Ilustración: Julio Llopiz–Casal
Las redes sociales son el espacio más dinámico, y probablemente más efectivo, en que la sociedad civil cubana puede resistir el impacto del castrismo. Independientemente de la hostilidad y toxicidad que implica navegar en estos espacios virtuales, sobre todo cuando se trata del tema Cuba, las redes sociales son una herramienta útil, un espacio de expresión que el Gobierno ni la policía política pueden controlar o neutralizar con facilidad.
Entre estos escenarios virtuales, Twitter merece especial atención. Se trata de una red social a la que la Presidencia, el Partido Comunista y la Seguridad del Estado cubanos le dedican muchísimos recursos y energía en aras de tener alcance en ese escenario. Prácticamente no hay ningún funcionario gubernamental de peso, ni apologeta del sistema, que no tenga una cuenta en Twitter y se dedique a producir contenido propagandístico o a replicarlo.
El presidente designado Miguel Díaz-Canel Bermúdez abrió su cuenta de Twitter en agosto de 2018, el mismo año en que tomó posesión de su cargo. Independientemente de que algunos voceros del régimen, teniendo cargos gubernamentales o no, se unieron a la red social antes que el primer secretario del PCC, siguieron los pasos de su presidente y ahora suelen ser muy activos en la plataforma. También es posible identificar un patrón en su actividad: muchas veces se retuitean entre sí; los textos de sus publicaciones son prácticamente calcados unos de otros.
No obstante la presencia de los funcionarios del régimen en Twitter, hay cuentas que emplazan con sistematicidad los contenidos gubernamentales. Son interesantes especialmente los perfiles que recurren a seudónimos para encubrir su identidad. Podríamos intuir que se mantienen en esa especie de anonimato por cuestiones de seguridad, por lo que implica expresarse con libertad en territorio cubano, pero no necesariamente es así. Algunos usuarios evidencian que no viven en la Isla y aun así implementan este tipo de identidad virtual. Recurren al humor, al sarcasmo y a la sátira como registro expresivo, pero a pesar de las mofas constantes, denotan un manejo fino de la información y una agudeza notable a la hora de contestar o tuitear respecto a la realidad política cubana. Perfiles como @CubaLiborio, @edperonosheeran o @ElCaciqueUrbano dan cuenta de ello.
Uno de los usuarios más constantes y atractivos en este sentido es Taoro (@Taoro8). Sus imágenes de perfil y portada hacen referencia a una marca icónica de jugo de mango, paradigmática en el imaginario colectivo cubano de los años 80 y 90. Semejante visualidad inspira una especie de ternura que contrasta con la acidez, mordacidad y lucidez de los contenidos que genera. Contesta a los tuits de Díaz-Canel y otras figuras políticas con una constancia impresionante. Hace un uso de la imaginación y el desenfado que resultan inspiradores para cualquier usuario de Twitter que pretenda hacer algo similar. En un contexto virtual en el que la Universidad de Ciencias Informáticas (UCI) y demás tentáculos tecnológicos de la Seguridad del Estado implementan y potencian cientos de perfiles y recursos materiales para legitimar al castrismo, tergiversar el sentido de los actos de disenso y sabotear iniciativas grupales de resistencia, cuentas como la de @Taoro8 contrastan esa realidad a favor de la libertad de Cuba, es decir, le hacen el trabajo más difícil al Ministerio del Interior.
Taoro accedió amablemente a contestar varias preguntas de YucaByte:
―Asumo, por cosas que has dicho, que no vives en la Isla. ¿Cómo era la Cuba que dejaste al partir y cómo es la Cuba que ves y analizas hoy, a la distancia y a través de la pantalla?
―Vivo fuera de Cuba desde hace 23 años, desde el año 2000. Así que, parafraseando a [Renée] Méndez Capote, soy un cubanito nacido con el siglo… porque al salir de Cuba se vuelve a nacer.
La diferencia entre la Cuba que dejé y la actual es abismal. Hay un deterioro económico, político, social y humano que se va agudizando por días, pero lo que más duele es el deterioro social y humano. La economía se recupera con inversiones, pero los valores humanos son muy difíciles de recuperar en una sociedad (esto puede demorar décadas).
―Tener tu cantidad de seguidores habla, entre otras cosas, de que has dedicado muchas horas y energía a pensar la vida cotidiana desde Twitter, a intentar entender una parte de la realidad desde ahí, a través de ese filtro que es la red social. ¿Qué significa para ti tuitear?
―Tuitear ha sido una especie de exorcismo para expulsar todos los demonios que me dejó el socialismo en el cuerpo. Ha sido un mecanismo psicológico muy efectivo para eliminar todos los sentimientos negativos que me producen los actuales dirigentes cubanos, sus caprichos y sus absurdas medidas.
Lamentablemente, veo mucha polémica hoy en las redes entre cubanos que desean una Cuba libre, pero con diferentes visiones. Creo que no debemos perder tiempo ni energías en controversias que no conducen a nada y nos desgastan. El enemigo hoy es uno solo, el régimen cubano.
―Tienes un humor punzante y refinado de mucha altura. ¿Por qué usas ese registro para salirle al paso a ciertas figuras del poder en Cuba?
―El humor y el choteo forman parte de la identidad del cubano y constituyen una deliciosa herencia de nuestra influencia española. El socialismo carece de clase y de humor, es tan dogmático y surrealista que adolece de humor. Precisamente por ello me siento cómodo intentando hacerles llegar mi sentir a las figuras del poder en ese registro.
―Hay tuits respondes de manera puntual y casi religiosa. Me refiero a los de Díaz-Canel, por ejemplo. Pero me resulta curiosa y graciosa, especialmente, la manera en que interactúas con uno de los viceministros de Cultura, Fernando Rojas. ¿Por qué lo llamas a veces Camaleón?
―Fernando Rojas es uno de los dirigentes más sui generis que tenemos, es el clásico dirigente arribista, oportunista, trepador y doble moral de nuestra dispar fauna oficialista. Sabe mimetizarse para sobrevivir en cualquier medio o en un amplio diapasón de escenarios, desde llevar los negocios internos más turbios hasta blandir oportunamente el discurso estalinista. De ahí surge el seudónimo de “El Camaleón”, creado magistralmente por su archienemigo @CubaLiborio para definir a la perfección su personalidad.
―El ecosistema tuitero de los políticos en Cuba se mueve entre lo calamitoso, lo terrorífico, lo patético y lo cómico. ¿Quién te parece, entre la plana mayor del PCC, los aduladores y los exégetas que son particularmente activos en Twitter, el más representativo?
―Nuestra fauna oficialista es diversa y sombría. Lo más irónico es que absolutamente todos están conscientes de que la Revolución es hoy un proyecto político y social malogrado y fallido, pero aun así ostentan cargos y posiciones que deben defender públicamente para conservar sus puestos y las prebendas que reciben del régimen.
Como buenos actores que son, preferiría etiquetarlos como en una premiación de los Premios Óscar de la Academia, por categorías.
And the Oscar goes to…
-Calamitoso: Miguel Mario Díaz–Canel. Desde que asumió su cargo todo ha sido desgracia, adversidad e infortunio para los cubanos.
-Terrorífico: Fernando Manuel Rojas. Puede provocar risas su extravagante doble moral y caducado discurso de la Guerra Fría, pero es un personaje siniestro que hace mucho daño a nuestra cultura, a la libertad de expresión y de pensamiento creativo.
-Patético: Inés María Chapman. Me recuerda a los músicos del Titanic, interpretando su melodía triunfalista y fariseísta aun con el agua al cuello.
-Comediante: Lis Cuesta. Nunca imaginé ver un nivel de ridiculez, simpleza, falta de clase y tontería como a la que somete cada día esta primera pama. Pero al final nos divierten sus socarronerías.
-Efectos visuales: Leticia Martínez Hernández. Es nuestra Joseph Goebbels tropical. Una joven periodista encargada del triste papel de adornar y decorar a una dictadura y al déspota designado para gobernarla.
―Por último… ¿por qué Taoro?―Mi alter ego está inspirado efectivamente en esa deliciosa latica de néctar de mango que nos acompañó durante nuestra infancia. Sabores con los que crecimos y han desaparecido. Escogí la marca para que sea un recordatorio constante de cuánto hemos ido perdiendo, desde el ingenio azucarero Taoro hasta una simple lata de néctar de mango.