Ana de Armas se transfigura en el nuevo ideal de éxito para el joven cubano, que al irse de la Isla por falta de oportunidades reales, regresa exitoso y con suficiente capital para invertir en el país. Si trae además a otros turistas, hay un descuento del 10 por ciento. Desde luego, esta imagen del “emigrante económico”, que no interviene en la política pública ni cuestiona al Gobierno, constituye la apuesta del régimen, al menos en las últimas alocuciones del presidente designado Miguel Díaz-Canel.