Ilustración: Julio Llópiz-Casal.
Yuri García Caraballo tiene 29 años y ha pasado los últimos 10 trabajando como técnico en GPS, en una base de camiones de carga, en Batabanó, provincia Mayabeque. Sin embargo, desde que decidiera marchar con un cartel el pasado 15 de noviembre, el cual decía “Martí Sí, Marx No”, se encuentra desempleado. El director general de la empresa para la cual trabaja decidió que ejercer el derecho a la libre expresión y a la protesta pacífica es motivo suficiente para expulsar a un obrero ejemplar.
A pesar del despido, de la prisión que sufrió durante casi una semana y hasta de la golpiza que recibió a manos de la policía, Yuri no se arrepiente de lo que hizo. Su fe cristiana y su incapacidad para desentenderse de la realidad cubana, dice, le mantienen en pie. Sobre esto y otras cuestiones, Yuri García Caraballo accedió a conversar con YucaByte.
1) #15NCuba
Yury García Caraballo salió a protestar hoy en Batabanó, provincia Mayabaque. Fue detenido por fuerzas del régimen cubano. #SOSCuba pic.twitter.com/TpOAlb0xxd— Norges Rodríguez (@norges14) November 15, 2021
¿Yuri, por qué decidiste marchar el pasado 15 de septiembre?
–Decidí marchar el 15N porque, simplemente, sentí la necesidad de hacerlo. Es que hacía tiempo que no podía conciliar el sueño.
¿Por?
–Por el miedo. El miedo me hacía estar en casa, de brazos cruzados, viendo la realidad de mi país sin hacer nada. Decidí entonces que, ante la convocatoria del 15N, marcharía de forma pacífica. Claro, uno siempre piensa en la represión y le teme, pero es que era algo que tenía que hacer. Y no me arrepiento. Ahora me siento más libre, más en paz conmigo mismo.
¿Cómo planificaste tu salida ese día? ¿Qué te ocurrió después?
–Yo salí el 15 de noviembre sin decírselo a nadie. No incité a persona alguna a seguirme. Lo hice solo y solo lo asumí. Antes de irme a la calle escondí el cartel en mi torso, envuelto como una faja bajo el pullover. Caminé por las calles de Batabanó, buscando el lugar donde exponerlo. Pasé entonces por la sede del Partido Comunista en el municipio, y ahí lo saqué. Lo mostré a la altura de mi pecho, sin gritar nada, sin convocar a nadie. Fue un acto legítimo de protesta pacífica. Eran entonces las 11 de la mañana. En eso llegó un agente de la Seguridad del Estado y me dijo que “le acompañara”. Le contesté que no tenía problema con eso y, sin ofrecer resistencia, monté en su moto. Él me llevó a la Unidad de la Policía Nacional Revolucionaria de Batabanó. Acto seguido me esposaron y me dieron algunos golpes. Sin más, me condujeron a la prisión de San José de las Lajas. En esta prisión me trataron con cierto respeto. Debo decirlo, porque siempre hablo con la verdad. Pensé que en la cárcel me molerían a golpes otra vez, pero no fue así.
¿Cuánto tiempo estuviste preso?
–El lunes, el martes y el miércoles. Ese último día me trasladaron al “Técnico” de San José de las Lajas, donde estuve detenido hasta la tarde del viernes 19 de noviembre. En el momento de la liberación, me levantaron un acta de advertencia, que dice que no puedo volver a incurrir en otra protesta.
Yuri, llama la atención aquello que escribiste en el cartel que llevabas: “Martí-Sí. Marx-No”. ¿Crees que es necesario que el pueblo retome realmente las ideas de Martí? ¿Crees que la doctrina marxista ha desplazado al pensamiento martiano?
–Yo, en verdad, respeto a las personas que defienden el comunismo. Las respeto por una cuestión básica: para vivir en libertad y en democracia hay que aceptar a quien piense distinto. Yo soy incapaz de agredir a quien piense de esa forma, porque tiene, como yo, el derecho a pensar como quiera y expresarlo. Justo por eso me inclino por Martí, además de por lo que representa para los cubanos. Él fue un republicano y respetó la libertad de expresión. Martí quiso una Cuba democrática, donde se respetaran los derechos, una nación “con todos y para el bien de todos”, donde quepan todos los cubanos. Esa Cuba es también la que yo quiero. La única doctrina que debería primar en nuestro país, y en todos, debería ser la del amor y el respeto a la Patria y al prójimo. Esa doctrina es santa y creo que debería ser la premisa de todos en nuestro país.
¿Qué consecuencias te trajo tu decisión del marchar el 15N?
–Bueno, que el director general de mi centro laboral, que vive en La Habana, mandara a expulsarme. Ahora estoy desempleado, esperando a ver qué sucede con mi caso en estas semanas. El director de la base me dijo que por ahora es una separación del puesto laboral, y que tenían que reunirse los directivos para determinar oficialmente qué decretarán.
¿Y cuál fue la reacción de tus compañeros de trabajo?
–Seré sincero. He sentido mucho apoyo y cariño. Varias personas se han acercado a mí tras lo sucedido. En el caso de mis compañeros de trabajo, cuando supieron que querían expulsarme, me apoyaron públicamente. Dijeron que yo soy un buen trabajador, un buen compañero y que lo he demostrado a lo largo de estos 10 años que llevo en mi puesto. Porque eso sí, soy muy comprometido con mi trabajo y me gusta lo que hago. Sentí un gran respaldo de esos amigos, incluso de quienes se acercaron para decirme: “Coño, compadre, lo que expresaste yo también lo siento, pero ten cuidado”. Todavía hay mucha gente con miedo. Es normal. Pero he sentido mucho cariño y trato de que sea recíproco, pues yo amo a mi país ya prójimo, tal y como exige mi fe cristiana.
Cuando saliste a marchar, usaste las redes sociales para informarlo. Por eso quisiéramos saber qué importancia le concedes a internet en la sociedad cubana actual.
–Internet, y específicamente las redes sociales, tienen un impacto positivo y otro negativo. En las redes se manejas las llamadas “fake news”, y también noticias verídicas. Como sea, es una fuente para documentarte sobre la realidad de Cuba, porque sabemos que la prensa nacional es mayormente oficialista y sabemos a quién se debe. Esa prensa oficialista no tiene casi contrapartida, excepto por lo que puedas encontrar en internet y las redes. Claro, uno tiene que valorar qué consumir, porque en todos lados hay quien publica noticias, digamos, con errores, y así divulgan mentiras. De todas formas, hay varios periodistas y sitios que transmiten la verdad.
¿Y qué consumes tú en internet?
–Lo que más consumo son noticias sobre el acontecer económico, político y deportivo. Me gustan mucho los deportes y leer noticias. Lo otro son libros que en Cuba no encontrarías nunca, pero que se pueden descargar de internet.
¿En qué momento de tu vida advertiste el adoctrinamiento al que son sometidos los cubanos?
–Creo que fue Margaret Thatcher quien dijo algo así como que el mayor enemigo del comunismo no es el capitalismo, sino la realidad. Yo soy de la generación de los 90. Nací en el Período Especial. Todo ha sido en la vida de mi generación colas, apagones, necesidades, escasez, calles rotas, transporte público en pésimas condiciones… Y es verdad que uno crece adoctrinado. Yo crecí en una familia donde casi todos son comunistas. Eso es algo que respeto porque son mi familia y están en su derecho. Pero aun así, fue la realidad quien me quitó la venda, el chocar y darme cuenta de las cosas que estaban mal. Y esta no es la Cuba que yo quiero para mis hijos y nietos. Yo quiero una Cuba donde un hijo no tenga que irse a otro país para vivir con dignidad, una donde las familias puedan estar unidas y uno pueda desarrollarse y emprender sin ningún tipo de tropiezo u obstáculo que imponga determinada ideología. Los cubanos merecemos prosperidad y paz. Nos la merecemos porque creo que hay una calidad humana inmensa en este país, la suficiente para hacer avanzar.
Si pudieras resumir el país que deseas en tres palabras: ¿cuáles serían?
–La lista de cosas que quisiera para Cuba es un poco extensa, pero si la resumiera, sería en: Democracia, Libertad y Amor.