Ilustración: Carmen Barruecos.
El pasado 17 de marzo el flujo de rumores sobre Cuba experimentó una convulsión solo comparable –aunque de menor intensidad– con la del 11 de julio de 2021. Agobiados por los largos apagones y el desabastecimiento, los cubanos volvían a las calles para protestar contra el Gobierno por su responsabilidad en la crisis. En pocas horas, las imágenes de las manifestaciones inundaron las redes.
Entre las protestas de 2021 y las de este marzo hay múltiples puntos en común, como constataron 14ymedio y Yucabyte en su monitoreo mensual: las peticiones de libertad, las consignas antigubernamentales, las pintadas y cacerolazos –que anunciaron el estallido–, la existencia de una supuesta “flota de lanchas de Miami” que venían a “ayudar” a los manifestantes, y el contraataque de los medios oficiales, que muy pronto difundieron, por todos los canales posibles, su versión.
Quienes preveían una dura reacción de la Policía se sorprendieron al ver que la represión no fue mayoritaria. Las actuaciones legales contra los manifestantes se tomaron después, cuando la Seguridad del Estado –como hizo tras el 11J– analizó el material disponible en las redes. No tardó en manifestarse la sospecha de que esta vez el Gobierno respondería con más cautela y no lanzaría una “órden de combate” como la que un descompuesto Miguel Díaz-Canel dio el 11J.
Los agentes vestidos de paisanos y los camiones de Avispas Negras –tropas especiales– cuya circulación habían reportado varios usuarios nunca llegaron a embestir a la población, de lo cual se jactaron los programas de propaganda televisiva del régimen, como Con Filo o Desde la Presidencia, creado ad hoc por Díaz-Canel para reconducir la narrativa sobre el estallido.
En las redes, mientras, se llegó a reportar la quema de monumentos de Fidel Castro en Cienfuegos y Mayabeque –con imágenes poco creíbles–, además de presuntos ataques con piedras a varios cines e instituciones estatales. Hubo también fotos de carteles con las consignas de “Abajo la dictadura” en zonas sin identificar, e incendios de tanques de basura en La Habana.
En respuesta a la oleada de protestas, se reportaron varias zonas militarizadas y cortes de internet, telefonía móvil y fija; especialmente en San Antonio de los Baños, municipio donde se originaron las protestas del 11J. Ahí los usuarios llegaron a comentar, incluso, que había más oficiales vestidos de civil que ciudadanos en la calle.
Desde Bayamo, los usuarios señalaron problemas en las comunicaciones, conexión lenta, y circulación de camiones transportando a las brigadas de tropas especiales. Desde Camagüey, se comentó la presencia de policías y oficiales de la Seguridad del Estado en parques y lugares céntricos de Florida. Asimismo, corrieron rumores de que, en algunas unidades militares de Mayabeque, ordenaron a los reclutas del Servicio Militar vestirse de civil para reprimir las protestas.
Paralelas a las protestas y en estrecha relación con ellas, otras tramas comenzaron a desarrollarse en las redes. Una de ellas fue la del supuesto asesinato del opositor José Daniel Ferrer, preso en Santiago de Cuba, uno de los epicentros de las manifestaciones. El rumor se vio atizado por las comparaciones entre Ferrer y Alexei Navalni, enemigo número uno del régimen de Vladímir Putin, cuya sospechosa muerte en prisión motivó una analogía con la situación del cubano.
La advertencia de que el primero estaba en riesgo de convertirse en un “Navalni cubano”, fue asimismo tema de varias declaraciones y artículos de opinión que circularon durante las protestas.
En lo que muchos vieron como un remedo del Aló Presidente de Hugo Chávez, el nuevo programa Díaz-Canel dio la medida de lo preocupado que está el Gobierno no solo por la realidad, sino por sus versiones en las redes. Para el mandatario, no había dudas sobre el 17 de marzo: “Estos hechos fueron azuzados por plataformas contrarrevolucionarias y políticos estadounidenses, para generar un estallido social en la Isla”. En su argumentación, era la “Cuba virtual” la que había pasado por varias jornadas de protestas, no la “Cuba real”.