Católicos cubanos en las redes

Católicos cubanos en redes sociales: la fe en el cielo y los pies sobre la tierra

La onda expansiva de San Isidro

Los sucesos acontecidos del 16 al 26 de noviembre de 2020 en la sede del Movimiento San Isidro (MSI) resultaron un parteaguas en la historia de la sociedad civil cubana de las últimas décadas. La situación de los huelguistas y el violento asalto a su sede motivó toda una ola de protestas e iniciativas de enfrentamiento pacífico al poder estatal que dio paso, por ejemplo, al grupo 27N. Sin embargo, ese despertar cívico llegó mucho más allá de los artistas e intelectuales. Podría decirse, incluso, que se extendió hasta buena parte del clero de la Isla.

Desde entonces, la voz de varios sacerdotes se ha hecho cada vez más presente en la esfera pública cubana, sobre todo, desde las redes sociales.

El 24 de noviembre de 2020, el sacerdote David Pantaleón, superior de los jesuitas en Cuba, denunció en Facebook que una monja intentó llegar a la sede del MSI para dar asistencia religiosa a los huelguistas. Sin embargo, contó Pantaleón, la Seguridad del Estado le impidió el paso.

 

 

“Hasta en la celda de un criminal confeso, en cualquier lugar del mundo, se permite la visita del que trae el aliento de la fe. Hasta los presos condenados a muerte mantienen esos derechos. Nos duele todo esto”, escribió el sacerdote.

En principio, su denuncia se limitaba a protestar por el derecho a asistencia religiosa que les fue negado a los huelguistas, una cuestión de cristiana caridad y de derechos, no de política. Sin embargo, en el mismo texto también señaló David Pantaleón:

“No podemos cerrar los ojos y mirar hacia otro lado. No se trata solo de quien tiene la razón o no. No se trata de ideologías de izquierda o de derecha. Se trata de cosas tan simples como el derecho a vivir, a expresar lo que se piensa, a dialogar las diferencias sin ‘satanizar’ al contrario, a que se respete la dignidad de todos y todas.”

Durante la huelga de San Isidro también fue divulgada en redes sociales una carta abierta firmada por más de 200 personas entre sacerdotes, monjas y laicos. En la misiva, los firmantes pedían una solución pacífica y orientada al diálogo por parte de las autoridades cubanas para evitar la muerte de los huelguistas.

 

 

“Algunos tenemos posiciones políticas semejantes a las de los miembros del Movimiento [MSI], otros estamos en desacuerdo total o parcialmente con sus ideas o con sus modos de expresarlas; pero todos estamos convencidos de que el hostigamiento, sea coordinado o permitido por los agentes del orden, no es solución», rezaba el documento, que también recogía el deseo de quienes lo subscribían a tener “una Patria en la que se pueda pensar diferente y manifestarlo”.

Un año de crisis y de fe

Según la revista Aleteia, de corte religioso, específicamente católico, el 2020 fue un año difícil en Cuba debido a la llegada de la pandemia de la Covid-19 y al agravamiento de su crisis económica. Sin embargo, resalta este medio, fue también un año en que se fortaleció la presencia de la Iglesia en el país, y no solo por el acompañamiento, apoyo y asistencia a los más vulnerables.

Durante el 2020, la televisión cubana transmitió diversas misas dominicales, así como celebraciones de importancia para los católicos desde el Vaticano, como las de Semana Santa y Navidad. En las radios provinciales, también reseña este medio, se abrieron espacios para alocuciones diocesanas. Todo ello da muestras de un contexto muy distinto al de décadas atrás, cuando el Estado cubano y la Iglesia católica convivían en constante tensión, sobre todo desde que el primero prefirió no pronunciarse en contra de la discriminación por motivos religiosos en la Constitución de 1976. Finalmente, en 1992, en una reforma constitucional, el Estado asumió el laicismo.

Hacia finales de año resaltó el Mensaje de Navidad al Pueblo de Cuba emitido por la Conferencia Episcopal del país, cuyo contenido recogía varios de los anhelos y preocupaciones más importantes de los cubanos frente a la difícil situación económica, política y social que desde entonces se vive. También destacó por esas fechas el mensaje de Navidad del arzobispo de Santiago de Cuba, Dionisio García Ibáñez, que fue transmitido en vivo por la emisora santiaguera CMKC Radio Revolución. En su alocución, el arzobispo expresó:

“Otra nota que hace diferente esta Navidad y Fin de Año es la situación económica que está afectando a nuestras familias y pueblo: el aumento de los precios, la carestía de la vida y la escasez de productos de primera necesidad (…) Es natural entonces que estemos viviendo momentos inevitables de confusión e incertidumbre.»

Los pies sobre la tierra

Al menos desde el 1 de noviembre de 2020, Alberto Reyes Pías, párroco del municipio Esmeralda y perteneciente a la Arquidiócesis de Camagüey, se manifiesta desde su perfil de Facebook contra las injusticias cometidas al amparo del sistema político cubano. En aquella ocasión, como parte de una serie de post bautizados como “Crónicas del Noreste”, escribió:

«Cuba es una cárcel grande donde, si te portas mal, te meten en otra más pequeña. Y como cárcel al fin, nos sentimos controlados. Tenemos miedo a decir lo que pensamos, a decir lo que queremos. Tenemos miedo a que de un modo u otro nos bloqueen el estudio o el trabajo, que nos hagan la vida más difícil de lo que ya es (…) Siempre quise decir esto: el comunismo es una gran mentira”.  

Tres meses después, este sacerdote camagüeyano protestó desde las redes sociales por la intimidación a la que estaban siendo sometidos los firmantes y simpatizantes con la carta pública He visto la aflicción de mi pueblo, que el 24 de enero de 2021 fue publicada y respaldada por más de 730 personas, entre monjas, curas y laicos.

“Algunos han sido coaccionados a no firmar o a retirar sus firmas. En todos, el mismo denominador común: miedo, miedo, miedo, un miedo paralizante que se nos ha metido en los tuétanos y que nos detiene, un policía interior severo y amenazador (…) Si bien el Movimiento San Isidro marcó un antes y un después en el medio cultural, parece ser que, dentro de la Iglesia cubana, laicos y ordenados jóvenes están tomando relevo de las viejas generaciones (…) Un gobierno puede reprimir a una persona, en un lugar, en un momento, pero no puede reprimir a todas las personas, en todos los lugares, en todos los momentos”, escribió Reyes.

Pero ¿qué dice esta carta que tanto incomoda al poder político en Cuba?

En primer lugar, el texto hace un exhaustivo análisis de la realidad cubana. Reconoce que en la Isla existen diversidades económicas e ideológicas que el Estado se niega a reconocer. La carta también hace énfasis en el acceso a Internet como un medio para evidenciar y desarrollar la diversidad de pensamiento en la sociedad cubana actual.

“El acceso a internet y a las redes sociales, aunque limitado y monitoreado, ha roto la barrera estatal que contenía e incluso impedía el flujo de información y la capacidad del ciudadano común para generarla. Precisamente este creciente fenómeno de comunicación social manifiesta que existe una diferencia entre la opinión pública y la opinión oficialmente publicada. Hay una realidad que no se publica, negándola en nombre de la ideología”, puede leerse en el documento.

La carta también reconoce el colapso económico en la Isla, la incapacidad para evolucionar del sistema político cubano, denuncia la represión ejercida sobre quienes piensan distinto a la ideología del poder, se posiciona contra la corrupción, las tiendas en Moneda Libremente Convertible y todo lo que ha llevado a una situación de mendicidad a las familias cubanas.

“Necesitamos superar el autoritarismo, de manera que se evite ‘la tentación de apelar al derecho de la fuerza más que a la fuerza del derecho’ y todos los hijos de esta tierra podamos sentarnos, en igualdad de condiciones, en la mesa de un diálogo nacional, pues Cuba es de todos y para todos los cubanos. No es ético adjetivar la Patria y conceder carta de ciudadanía a unos pocos privilegiados miembros de un partido.”

Rolando Montes de Oca, sacerdote perteneciente a la Arquidiócesis de Camagüey y uno de los redactores de He visto la aflicción de mi pueblo, declaró a Radio y Televisión Martí sobre el objetivo de la carta:

“Nuestro deseo es que ayude a pensar. Nuestro documento va por allí, una reflexión, un mensaje que ayude a pensar y a actuar ya, desde ahora, cada uno desde la propia libertad personal.”

Montes de Oca, al igual que el sacerdote Alberto Reyes, dio cuenta de varios intentos por desacreditar la misiva haciéndola ver como una incitación a un levantamiento popular violento contra el Gobierno.

“No es un documento que incite a la violencia, ni a la agresividad, ni nada por el estilo. Eso es muy ajeno a nuestro pensamiento, nuestra manera de ser. Hemos sido, a veces, acusados de eso, de una manera gratuita y manipuladora, pero en realidad nuestro deseo es pensar juntos, y responder juntos a los desafíos que tenemos delante”, dijo Montes de Oca en la entrevista.

El despertar de la conciencia política de muchos miembros del clero ha ido más allá de esta carta. En ocasiones, este despertar se manifiesta durante sus labores religiosas con los feligreses, algunas de las cuales han logrado trascender gracias a las redes sociales. Tal es el caso de Kenny Fernández Delgado, párroco de la iglesia de Madruga, en Mayabeque.

El 3 de enero de 2021, circuló en Facebook el video de una homilía efectuada por este párroco en celebración del Día de la Epifanía.

“Hoy, en nombre de Jesús, le pedimos a todos los seguidores del rey Herodes, los dictadores y tiranos de hoy, que se arrepientan, y se conviertan de sus malas obras (…) Les pedimos que pongan la Patria y la bandera por encima de ellos mismos, y de cualquier partido o movimiento social. Y que se abran al diálogo con todos los sectores de la sociedad, como mejor salida a la crisis que vivimos”, dijo Fernández.

Luego señaló:

“Le decimos al pueblo, en nombre de Jesús, nuestro Dios, que si guarda silencio ante las injusticias de un gobierno, cualquiera que sea, será cómplice de las injusticias de ese gobierno (…) Si apoyamos un acto de repudio a los que piensan o se expresan diferente al gobierno, somos cómplices. Si callamos ante las mentiras de la televisión y los medios de comunicación, o nos prestamos para divulgar las mentiras de otros…, somos cómplices. Si guardamos silencio ante una injusta subida de precios… si no protestamos ante unas injustas tiendas en las que se vende en una moneda que nadie puede adquirir con su salario… y cualquier otra injusticia que exista o pueda existir… somos cómplices. Por tanto, ante tan gran manifestación de luz en este niño-Dios, hagamos el compromiso: de romper la cadena de miedo, mentira, división y silencio cómplice que nos esclaviza. Esa cadena la romperemos con la fuerza del amor, la verdad, la unidad, y protestando sin violencia, sin rencor.”

De igual forma, Maykel Gómez Hernández, diácono salesiano de la Parroquia de San Juan Bosco, en La Habana, expresó en su homilía de Navidad de 2020 varias ideas que cuestionan la consigna política del gobierno cubano “Las calles son de los revolucionarios”, que sirve para justificar la represión contra activistas y opositores.

“No podemos, no tenemos el derecho de decir que nuestras calles son para unos o para otros. Nuestras calles son de todos, de todos los que nacimos aquí, estemos o no. De todos los que vivimos aquí y amamos esta tierra, tierra de Dios, tierra de la Virgen de la Caridad del Cobre”, dijo el diácono.

Entre los sacerdotes que han optado por posicionarse abiertamente respecto a la grave crisis económica, política y social de Cuba está el párroco camagüeyano Castor Álvarez Devesa, quien en julio de 2017 se atrevió a ofrecer una misa en la sede de las Damas de Blanco. Castor Álvarez Devesa también es conocido por ser uno de los curas firmantes de una carta dirigida a Raúl Castro en 2018 que cuestionaba el sistema electoral cubano:

“En Cuba hay votaciones, no elecciones. Urgen elecciones donde podamos decidir no solo nuestro futuro, sino también nuestro presente.”

Otra de las voces críticas dentro del sacerdocio cubano ha sido también la del camagüeyano Fernando Gálvez, quien oficia la iglesia de San José de Lugareño y defiende la idea de que las cuestiones políticas del país también incumben a la Iglesia católica. El 9 de noviembre, en su perfil de Facebook, escribió sobre esta cuestión:

Como ciudadano cubano, como creyente y como sacerdote, en pleno uso de mi conciencia he sentido, al igual que algunos de mis hermanos en el sacerdocio, el deber ineludible de iluminar a nuestro pueblo hablando claramente de nuestra realidad (…) ¿Cómo es posible vivir de manera anodina frente al entramado político? El cristiano se ha de identificar por su implicación en la búsqueda del bien y la verdad; por su participación en la vida política, económica, social, moral; y por su reacción ante las situaciones humanas (…) ¿Cómo podríamos decir que defendemos los intereses de Dios si dejamos en manos de inescrupulosos la vida de las personas? ¿Hacia qué futuro de tinieblas caminamos? Con una actitud pasiva, insulsa o discreta en demasía solo nos estamos construyendo una sociedad inhóspita, alejada del sueño de Dios.”

Los pronunciamientos de estos sacerdotes parecen haber incomodado al régimen y sus partidarios, quienes han lanzado contra ellos las mismas campañas difamatorias usadas para deslegitimizar a los activistas cubanos. Por ejemplo, Razones de Cuba, un blog oficial amparado por Cubadebate, publicó un texto en enero de 2021 que acusaba a los firmantes de He visto la aflicción de mi pueblo de ser “contrarrevolucionarios” que cuentan con “apoyo mediático de Miami” y financiamiento de “agencias de inteligencia de Estados Unidos”. Como argumento, el blog hace énfasis en dos firmantes, José Daniel Ferrer y Dagoberto Valdés, a quienes llama “dos connotados agentes al servicio de Estados Unidos”. Su principal tesis es que existe una “contrarrevolución cobijada tras la cruz y la sotana.”

Por esas fechas el cantautor Silvio Rodríguez apoyó en su blog Segunda Cita una idea similar a la defendida por Razones de Cuba. En esa ocasión se trataba de una “declaración” del analista político afín al régimen Esteban Morales “contra los enemigos de la Revolución”. En el texto, Morales afirmaba que tras el posicionamiento político de algunos sacerdotes se esconde la intención de “llamar a una guerra contra el poder revolucionario en Cuba”.

La respuesta del régimen no solo se ha manifestado en textos difamatorios, sino también en actos de intimidación sobre los sacerdotes que se pronuncian contra el sistema. El propio Fernando Gálvez fue amenazado y difamado en varias ocasiones debido al contenido político de sus sermones y su abierto respaldo a las voces disidentes del país. Sobre ello escribió en Facebook:

 “Desde hace varios días me llegan comentarios cada vez más insidiosos, sobre mi persona, y sobre la Iglesia en general a la cual está obviamente ligada mi persona. La desesperación por desacreditarme ante el pueblo los ha llevado a torpezas tan evidentes que, lo que debió ser un secreto, ya es un clamor que intimida a los más débiles y estimula a los más libres y despiertos.”

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