Emprendimiento y activismo político: una entrevista con Saily González

Ilustración: Alejandro Cañer


A sus 30 años, Saily González Velázquez, filóloga de formación, ha logrado convertirse no solo en una de las voces femeninas del emprendimiento en Cuba, sino en una reconocida activista por la democracia y los derechos humanos en el país. Esto último le ha traído más de un problema, que van desde falsas acusaciones a ciberacoso.

No obstante, esta joven villaclareña continúa apostando por un diálogo entre las distintas partes de la sociedad civil. En su activismo, las tecnologías de la información y las comunicaciones, sobre todo internet, han jugado un papel fundamental. Sobre estas y otras cuestiones, conversó con YucaByte.

Buenas, Saily.

Buenas

En Cuba, mucha gente tiene como un momento de “despertar”, por decirlo de una manera. Un hecho, un instante, unas circunstancias muy precisas que, si bien no acaban con los miedos propios de volverse incómodo a un régimen totalitario, dan, digamos, un impulso a nuestra responsabilidad social y política. ¿Cuál fue ese momento en ti? ¿En qué instante decides definirte, según puede leerse en tu Twitter, como una “activista por la democracia y el respeto a los derechos humanos en Cuba?

Fue después del pasado 11 de julio que entendí que estar libre en Cuba y la posibilidad de llegar a un número relativamente considerable de personas era un privilegio y una responsabilidad con quienes no tienen esa oportunidad. El 11J la gente salió pidiendo muchas cosas, y todas se resumen en dos básicas: una estructura de gobierno democrática, donde se entienda al gobierno como servidor público y no al revés, como pasa acá, y el respeto a los derechos humanos. Siento que es mi deber ciudadano apoyar estas causas. A que decidiera actuar con tanta intensidad ayudó bastante la disponibilidad de tiempo que me da la restricción de movimiento en Santa Clara a partir de las 12 del día y, por ende, el cierre de mi negocio acá.

¿Qué significó el 11 de julio para ti? ¿Cómo lo viviste?

Creo que el 11J fue el fin del romanticismo ese que persistía hacia el socialismo y la Revolución cubana. Salimos de dudas sobre esa “cobardía” de la cual se acusa al pueblo cubano y sobre el verdadero apoyo popular que tiene el proyecto socialista y la Revolución cubana, que no es tal.

Ese día yo vi un pueblo que salió a la calle envalentonado y dispuesto a tumbar el gobierno. Yo solo atinaba a decir: “se va a caer, se va a caer…” Por otro lado, fue un día triste que demostró que los militares y policías no se entienden a sí mismos como servidores públicos, sino como defensores de una élite en el poder.

Hablar de emprendimiento en Cuba, hoy, es complicado. Sin embargo, te defines, o en algún momento te definiste como “emprendedora y participante activa de la comunidad emprendedora cubana”. ¿Cómo te desenvuelves desde esta definición de emprendedora? Otra cosa: ¿Basta acaso con una apertura económica, como la prometida durante el último mandato de Barack Obama, para que se desarrolle el emprendimiento en la isla?

Yo me sigo definiendo como emprendedora, porque ser emprendedor no depende de tu nacionalidad ni de cuán fácil o difícil te lo pongan en tu país. Emprender es una forma de vida. Ahora mismo es un estilo de vida, una forma de ver las cosas, saber, por ejemplo, que el dinero es una consecuencia natural del valor de las cosas que aportas. Así sigo viendo la vida.

¿Participante activa de las comunidades emprendedoras? Sí, aún lo soy, porque tengo este Space todos los jueves con El Toque, a las 8 de la noche, donde se habla, fundamentalmente, de emprendimiento. Yo siempre dejo caer el poquito de política y dejo bien clara mi posición al respecto, porque sé que a algunos de mis seguidores no la comparten. Sobre el emprendimiento siempre digo que aún hay personas que todavía creen que lo pueden hacer. Mi objetivo es ayudarlos. Y si puedo hacerlo ayudando a que sus emprendimientos no tributen al enriquecimiento del gobierno cubano para que haga y deshaga, pues mejor todavía. Tal es el caso de las charlas que tengo en mi canal “Amarillo y Medio” sobre emprendimientos que ganan de manera descentralizada, que no tienen por qué tributar a llenar las arcas del gobierno cubano. Eso no quita que me guste dar claridad y visibilidad a los temas como el de las PYMES y entrar en contrapunteo con invitados. Me gusta que existan esos contrapunteos en este tipo de debates, porque no se trata de imponer, sino de que la gente aprenda a pensar por sí misma.

Sobre la otra pregunta, indudablemente, una apertura económica como la prometida, y que de alguna forma hubo durante el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos, fue sumamente provechosa, específicamente para el emprendimiento. Estoy hablando de emprendimiento, no de sociedad civil, no de lucha por la libertad ni nada de eso. Solo emprendimiento. En ese punto, una apertura económica es fundamental.

Hablemos de ClubHouse y Twitter Spaces. El primero fue bloqueado por el gobierno cubano porque decía que era utilizado para “organizar a la contrarrevolución”, y hasta algunas personas pro régimen te mencionaron en esas acusaciones. ¿Qué importancia le das a estas plataformas tecnológicas, y otras, en la construcción de una Cuba democrática desde donde único puede serlo: su sociedad civil?

Yo creo que las redes sociales son el campo de batalla que tenemos en estos momentos. Son los espacios donde tenemos un poquito más de terreno. ClubHouse, por estar bloqueada en Cuba, se hace más difícil. ClubHouse la usaba, principalmente, para comunicarme con los cubanos de fuera porque están más ahí y porque los podía invitar desde mi cuenta de Instagram, que es donde más engagement tenía. Muchas personas accedieron a estar en ClubHouse. Pero era para eso: comunicarme con personas de fuera de Cuba, contarles un poco de lo que pasaba aquí y contribuir a que no se sintieran con tanta incertidumbre, hacerles saber el sentir de nosotros aquí dentro, buscando que coincidieran o que se pudieran consensuar. Consensuar es una palabra que me gusta mucho, y buscaba que hubiese consenso entre las visiones de los de afuera y las nuestras. Buscaba unidad.

Con ClubHouse nos dimos cuenta de que la gente no entraba tanto. Y nos dimos cuenta de que era mejor hacerlo por Telegram. Yo tenía un canal entonces. Y digo “nos dimos cuenta” porque en el camino me he ido encontrando con varias personas en las cuales confío. No soy yo sola la que está haciendo ahora estos Spaces en Twitter. Somos seis en total. Gente que fui conociendo en las redes y nos hemos ido uniendo. Tenemos muchos puntos en común, pero nos complementamos, ya que no todos piensan exactamente igual. Entonces, en Telegram pasa que la gente tiene que meterse en el momento justo, es complicado. Hay gente que ni siquiera considera Telegram una red social. Y nosotros lo que hacemos es invitar a la gente y traerla a esos espacios. Lo logramos. Tuvimos audiencias de casi 100 personas. Y después decidimos que teníamos que hacerlo en todas las redes sociales: ClubHouse, Telegram, Twitter. Pero en Twitter nos dimos cuenta de que la audiencia se duplicó. Igual, seguimos compartiendo en Telegram guardando los audios, bajándole un poco la calidad y colgándolo allí.

Para mí es importantísima este nuevo formato de Twitter porque nos permite conversar, y eso es lo que necesita en estos momentos la sociedad civil cubana: conversar entre nosotros, dejar de estar divididos. Esto es lo que hacemos, aunque en principio nuestro objetivo era educar, o sea, traer a debate temas de importancia para la ciudadanía y buscar asesoramiento en esos temas. Pero luego nos dimos cuenta que es también importante unir a las iniciativas que tenemos en Cuba relacionadas con la búsqueda de la libertad.

Las redes son nuestro espacio de batalla más accesible, tal vez no del todo accesible, pero algo es algo. Y en estas plataformas todos pueden hablar y exponer sus ideas. Eso es justo lo que buscamos.

¿Qué importancia le concedes a internet en el despertar de un pensamiento crítico, o no, de la ciudadanía?

Creo que internet es un factor que influyó, pero no determinó completamente esto. Lo que determinó ese despertar del pensamiento crítico de la sociedad fue el mal manejo que ha hecho el gobierno cubano de la pandemia. Pero indudablemente internet tiene un peso fundamental, porque por ahí es donde hemos ido conversando y debatiendo. Ya sabemos que por ahí comenzaron y se expandieron las manifestaciones del 11J. 

Saily, has sido blanco de ataques y difamaciones por parte del régimen cubano en varias ocasiones. ¿Podrías contar cuándo comenzaron y cómo ha sido lidiar con esto?

Esta hostilidad comenzó poco antes del 11J, porque entonces yo criticaba al gobierno provincial de Villa Clara por el mal manejo de la situación sanitaria en la provincia y de la economía. Esos funcionarios han convertido Santa Clara en una de las ciudades más caras de Cuba. Entonces la respuesta que recibía de ellos era que soy pagada por la CIA, que era una líder de opinión y agente de cambio creada en Estados Unidos. Para eso se apoyaban en que yo participé en un Programa para Emprendedores que ofrece la embajada de Estados Unidos a jóvenes latinoamericanos, por el cual pasé unos 40 días en ese país. A quienes me acosaban, decidí bloquearlos en redes sociales.

Aquí en Santa Clara sí hay un grupito bastante activo que me gusta llamar “ciber-esbirros”. Hay perfiles falsos que difaman sobre mí. Uno de ellos hasta me dedica videos. Un día pusieron que yo tenía medicamentos, o sea, que iba a donar medicamentos y para ellos usaron una foto. El post era ordinario, que es lo que hacen ellos. Aunque ni siquiera son ordinarios, son vulgares y sin estética. Y en esa foto ponían un cartel con mi cara diciendo: “No vayas al médico, ven a mi casa”. Publicaron mi número de teléfono y hasta la dirección de mi emprendimiento. La gente comenzó a llamar. Y pasa que el teléfono que publicaron en verdad es el de mi suegra. Ellos también toman fotos mías y me acusan de anexionista y qué sé yo, pintándome como una persona muy mala.

Lo último fue que me agregaron a varios grupos de venta diciendo que yo vendía chocolate, que vendía dólares y que un primo mío iba a mandar medicinas para donar, que me contactaran. La gente me llamó llorando pidiendo medicamentos. Tomé aquello fríamente e hice un mensaje diciéndole a la gente que no tenía medicamentos ni nada, y que todo era una estrategia de estos ciber-esbirros. Estos ataques, en verdad, me molestan. Trato de que me molesten solamente y que no me afecten.

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