Ilustración: Alejandro Cañer
Iris Ruiz, asegura que el gobierno cubano le impidió recibir el tratamiento médico que necesitaba. “Me negaron el acceso a tener información de mi enfermedad, qué tenía y en qué situación de salud estaba”, dice a YucaByte la actriz y presidenta del Movimiento San Isidro (MSI) en Estados Unidos.
Iris tiene 42 años y es, además de actriz, teatróloga y miembro del MSI, una artivista, una persona que combina el ejercicio del arte con el activismo político. Viene del mundo cultural, de las escuelas de arte, un mundo en el que empezó a ver prohibiciones y persecución, cosas que también vivió en carne propia.
En Cuba, además de la censura artística, Iris denuncia que sufrió violaciones de sus derechos digitales, de su derecho a la libertad de expresión, y de sus derechos como paciente.
Iris dice que la doctora que le diagnosticó una hiperplasia endometrial no volvió a contactarla, a pesar de los intentos de ella misma por hacerlo. La sospecha de una presión por parte de agentes del gobierno a esa doctora pasó por la cabeza de Iris. El 31 de marzo de 2021, cuando ella y su esposo fueron a una consulta en un hospital de La Habana, no la dejaron pasar justificando un protocolo de enfrentamiento a la COVID-19. Ella asegura que descubrió a uno de los agentes de la Seguridad del Estado que reprime a su familia los estaba siguiendo, y que una patrulla de policía la esperaba a ella y a su esposo cerca del hospital.
Ante el empeoramiento de su salud, Iris tomó la decisión de marcharse de su país para obtener la atención que requería. Pidió una visa que le permitió entrar al país por cuestiones médicas para atenderse en los Estados Unidos, lugar donde vive desde principios de octubre de 2021.
La también coordinadora del MSI en Cuba accedió a conversar con nuestra revista sobre sus experiencias en el activismo político y en la realización de arte independiente en Cuba.
“(En el país) Hay una cantidad de limitantes para hacer arte y son limitantes políticas, de la política del país, no tanto limitantes de recursos, como de la política del país.
En 1997, su pareja, el artista Amaury Pacheco, fundó junto al artista Nilo Julián González Preval el grupo Omni Zona Franca en el barrio de Alamar, al este de La Habana. Iris cuenta que las actividades culturales que hacía el grupo traían polémica e interés. La poesía y los performances de Omni en los espacios públicos llamaron la atención de las autoridades de cultura locales.
“Nosotros, desde Omni Zona Franca, entendíamos que la cultura y que el arte debía ser para todas las personas, para los cubanos y las cubanas, y que no se debía censurar”.
El grupo organizó varias ediciones del Festival Poesía Sin Fin, un evento donde, según la propia Iris, varias voces acalladas encontraron un espacio donde expresarse. Al principio, Poesía Sin Fin se realizaba en el barrio donde residían los miembros de Omni, y al igual que otras de sus actividades, fue vigilado por los oficiales de cultura del gobierno cubano.
“En ese momento todavía yo no lo sentía como un activismo, yo sentía que estaba haciendo el arte que tenía que hacer, que era lo correcto, que hacía lo correcto”.
A partir de ahí las cosas se complicaron para Iris. La expulsaron por problemas ideológicos del Instituto Enrique José Varona, donde daba clases. También el grupo Omni fue expulsado de forma violenta de la Casa de la Cultura de Alamar. El relato de Iris cuenta que la policía les rodeó y personas pertenecientes a las Brigadas de Respuesta Rápida se presentaron en el lugar con palos. Iris dice a nuestra revista que Fernando Rojas, viceministro de Cultura, les dijo que su ministerio “se divorciaba” de ellos.
Este “divorcio” les prohibió volver a presentar su festival de poesía donde siempre lo habían hecho: en su barrio, en su casa de la cultura local. La solución que encontraron fue llevar el festival a distintos hogares, repartidos por toda la ciudad. Así, desde Alamar, el arte de Omni se dispersó por toda La Habana. De acuerdo con Iris, la decisión de las autoridades les hizo crecer y les permitió acceder a más artistas.
Pero el acoso de los agentes de la Seguridad sobre Poesía Sin Fin nunca terminó. Amenazas a los artistas participantes, engaños para citar a Iris y a Amaury con la complicidad de un funcionario de la Dirección General de Vivienda, vigilancia… “Lo que hacen siempre”, nos comenta.
Activismo digital
“En el principio poder hacer una página o sostener un espacio o un blog íbamos a los hoteles, donde era muy caro”. Iris se refiere a un tiempo anterior a la llegada de internet por datos móviles a Cuba y anterior a la llegada de las zonas wifi. El internet disponible estaba limitado a los hoteles y a algunas salas de navegación.
Con la llegada de los parques wifi aumentó el acceso de la gente a la red, pero aún así no fue suficiente. Iris recuerda un performance que el grupo de San Isidro realizó en el capitolio de La Habana como protesta por el Decreto-Ley 349, una ley que pretendía limitar la libertad artística y de creación en la isla, y que el gobierno cubano decidió aplazar indefinidamente.
En el performance del capitolio participaron Luis Manuel Otero Alcántara y Yanelys Núñez; grabaron Amaury Pacheco e Iris, quien fue la encargada luego de subir los videos a internet. Iris sabía que no podía dejar que los agentes policiales se hicieran con los celulares donde grabaron los videos. “Si esto se pierde, perdimos todo, o sea, no se vio nada, nadie vio nada, no pasó nada”, decía para sí misma en aquel momento.
Finalmente, logró llegar a uno de los parques wifi, subió los videos y estos se difundieron por las redes sociales.
Para Iris, la mayor conectividad de los cubanos permitió socializar los aprendizajes y conocimientos que ha ganado la sociedad civil en los últimos tiempos. “La gente empieza a aprender a cómo luchar por sus derechos, a cómo exigirlos, a cómo organizarse. Eso pudo socializarse en estos (últimos) 5 años gracias a la internet” sentenció.