Julio Llópiz-Casal: Cuba no es un país perdido

Ilustración: Alejandro Cañer

 

Nada como la propia carrera de Julio Llópiz-Casal para entender la naturaleza subversiva de este hombre de gafas excéntricas. A sus 38 años, este historiador del arte, artista visual y diseñador gráfico ha hecho de todo un poco: desde crear un magazín independiente como la Revista de la Vagancia en Cuba, hasta diseñar una marca de aguardiente y flirtear con el mundo de la moda y el performance. 

En los últimos años, además, ha escrito para medios como El Estornudo e Hypermedia Magazine, donde ha consolidado su reputación de artista lúcido e incómodo. Es también el autor detrás de varios carteles que, de manera minimalista, sintetizan la compleja situación política del país, marcada por un aumento de las protestas sociales y la exigencia de derechos. 

Aunque buena parte de su obra ha tenido siempre un trasfondo político, Llópiz-Casal ha declarado a YucaByte que su vinculación directa con la disidencia empezó a cobrar fuerza en 2018, cuando el presidente designado Miguel Díaz-Canel firmó el Decreto 349, que pretendía regular la política cultural y la prestación de servicios artísticos en el país.

Ese mismo año, fue uno de los artistas e intelectuales que redactaron una carta y se reunieron con funcionarios del Ministerio de Cultura (Mincult) para protestar contra los postulados del 349, al que más tarde catalogó como una «licencia para matar». «En el sentido de que le da la potestad al aparato cultural de identificar como un contraventor, como un renegado, a cualquiera, por el motivo que sea», dijo después en uno de los capítulos de la serie independiente Sin 349

A partir de entonces, fue encontrando su lugar dentro de esa generación de jóvenes artistas, activistas y periodistas independientes que en los últimos años han liderado el pulso político contra La Habana. Primero, guiado por el atestiguamiento de la represión contra sus amigas Anamely Ramos y Camila Lobón, algo que lo llevó a entender de manera más íntima la vulneración de derechos en Cuba. Después, movido por la campaña internacional por la liberación de Luis Manuel Otero Alcántara, encarcelado a inicios de 2020 bajo una acusación de daño y ultraje a los símbolos patrios por su campaña La bandera somos todos

«[En ese momento] yo sentí que había una voluntad por parte de la comunidad creativa, también vinculada con activistas y periodistas independientes dentro y fuera de Cuba, interesada en hacer todo lo posible para que Luis Manuel fuese liberado. Ese fue otro punto de inflexión muy importante para mí», dice.

Esto, unido a su relación sentimental con la periodista independiente Luz Escobar, del diario 14ymedio, lo convirtió en un objetivo de la Seguridad del Estado. 

«La primera vez que me enfrenté a algo de gran magnitud en este sentido fue unos días antes del 26 de noviembre —el día que allanaron San Isidro—, con la convocatoria que se hizo a una protesta pacífica en el Parque Central», recuerda. «Ese día, muchos activistas y periodistas amanecieron sitiados, pero Luz Escobar y yo pudimos llegar al parque, (…) hasta que fuimos interpelados por unos oficiales del Minint y un agente de civil de la Seguridad del Estado (…). Ese día tuve mi primer interrogatorio».

Desde entonces, Llópiz-Casal asegura que ha sufrido cortes de Internet, así como confiscación temporal y reseteo de su teléfono celular. 

«[Los cortes] fueron intensos en los días posteriores al 27 de noviembre de 2020 (27N). (…) [El 27 de enero de 2021 (27E)], cuando unos cuantos [artistas, activistas y periodistas independientes] fuimos metidos a la fuerza en una guagua afuera del Mincult, me devolvieron el teléfono y lo tenía totalmente reseteado. Perdí fotos, contactos, toda la información, y estuve durante mucho tiempo sin poder conectarme a la 4G»

No obstante, cree que hay razones para pensar que Cuba no es un país perdido. Una de ellas, dice, fue la protesta del 27N, cuando decenas de artistas, intelectuales y ciudadanos se presentaron ante el Mincult para protestar contra el desalojo y la detención, la noche antes, de los miembros del Movimiento San Isidro (MSI) que estaban en huelga por el encarcelamiento de su compañero Denis Solís. 

«Aunque suene romántico, ese día se ensayó lo más parecido que yo puedo imaginar a la democracia en Cuba. Fue tremendamente complejo, pero se logró gracias a que prevaleció la voluntad de intercambio. Ahí había personas que no simpatizan con los métodos de Luis Manuel Otero y demás miembros del MSI, pero a quienes les parecía indignante lo que había sucedido. Estaba en el aire que lo fundamental para que Cuba sea diferente, para que esté enfilada hacia la democracia, es que se respete la libertad de expresión, no ya para la comunidad artística, sino para la ciudadanía».

Desde entonces, los medios independientes digitales, las redes sociales e Internet en general, han jugado un rol clave en la conformación de una sociedad mejor informada de su realidad social, política y económica. Algo que, según él, la administración de Díaz-Canel no está capacitada para revertir y que, en general, le ha hecho perder la hegemonía informativa que ostentó el régimen castrista durante décadas. 

«Una sociedad civil se fortalece cuando tiene acceso a medios que le permiten expresar y discutir en torno a sus problemas», dice. «Lo que ha logrado la ciudadanía desde que hay acceso a Internet por datos móviles hasta el día de hoy, es muy superior a lo que logró desde 1959 hasta 2018. Y esa proporción es importante no perderla de vista, sobre todo de cara a tener esperanza y no desencantarse pensando que tenemos un país perdido».

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