Ilustración: Alejo Caner
El pacto de lealtad entre La Habana y Moscú desencadenó, durante el mes de mayo, toda una serie de rumores sobre las consecuencias de este acercamiento y los futuros planes del Kremlin para la Isla. Al margen de lo que tanto la prensa oficial como la independiente han constatado, los usuarios de las redes sociales divulgaron una serie de “conspiraciones”, denunciaron supuestos asesinatos y dieron cuenta de toda una “agenda” rusa que Cuba accedió, en teoría, a cumplir.
En el foco de los rumores –incluso entre los usuarios de otros países– estuvo la muerte del secretario de Estado y viceministro de Ciencia y Educación Superior de Rusia, Petr Kucherenko, que falleció en el viaje de regreso desde la Isla a su país.
Aunque nada parecía justificar objetivamente la acusación de asesinato, varios especularon que se trataba de un “favor” de la contrainteligencia cubana a Vladimir Putin, pues Kucherenko, de 46 años, había manifestado –según algunas fuentes– su desaprobación hacia la invasión rusa a Ucrania. El funcionario formaba parte de la abultada delegación que acompañó al vice primer ministro de Rusia Dmitri Chernishenko para celebrar varios acuerdos entre ambos países y reforzar las relaciones en múltiples sectores.
El rumor que más circuló durante el mes informa sobre los términos de esta alianza, descritos en un largo mensaje de WhatsApp con numerosos detalles de presuntas operaciones que Rusia tendría en preparación en Cuba.
Alegando enterarse por una “fuente confiable” en la cúpula del régimen, el redactor del mensaje enumeraba las condiciones para llevar a cabo la “versión cubana del capitalismo ruso de socios”. Entre las predicciones están la aprobación del uso de criptomonedas cuando convenga a Moscú, la manipulación de la emigración cubana con vistas a que invierta en la Isla y la instalación de bases militares. En el fondo del mensaje está la analogía de la situación actual con el antiguo vínculo de Cuba y Unión Soviética, que, supone el mensaje, se intenta reactivar por parte de ambos Gobiernos.
En segundo plano circuló el rumor de que una delegación del régimen cubano, incluyendo varios militares, se reunió en Palestina con el grupo yihadista Hamás. El objetivo: apoyar y brindar asesoría para que los terroristas fortalezcan sus ataques a Israel. Aunque el vínculo de Hamás con La Habana ha sido comentado en varias ocasiones, su retorno parece encaminado a argumentar la inclusión de Cuba entre los países que patrocinan el terrorismo, elaborada por el Departamento de Estado de EE UU.
El aluvión de rumores sobre la criminalidad en la Isla sigue en aumento. Los usuarios reproducen o narran acontecimientos de robos con violencia, aumento de la mendicidad y asaltos en los propios hogares. Incluso la prensa oficial –siempre de manera imprecisa y con autorización del Ministerio del Interior– ha abordado algunos de los robos y asesinatos más recientes. Sin embargo, hay pocas referencias al bandolerismo que se ha apoderado de los campos y ninguna mención a los atracos, tanto nocturnos como durante el día, en las ciudades.
Como indicador de la enorme desigualdad social en la Isla, numerosos usuarios divulgaron la fotografía de un auto eléctrico Tesla, cuyo precio oscila entre 50.000 y 100.000 dólares en EE UU, y aseguraron que estaba “corriendo por La Habana”. Aunque la foto no correspondía a una calle cubana, toda vez que se compartió, el mensaje que acompañaba a la imagen era de indignación por el escándalo de que circulara un vehículo de alta gama en un país afectado por una enorme pobreza y la escasez generalizado. Y además, eléctrico, cuando la población está sufriendo constantes apagones.