Los que tienen otra opción, se van, a los que no les queda de otra, siguen «machacando en baja» y se van apagando; se hacen viejos y muchas veces la instituciones no los apoyan, reciben homenajes, sí (algunos), pero con flores y medallas no se come, ni se arregla la casa, ni se compran medicinas. Es la triste realidad de los trabajadores cubanos, de casi todos los cubanos.