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Asdrúbal Kindelán Garbey lleva cuatro meses preso en Santiago de Cuba por haber participado en las protestas que ocurrieron en esa ciudad el 17 de marzo de 2024. Estuvo en la carretera del Morro junto a su familia para exigir un cambio en la precaria situación que viven. Su hijo Cristian Osmauri fue detenido y él mismo comenzó a estar en la mira de los represores después de hacer una directa en Facebook denunciando la represión.
“Me inundaron la cuadra de oficiales, como si mi hijo fuera un asesino, el más buscado de Santiago. En la unidad de Policía hice una transmisión en vivo para denunciar el abuso. Enseguida me cayeron arriba, me esposaron, me decomisaron el teléfono y me detuvieron por tres días. Para salir, tuve que pagar una fianza de 50.000 pesos”, declaró Asdrúbal a CubaNet antes de ser detenido.
Arlet Perera, la esposa de este preso político, contó a YucaByte lo sucedido en la carretera del Morro: “Las personas estaban protestando, pidiendo electricidad y comida que no había, bueno, que no hay aún. Entre esas personas estuvo mi esposo Asdrúbal, con su hijo Cristian Osmauri, y la niña mía, la más chiquita. Estuvieron desde que empezó hasta que terminó la protesta, que fue pacífica y sin ninguna agresión”.
Randy Kindelán, hermano de Asdrúbal, declaró a este medio: “Como todos los santiagueros, fuimos para la manifestación de la carretera del Morro. Sin formar nada, pacíficamente gritamos ‘Patria y Vida’, y pedimos libertad y que no hubiera más hambre y apagones. Lo hicimos sin agredir, sin tirar una piedra, sin ofender ni decir palabras obscenas contra ningún dirigente”.
“Su participación fue como la de todo el mundo, porque necesitábamos comida que no había llegado”, recalcó Arlet. “Ya era 17 de marzo y aún no habían llegado los mandados de la canasta básica a la bodega. Con la corriente [eléctrica] nos estaban dando superduro en ese momento”.
A raíz de las manifestaciones en Santiago de Cuba, el mismo 17 de marzo se reportaron protestas masivas en la ciudad de Bayamo y pequeños focos en otros territorios de la geografía cubana. Pocos días después comenzó una ola represiva que buscaba amedrentar a quienes tuviesen los ánimos caldeados por los frecuentes apagones.
“Pasada una semana, llega el sábado 23 y se llevan detenido a Cristian para la unidad de Policía de Versalles”, recuerda Arlet. “Cuando llega allí Asdrúbal, le dicen que el muchacho sale en un video agrediendo a un oficial del MININT. Entonces Asdrúbal pide que le enseñen el video, y un oficial llamado Oscar Sánchez le dice que no se lo van a enseñar porque para meter preso a cualquiera no hace falta enseñar nada, que ellos meten preso a quien ellos quieran. Ahí es cuando mi esposo hace una directa en la puerta de la unidad de Versalles hablando sobre lo que pasó y lo detienen por primera vez”.
Randy detalla que era imposible que su sobrino hubiese atacado a un oficial. El joven, a quien describe como alguien “noble” al que “hay que sacarle las palabras”, solo acompañaba a su padre: “Ellos [los efectivos del MININT] estaban locos por darle golpe a la gente. Si mi sobrino hubiera agredido a un guardia, ahí mismo lo hubiesen detenido”.
Un abogado del Centro de Información Legal Cubalex, Alain Espinosa, explica a YucaByte los intereses represivos del régimen en estos episodios: “En el caso particular de Asdrúbal, ni siquiera fue detenido inicialmente por algún hecho relacionado con la protesta pacífica ocurrida en Santiago de Cuba. Su detención responde al hecho de silenciarlo para evitar que denunciara las violaciones de las que había sido víctima su hijo. Un aspecto que llama la atención es que la excarcelación de su hijo Osmauri se produjo casi al unísono de su segunda detención y a la postre encarcelamiento. El intercambiar o mantener a un miembro de la familia encarcelado es un método tradicionalmente utilizado por la Seguridad del Estado como mecanismo de control, que le permite lograr cierto efecto inhibitorio sobre todo en cuanto a libertad de expresión, para impedir las denuncias de sus violaciones”.
Wilber Aguilera Bravo, el padre del preso político Walniel Luis Aguilar Rivera, es un ejemplo de ese patrón represivo. Las continuas denuncias de Wilber han sido respondidas por el régimen cubano con detenciones y acusaciones arbitrarias.
“En el caso puntual de esta familia, ese método represivo es doble”, continúa Alain. “Respecto a Asdrúbal, hay que tener en cuenta las posibles represalias a tomar en su contra dentro de la prisión, y también hay que tener presente que sobre su hijo continúa vigente el proceso penal y la posibilidad de privarlo de la libertad. Para Asdrúbal, las violaciones de derechos humanos son múltiples y van desde la detención arbitraria y el impedirle el acceso a la justicia, hasta agravar su situación de salud al no garantizarle atención médica ni los medicamentos necesarios para sus padecimientos, los que tienen que ser cubiertos por sus familiares”.
En estos cuatro meses transcurridos, la situación de Asdrúbal no ha cambiado mucho. “Las autoridades no nos han dicho nada, solamente dicen que hay que esperar”, explica Arlet. “El instructor nos dice que su expediente está en la Fiscalía General de La Habana, que lo mandaron a pedir. Pero el abogado dice que no, que el expediente está en la Fiscalía de aquí. Estos meses han sido duros, tanto para nosotros, que esperamos una respuesta, como para Asdrúbal. Estar preso no es fácil, pasando hambre; puedes buscarte un problema o cualquier situación. Ya son cuatro meses más que duros de sufrimiento y angustia, de pasarnos muchas fechas importantes de nosotros separados. No es fácil estar lejos por gusto de la persona que uno quiere y ama”.
“Dejó tres hijos, dos niñas, una de 11 años y otra de dos. Quedó la familia rota, mi mamá está mal”, lamenta Randy.
Arlet señala que el vacío dejado por Asdrúbal es también difícil de llenar desde el punto de vista material: “Ha sido un golpe duro para todos, porque Asdrúbal es la cabeza de la familia. Se nos han dificultado las cosas, aquí no hay comida, no hay alimentos. Uno tiene que comprar las cosas a unos precios elevados. Un paquete de pollo cuesta 4.000 y pico de pesos, más que un salario. Las galletas, el refresco, todo es caro. Llevar una jaba a la prisión te sale en más de 10.000 pesos; eso no lo gana un trabajador. Nada más que ir para la prisión son casi 3.000 pesos de viaje, sin contar el regreso y lo que uno lleva. Es un gasto muy grande. Ahí tenemos que hacer mil cosas, esforzarnos entre toda la familia para poder llevarle una buena jaba a mi esposo con bastante comida para que no pase hambre. Allí solo tienen un poquito de comida, lo que le dan es una comida asquerosa”.
Desde el principio de la represión contra Asdrúbal, cuando fue liberado con una fianza de 50.000 pesos, la familia quedó muy vulnerable económicamente. “Para pagar esa fianza de mi hermano tuvimos que inventar, pedir dinero prestado y vender una laptop que teníamos ―recuerda Randy―. Cuando pagamos la fianza mi hermano siguió exigiendo por la libertad de su hijo, ¿qué padre no va a hacer eso? El que no lo haga es un loco. Mira ellos como defienden a su hijos y los tienen millonarios, porque todos los hijos de los Castro y Díaz-Canel son millonarios”.
Para Randy, es muy frustrante que los sacrificios que hace la familia para ayudar a su hermano sean en vano: “Incluso, después de llevarle las cosas con tantos problemas, no dejan pasar esto o lo otro. En las visitas siempre maltratan a los familiares. Los presos en Cuba son personas muertas en vida, igual que sus familias. Entonces todo lo que tú reclamas lo paga el familiar preso que tengas allí. Hay miles de restricciones con lo poco que uno le puede llevar, y allí las personas se están muriendo de hambre, están flacos que parecen esqueletos, las chinches se los están comiendo”.
El hermano de Asdrúbal cuestionó el apoyo que brinda la comunidad internacional a casos como este: “Yo no entiendo cómo Cuba puede tener una silla en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU después de todas las violaciones que comete la dictadura cubana. ¿Cómo una persona puede tener a Cuba sentada en una silla en ese Consejo? Mi hermano está preso injustamente, porque al oficial Oscar Sánchez le da la gana”.
“A una persona que no ha cometido ningún delito la tienen presa desde hace tres meses sin una petición fiscal, sin hacerle un juicio, sin nada. Duele en el alma ver a tu familiar en un lugar desagradable donde lo maltratan. Desde que uno llega allí es una cosa que te comprime el alma, te tratan como si fueras un perro”, insiste Arlet.
Como ya ha pasado en otros casos de presos políticos investigados por YucaByte, las irregularidades se acumulan en el proceso penal iniciado contra Asdrúbal. “Al principio decían que atentado ―recuerda Randy―, pero ahora le piden desacato. Le han negado tres cambios de medida y el abogado es una figura decorativa porque no hace nada. El abogado no sabía ni que se habían llevado a mi hermano para [la prisión de] Aguadores en el primer traslado”.
Espinosa, quien se ha encargado de asesorar a las familias de muchos presos políticos, expone las consecuencias de esas irregularidades: “Esto hace que Asdrúbal se encuentre en una situación de inseguridad jurídica extrema, sin poder defenderse o gozar de su derecho al debido proceso, y expuesto a ser juzgado y sancionado en cualquier momento bajo esas condiciones, debido a que ya se agotó el término procesal previsto para la fase preparatoria del proceso”.
Partiendo de casos como el que ha protagonizado recientemente la exjueza Melody González Pedraza, el especialista de Cubalex aconseja “mantenerse al tanto de la identidad de todos los que han intervenido en el proceso, incluido el abogado”. “Este es uno de los recursos con los que contamos como sociedad civil para presionar a todos esos funcionarios a actuar de manera correcta”, concluye el letrado.