Ilustración: Julio Llópiz-Casal
Fernando Almenares Rivera es un joven de 31 años, nacido en las afueras de La Habana, específicamente en el reparto San Agustín, en La Lisa. Pero también es Nando OBDC, un rapero y artista plástico contestatario que desde tempranas edades usa el arte como herramienta de cuestionamiento y protesta política en Cuba.
Su activismo desde el arte urbano le ha llevado a ser varias veces detenido y violentado por la policía política cubana. Ello lo llevó hace unos años a intentar emigrar a Estados Unidos desde México. En este último país, Nando obtuvo una beca de intercambio de artistas. Intentó legalizar sus papeles para cruzar la frontera norte mexicana, sin embargo, fue apresado y deportado al país, luego de pasar por un centro de detención. Su deportación se debió al Memorando de Entendimiento de 2016 entre los gobiernos de Raúl Castro y Enrique Peña Nieto para “garantizar un flujo migratorio regular, ordenado y seguro”.
Desde entonces, el rapero ha sido víctima en continuas ocasiones de la arbitrariedad del gobierno cubano y sus órganos represores. La última de estas detenciones culminó con una amenaza hasta ahora poco reportada por activistas y artistas independientes: la aplicación sobre su persona del Decreto Ley 35.
Sobre este tema y sobre su carrera artística, Nando OBDC conversó con YucaByte:
¿Nando, cómo empezó tu carrera artística?
-Hace ya muchos años, sobre 2002 más o menos. Yo escribo canciones de rap desde los 10 años aproximadamente, cuando estaba en la primaria. Formé parte de un grupo de rap que duró hasta que cumplí 15 años. Ahí nos desintegramos y empecé mi carrera en solitario bajo la producción de Aldo “el Aldeano”. Eran en principio temas undergrounds, pero poco a poco fui involucrándome en el género y me inicié en las letras de protesta.
¿Por qué ese cambio en la temática de tus letras? ¿Qué te llevó a introducir temas sociales y políticos en tus canciones?
-Que soy criado en San Agustín, La Lisa, que es un barrio marginal. No hay nada de eso en mi familia, ni siquiera artistas, pero siempre tuve inclinación por el arte. Entonces, choco con la política por el lugar en que vivo y por el ver día a día cómo un sistema político asfixia a todo un pueblo. Empecé a ver cómo la gente se quejaba del gobierno en sus casas, de oído a oído, pero siempre con el temor a decirlo como hay que decir estas cosas, o sea, públicamente. Envueltos en ese temor empieza el choque de carnero a carnero y al pastor nadie le dice nada, nadie le canta las verdades en la cara.
Además del rap, también has incursionado en otras manifestaciones artísticas ¿no?
-Sí. En algún momento empecé también a desarrollarme en el mundo de las artes plásticas. Dejé el rap un poco al lado para vincularme con el grafiti, sobre todo el antisistema. Ahí colaboré muchas veces con El Sexto. Fue en ese momento que la Seguridad del Estado comenzó a seguirme y a citarme. Me exigían todo el tiempo que pusiera fin a mi obra o que, al menos, la proyectara de otra manera o que diera mensajes que no les molestara.
Recuerdo que la primera vez que me detuvieron los interrogadores decían que era por “juntarme con personas incorrectas”. Se referían especialmente a El Sexto y a Gorki, el director de la banda punk “Porno para Ricardo”. Yo todavía hacía un poco da rap, a veces colaboraba escribiendo o produciendo música con otros artistas, y ensayaba con “Porno para Ricardo”. En aquel entonces la policía política intentó presionarme para que colaborara y trabajara con ellos, pero me negué.
O sea, te dieron la oportunidad de una supuesta “redención”.
-Sí. Confieso que me afectó mucho como individuo que quisieran estructurar mi arte y prohibirme hacerla de manera libre. Pero creo en algo: para ciertos seres humanos la prohibición es una invitación a hacer las cosas. Yo soy de ese tipo de personas.
¿Cómo ha sido lidiar con la represión del régimen?
–Cuando empezaron a hostigarme, por supuesto, no era fácil acceder a las redes sociales. La represión por entonces se aguantaba en silencio, y no recuerdo que se documentara como se hace hoy por internet. Han sido muchos encuentros, muy desagradables todos. La Seguridad del Estado ha ido de aparecerse en mi casa a las 7 de la mañana para “advertirme” y “prevenirme” de que me expulsarían del país, hasta golpearme.
El día 12 de julio ocurrió una de esas golpizas, ¿no?
–Exacto. Fue a raíz de las manifestaciones del día anterior. Fue por vestir un pullover que decía “EXPRÉSATE” junto a una bandera de Estados Unidos. Según ellos yo llevaba “un símbolo de la contrarrevolución”. Ese día se me quedó grabada la cara del agente que me atendió. Después lo vi en varios videos, así que logré hacerle una foto y subirla a las redes sociales.
Y esa foto fue el detonante de la última detención. ¿Cómo sucedió?
-Esta última detención fue de una hora y media de amenazas y ofensas. Me dijeron que tendría que irme al menos de La Lisa, porque se iban “a poner pa’ mí” y me iban a “abrir fuego”.
Un agente de la Seguridad del Estado me dijo también que me encerraría en un calabozo y que ahí nos fajaríamos. Además, me advirtieron que si salía a la calle el 15 de noviembre me iban a caer a golpes y a meterme preso. Esas fueron las palabras del agente “Mario”, supuesto jefe de la Seguridad del Estado en La Lisa. Aunque lo verdaderamente incómodo fue como se presentaron en mi casa, como si yo hubiese cometido un delito, sin presentar orden o citación alguna. Lo hicieron delante de mi abuela, que está bastante enferma.
Finalmente me dijeron que me acusarían por difamar a uno de sus agentes, y que me aplicarían el Decreto Ley 35. La razón fue haber publicado aquella foto del agente de la Seguridad del Estado en redes sociales.
¿Desde tu experiencia, crees que la represión política en Cuba está también marcada por el racismo?
-Sí lo creo. Cuando me dicen que me pueden golpear y abusar por “no ser un intelectual” me están valorando por mi color y por el barrio marginal donde vivo. El racismo es algo que funciona de manera estructural en el país, así que está arraigado igualmente en esos órganos represivos. Si me dicen en un interrogatorio, como han hecho, que “con este color” debiera estar agradecido a la Revolución… ¿Eso suena o no racista? Pues lo es.