfuerzo a ver si se le dona o se le puede comprar un teléfono.
¿Qué le faltaría a quienes hacen activismo político en Cuba?
Nosotros no solo vivimos la carencia del ciudadano común, sino la carencia de medios para hacer activismo, como puede ser una computadora o una impresora para imprimir volantes o libros, información para pasar de mano en mano. Y no solo es que no la tenemos, sino que tampoco tenemos posibilidad de adquirirla ni quien nos ayude. Desgraciadamente esa es nuestra realidad.
En ocasiones el exilio nos ayuda con recargas, quizá esa sea la mayor ayuda que recibo yo y los activistas que conozco, pero es insuficiente para hacer un activismo serio.
Desde tu perspectiva como opositor que vive, trabaja y hace activismo en Cuba, ¿qué piensas de las nuevas políticas del gobierno estadounidense hacia la isla?
Yo lo que veo más bien es que ya las personas vivieron la experiencia de Obama, el deshielo y eso, y ya no hay esa esperanza, al menos como la había antes. No sé. Las personas no ven futuro aquí. Solo piensan en irse. Es la realidad. Hay que esperar a que pare un poco la emigración para luego articularnos como oposición.