Médicos cubanos

Tres médicos contestatarios desafían al gobierno en las redes sociales

Johan

En  febrero de 2021 Johan Pérez Leyva, médico tunero especialista en Medicina General Integral, narró durante una directa en Facebook cómo había sido  su encuentro con la Seguridad del Estado.  El día anterior, también en redes sociales, había hablado sobre esta citación, la cual las autoridades sanitarias de la provincia intentaron disfrazar de una simple reprimenda por haberse ausentado a una guardia. Aun así, Johan sospechaba sobre las verdaderas intenciones del encuentro.

Me aclararon que, de yo continuar, corría el riesgo de que en otra ocasión nos volviéramos a ver allí, y entonces ya no iba a ser un tema profiláctico. Ya sería para imponerme una sanción.– dijo sobre ese día a Radio y Televisión Martí.

En la cita, cuenta, un agente de la Seguridad del Estado, otro de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR) y dos  burócratas del sistema de salud le cuestionaron éticamente por haber publicado en sus redes sociales un video en el que hablaba sobre la escasez de medicamentos e insumos hospitalarios básicos en la provincia. También le criticaron el haber compartido imágenes de un anciano postrado, cuya familia, de escasos recursos, no ha recibido ningún tipo de asistencia social ni podido conseguir una silla de ruedas para el enfermo a causa de la ineficiencia del sistema médico en la provincia. Como sanción, dijeron, le retirarían el 10% de su salario.

Tras el interrogatorio, el discurso de Johan se volvió una respuesta a la censura y las amenazas sufridas. Lo que inició con una labor de concientización en redes sobre los casos médicos y sociales críticos desamparados por el Gobierno, terminó en una declaración de principios políticos.

Una cosa les digo: yo no voy a cambiar mis ideales, lo que pienso, lo que defiendo y por lo que lucho. No voy a cambiarlo aunque ponga en juego mi título, aunque eso ponga en juego mi trabajo (…), porque tampoco pienso apoyar un sistema que está creado a base de mentiras, a base de cifras infladas, a base de datos inventados (…) Mis convicciones no me las va a quitar nadie.– expresó en redes sociales.

Aunque no catalogue así su labor, Johan es un activista social que trasciende las meras denuncias en redes sociales y también las funciones  a las que el Gobierno cubano limita el trabajo de un médico. Gracias a su presencia en redes sociales ha ganado seguidores, muchos de ellos también colaboradores con la tarea de asistencia social y material a personas que lleva por su cuenta el médico tunero.  

La inoperancia del sistema de asistencia médica y social en la Isla, sumada a las presiones institucionales ejercidas sobre Johan, han provocado una evidente radicalidad en su discurso. Su crítica social, a golpe de intimidaciones, se ha corrido también al plano político. Quizás nada lo demuestre mejor que sus palabras en una directa realizada el 24 de febrero de 2021:

Esto no es contrarrevolución. Yo solo reclamo mis derechos como ciudadano y mis derechos como médico, para que después no vengan a decirme que si opositor, que si gusanera (…) – y luego concluye- Y es Patria y Vida lo que hace falta. Patria y Vida es lo que le toca a mi pueblo, a mi familia, lo que quiero para mi hijo.

Manuel

Manuel Guerra, médico, holguinero, de 27 años, suele hacerse muchas preguntas. Son preguntas sencillas, que lanza desde su perfil de Facebook y pone a disposición de todos sus amigos y seguidores. Manuel se pregunta cómo es posible que tantas patrullas de policías recorran las calles del país mientras las ambulancias yacen rotas o inactivas por falta de combustible, y cómo es posible que esas mismas patrullas acudan con premura a reprimir la libre expresión de los ciudadanos mientras las ambulancias pueden tardar horas en socorrer una urgencia médica, o cómo es posible que un vertedero de basura crezca hasta convertirse en un grave problema sanitario ante la mirada pasiva de los funcionarios políticos holguineros.

A veces, sin embargo, Manuel lanza preguntas difíciles como, por ejemplo, de qué manera decirle a una paciente embarazada, pobre, con antecedentes de abortos, que faltan insumos de calidad en el hospital y que la criatura que nazca solo será una boca más para alimentar en una familia desamparada por  las políticas sociales del Gobierno.

No funcionamos como sistema pero cómo se lo explico a ella si en el hospital no puedo hablar nada que tenga que ver con políticaescribió en un post.

Parte de la respuesta a su pregunta tal vez esté en el hecho de que vive en un país donde preguntarse estas cuestiones es un delito político.  Lo que sucedió el 29 de noviembre de 2020 lo confirma.

Ese día, Manuel Guerra fue detenido por agentes de la PNR y de la Seguridad del Estado. El arresto fue antecedido por una suerte de cerco policial que terminó con varios individuos entrando de forma violenta a su casa y lanzándose sobre él para arrebatarle el celular desde el cual transmitía la detención. Fue liberado horas después.

 

Con sus publicaciones en redes sociales se ha ganado constantes muestras de apoyo y solidaridad de parte de muchos cubanos, y también el acoso continuo de la policía política sobre él y quienes le rodean.

El 6 de octubre del pasado año, al llegar al Hospital Municipal Nicodemus Regalado, donde trabaja, varios de sus compañeros le comentaron que en la jornada anterior un agente de la Seguridad del Estado se presentó en el centro para hacerles preguntas sobre Manuel. Ese mismo día citaron a otros seis conocidos suyos para interrogarlos. Les preguntaron, según cuenta el médico holguinero en Facebook, sobre cómo se expresaba Manuel en público. La Seguridad del Estado también quería saber si había incitado a otros a actuar y hablar contra el Gobierno.

Un mes más tarde, un vecino de Manuel fue criticado en su centro laboral por reaccionar positivamente a los post del médico. Mediante amenazas, lo obligaron a retirarle su amistad en Facebook. Este puede ser el precio de un simple “like” en Cuba.

Pupo

El caso del neurocirujano holguinero, de 31 años, Alexander Pupo, trascendió cuando, el 29 de septiembre de 2020, fue expulsado de manera definitiva del sistema de salud. La expulsión era hasta cierto punto previsible. Unos días antes, un comité de ética le había echado en cara que, si bien no podían juzgarle por algún tipo de negligencia médica, sí podían hacerlo por lo que publicaba en Facebook.

En el imaginario social un médico no puede decir esas cosas.- contó Pupo a YucaByte que le dijeron.

Pero ¿qué dijo Pupo para merecer su expulsión?

Nada que no pudiera decir, y también todo lo que no se debe decir en un país donde la libertad de expresión no es un derecho.

Desde las redes sociales, este médico ha hecho públicos varias de las deficiencias del sistema sanitario del país, destruyendo así el mito de la “potencia médica cubana” que el Gobierno busca vender al mundo. Ha criticado también las políticas económicas de la Isla y el abusivo trato que reciben los galenos en las llamadas “misiones internacionalistas”, todos temas sensibles para el régimen.

Como respuesta, además de su expulsión, Pupo ha recibido un acoso constante de parte de perfiles falsos y anónimos blogs oficialistas (o al menos citados como fuentes fidedignas por los medios oficiales), dedicados a vulnerar su intimidad y a difamarlo. Incluso, llegaron a afirmar que el neurocirujano holguinero respondía, como una marioneta, a las órdenes del expresidente estadounidense Donald Trump.

Entre los galenos cubanos que osan expresarse libremente y, por ende, sufren los métodos represivos del régimen, Pupo es algo así como una suerte de líder. Entre sus proyectos está reunir a varios médicos de dentro y fuera de la Isla, conectarlos a todos y crear un espacio digital que reúna sus testimonios sobre la realidad de la medicina cubana y la trama de injusticias que esconden las misiones médicas en el extranjero.

Médicos rebeldes

Las historias de Johan, Manuel y Pupo revelan varios detalles que pudieran explicar el significativo aumento de las voces disidentes en Cuba.

Las tres historias demuestran el peso político que han alcanzado las redes sociales en la Isla como amplificadores del descontento ciudadano. Facebook, por ejemplo, es quizás lo más parecido a una esfera pública realmente democrática que existe en Cuba. Es un espacio de libertad donde la represión no puede actuar de manera proactiva, por lo cual se muestra bajo las formas del acoso y la amenaza. Luego, en la realidad analógica, es que desata su naturaleza violenta.

Por otro lado, en los tres casos queda demostrado que el Gobierno cubano crea con la represión sus propios enemigos. Antes de radicalizarse políticamente, Johan, Manuel y Pupo solo ejercían su derecho a opinar libremente sobre una realidad que les es de sobra conocida y que, por demás, les compete dadas sus profesiones. Los tres, en principio, realizaban desde las redes una labor mucho más cercana a la crónica social y al activismo que a la disidencia política, algo que no supo ver el régimen y por lo cual accionó sobre ellos métodos represivos. Al seguir el desarrollo del discurso público de estos médicos, es fácil apreciar cómo sus planteamientos y expresiones ideológicas tomaron forma al calor del hostigamiento por parte de la Seguridad del Estado.  

Los órganos represivos cubanos, desde la confrontación, han querido hacer de ellos disidentes políticos. Tal vez el Gobierno cubano prefiera olvidar la esencia del juramento hipocrático, que es velar por la salud de las personas y apartar de ellas” todo daño e injusticia”. Johan Pérez, Manuel Guerra y Alexander Pupo no lo olvidan porque se saben, antes que todo, médicos.

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