El Taiger (desfachatez, fashatón y leyenda)

Ilustración: Julio Llopiz-Casal

El Taiger, ese artista urbano que una vez fue conocido como “El Príncipe de Los Desiguales”, falleció a los 37 años en Miami, el 10 de octubre de 2024, luego de permanecer ingresado casi una semana en el Jackson Memorial Hospital. El día 3 de octubre había sido encontrado en el asiento trasero de un automóvil, con una herida en la cabeza provocada por una bala. Se trata de un músico que escribió y cantó al ritmo de beats de reguetón, trap, reparto, y es responsable de un legado verbal, melódico y estético que hoy pesa sobre millones de fanáticos, tras integrarse a la cultura cubana contra muchos pronósticos.

José Manuel Carvajal Zaldívar (El Taiger) nació en La Habana, en 1987. No es difícil imaginar su biografía antes de que empezara a tener notoriedad en el mundo de la música popular. Seguramente no le tocó vivir algo muy diferente a lo que le pudo haber tocado a cualquiera en esa Isla. Cuba es un país en el cual las aspiraciones de simples mortales han hecho reír a la “Revolución” durante muchos años. Hacer un sueño realidad en la mayor de las Antillas es una proeza o un suicidio. 

En la Cuba de la primera década de los 2000 no era fácil pretender siquiera ser un cantante de música urbana, a pesar de la inmensa y creciente popularidad del género en el país. El Gobierno cubano libraba una guerra solapada, pero implacable, contra el reguetón y todo lo que se le pareciera. Tenía de aliados a los moralistas de turno, a funcionarios, vacas sagradas y otros engendros del castrismo. Por una parte, culpaba a la música que quería hacer alguien como El Taiger de la vulgaridad y falta de civismo que se encargó de entronizar el propio castrismo desde 1959; pero a la vez las autoridades y la policía política ubicaban a esta música y su público en una zona gris, donde usaban esta popularidad como inhibidora del descontento popular y, al mismo tiempo, creaban las condiciones para ciertas corruptelas que luego podían usar como mecanismo de control. 

Entonces era muy común que músicos que tenían “papeles” (dígase autorización para trabajar legalmente) alquilaran esas cartillas legales a los reguetoneros que no tenían, que eran la mayoría… Hoy el castrismo ha modificado esos métodos y usa la música urbana abiertamente como un beneficio para su política, incluso exhibe a El Taiger como carta de triunfo.

En 2006, con menos de 20 años, El Taiger entró a cantar con Los 4, un grupo de reguetón que entonces era toda una institución, gozaba de mucha popularidad y, por supuesto, tenía “papeles”. Cantó en temas como Fresa y chocolate y El oro es mío, que son dos de los hits de la agrupación. En los pocos años que formó parte de Los 4 ya había perfilado un estilo. Ser artista de lo que se conoce como música urbana implica, salvo algunas excepciones, padecer una atrofia severa de la glándula secretora de autoestima. Muchas veces el ego del cantante, sus fantasías, la sensación de ser un guerrero, un elegido, son los recursos naturales de la música que estos mismos hacen. El Taiger entendió esta dinámica muy bien y creó un sello vocal, sonoro y visual que atrapó a su público hasta hoy.

En 2011, ya fuera de Los 4 y junto a Damián Carrazana (también exintegrante del grupo), creó Los Desiguales. Cuando emergió este dúo aparentemente no se diferenciaba mucho del resto de la música de ese tipo que se hacía en Cuba; pero su aporte fue que combinó, con constancia y entusiasmo, el gusto abierto por el sonido digital, las bases rítmicas de la música cubana, los estilos de música urbana de otras partes y, especialmente, los códigos de moda del streetwear y la alta costura. Los Desiguales adaptaron a esa Cuba de la segunda década de los 2000, el know how del reguetón internacional. También tomó elementos del house y del eurodance para integrarlos a su propuesta. Pero con lo que más impactó en el contexto fue con los outfits, el estilo de vida que vendía y esas letras pretenciosas y sofisticadas que sintetizaban el argot popular, la cultura del consumo y la vida nocturna. Recuerdo haber identificado un buen día que una muchacha universitaria y otra dedicada a la prostitución proyectaban una pasión similar por Los Desiguales. Nunca había visto algo así. Eran tiempos en que mucha gente proveniente del campo intelectual practicaba su gusto por el reguetón con un secretismo mezclado con algo parecido a la vergüenza. Afortunadamente, eso cambió al ritmo en que empeoraron otras cosas.

De aquellos años data un neologismo creado por El Taiger: fashatón. En los años en que Los Desiguales estuvo activo, El Taiger respondía fundamentalmente al nombre artístico de “El Príncipe”, aunque también se refería a sí mismo en los temas como “el más tigre” o simplemente “El Taiger”. En aquella época ya mencionaba mucho la palabra fashatón, que se suele asociar fundamentalmente con un género, pero va más allá. El fashatón describe, sobre todo, la actitud artística y mediática de El Taiger: se trata de una sensibilidad que busca dotar de un aspecto exclusivo y caro la vida del artista, en medio de un contexto hostil, violento, infectado de competencia, de diatribas, de corrupción y de consumo excesivo. El fashatón era la carta de presentación de Los Desiguales en la industria, pero El Taiger lo practicaba como una religión.    

Se labró un camino con energías demasiado oscuras. Fue un artista que logró ser por varios años uno de los preferidos entre el público natural de esa música, pero que no llegó a donde parecía en algún momento que iba a llegar, por muchísimas razones, unas cuantas de ellas ajenas a su voluntad.

Ya cuando Los Desiguales no estaba trabajando de manera tan intensa y El Taiger daba señales de empezar una carrera en solitario, bajo la firma del dúo se publicaban temas que parecían solamente suyos. Es el caso de Dándola, uno de sus grandes hits. Poco a poco empezó a trabajar solo y fue precisamente a partir de ese momento que su popularidad alcanzó dimensiones obscenas. 

Se fue a vivir a Estados Unidos en 2016 tras cruzar la frontera mexicana (cuenta estas peripecias en Emigrante). Gracias a ese salto firmó con Rottweilas, el sello de producción musical del cantante y productor boricua Cosculluela. En ese tiempo, El Taiger empieza a hacer trap, un género que tenía gran popularidad en el público cubano pero que rara vez había sido cultivado por un artista local. Algunos fanáticos y colegas de la industria no recibieron bien la nueva propuesta y hasta vaticinaron su declive artístico. Más allá de si lo hizo mejor o peor, un síntoma de que hay valor en sus incursiones es la pista Coronamos (Remix 2) junto a Cosculluela, J Balvin, Bad Bunny y Bryant Myers: tantas estrellas internacionales del género no se hubieran interesado en sumarse a una letra suya si no hubieran intuido algo bueno. A partir de ese momento pensé que El Taiger había conectado con la industria de la música latina a una escala superior. Eso no pasó, pero de cualquier manera siguió trabajando con la misma constancia y acaparando la atención del público cubano dentro y fuera de la Isla. Muestra de ello son pistas como La Win2, Me Kemaste o Marca mandarina. El Taiger logró seguir sonando y mantenerse entre los populares indiscutibles de toda una época. 

Fue un artista que no logró escapar de la espiral descendente de la politoxicomanía. Aunque el fanatismo en torno suyo siguió aumentando, se volvió un personaje grotesco… física y conceptualmente. 

Desde hace años vengo escuchando la historia de que cuando El Taiger emigró a la vez estaba escapando. Cuentan que se vio embarrado en un caso de tráfico de drogas, que, aunque no era quien movía la sustancia en sí, estaba bien metido en el fanguero. Se dice que la Policía logró que hablara y un grupo de personas fue a parar a la cárcel, que él libró gracias a eso y que la Seguridad del Estado ha instrumentado esa situación desde entonces. Tal vez alguna vez sepamos a ciencia cierta si esta es una verdad rotunda o una verdad a medias, pero El Taiger ya no está y es un hecho que en los últimos años, a la par de su éxito musical, su conducta mediática fue funesta y cometió más torpezas de todo tipo. Como diría un repa, “metió demasiados mojones”. 

Muchos usuarios seguramente recuerdan una aparición suya en un programa de Alexander Otaola en el cual el presentador le mostró una foto en que aparece junto a Abel Prieto (exministro de Cultura y actual presidente de Casa de las Américas). Le preguntó al respecto y El Taiger no logró salir airoso de la pregunta. Puede parecer un disparate esta comparación, pero no hay mucha diferencia entre alguien como El Taiger y el preso político Luis Robles Elizástigui. Tienen edades similares y provienen de contextos similares. La diferencia entre ellos es que Luis Robles se estuvo jamando un cable toda la vida y en un momento decidió tener un acto de honestidad que lo llevó a prisión; El Taiger logró entrar desde joven al mundo de la música y fue absorbido por ese entorno, que es una burbuja en la cual el demasiado humo empaña la superficie transparente y no se ve bien hacia la realidad de la represión política en Cuba. Casi nadie dentro de esa burbuja frota el vidrio para tratar de ver mejor hacia afuera: así son el miedo y la corrupción de espíritu. Robles estaba conectado directamente a la realidad cubana y El Taiger vivía ido del aire. El segundo era más vulnerable a ser instrumentado por el castrismo y eso, sea como haya sido, sucedió. 

Lo peor que le pasó a El Taiger en su vida sucedió en sus últimos días. Lo volvieron una especie de mamífero cárnico sometido a varias horas de cocción. Su carne se la disputaron fanáticos, socios de negocio, viejos amigos y enemigos que en el momento despejaron convenientemente la variable de la enemistad; con su sangre se hizo, con mayor o menor éxito, todo tipo de rituales y morcillas. Y lo peor de todo es que el castrismo se apoderó de su cabeza para colgarla como trofeo en una pared de Villa Marista y hacer una caldosa laudatoria a la misma vez. Que el régimen se refiera a un artista como alguien «que no ha renunciado ni a su nacionalidad ni a su amor por Cuba» es la peor de las señales. No importa si el artista ha colaborado o no con el régimen, ni si ha sido más o menos abyecto o traidor: cuando esto pasa el artista se vuelve una rosa a la que, entre pétalo y pétalo, le brotan gotas de pus.

El Taiger se jodió porque no fue capaz de darse cuenta de que pasó de tirar su pasillo en el nightclub a tirarlo en el lado oscuro. Ese traspaso lo dio a ritmo de demasiado polvo, piedra y yerba… De esa manera no es fácil darse cuenta de la transición y mucho menos lidiar con esa nueva realidad. Es triste que no haya tenido el valor de empatizar abiertamente con esa parte enorme de sus fanáticos que hoy sobrevive en la miseria cotidiana o en el presidio político. No fue capaz de correr ese riesgo como sí corrió otros. De todos modos ya no está y se fue de modo similar al que se fueron 2Pac o XXXTENTACION. Puede parecer un dato menor, pero no lo es. Partió como algunas de las leyendas del género: así se volvió leyenda él también.

Por el momento, parece que seguirán pesando mucho más sus canciones que toda la mierda a su haber. La voz de El Taiger sigue resonando al ritmo del beat, como parte de la banda sonora sentimental de millones de personas, incluido yo: “A dormir…que ya es tarde… Dile a los menores que se guarden… Salieron los mayores, buenas tardes… Se puede tener miedo, pero no ser cobarde”. ¡De pinga! El arte tiene eso. La mezquindad es de los seres humanos y el arte es para ellos. En algún punto de esa ecuación están los artistas sin privilegios y de cara a la posteridad.

(La Habana, 1984) Artista visual y diseñador gráfico. Su obra abarca el trabajo con casetes VHS, disquetes, memorias, olvidos, basura y juegos tipográficos incendiarios. El Cranbrook Art Museum de Detroit tiene dos piezas suyas en su colección. Ha publicado textos y hecho entrevistas para Hypermedia Magazine, El Estornudo y YucaByte, donde también realiza ilustraciones.
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14 pensamientos en “El Taiger (desfachatez, fashatón y leyenda)

  1. Muy buena reflexión sobre la vida del taiger espero todos la comprendan y llegue a ellos su verdadera esencia, mis respetos a usted.

    1. Excelente reflexión sobre la vida del Taiger y para los jóvenes, cuánta verdad en lo que dice, pero también es verdad y no dejo de reconocer que soy su fans y a pesar de todo eso me encanta su música, su estilo.
      Hoy en día ando por las calles y si se escucha una música es la del Taiger y no se imaginan ustedes cómo me duele 😢😢😢

  2. Solo puedo decir que todas sus canciones tenían un significado sensacional. El hombre era bueno en lo suyo. Por lo demás. Su historia de su juventud. Eso no nos incumbe de veras componía sus canciones al compás de su historia. Que en paz descanse.

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