“¿A alguien más en Cuba, que use el servicio de Etecsa, le entran llamadas de estos números que salen en la foto que comparto?”, escribía la periodista Mónica Baró Sánchez el pasado 15 de febrero en su muro en Facebook. En la imagen, aparecían cuatro llamadas perdidas provenientes del extranjero, todas de números no registrados. La publicación de la reportera generó 160 comentarios y se compartió unas 10 veces. Muchos de los que respondieron estaban en la misma situación, y algunos, curiosamente, lo siguen estando.
“Estas fueron ayer”, dijo a YucaByte Ismario Rodríguez, también periodista, el 9 de marzo vía WhatsApp. Lo siguiente no asombra: una captura de pantalla con dos llamadas perdidas del extranjero. Una a las 11:00 de la mañana y otra a las 6:00 de la tarde, con números distintos. Para ese entonces, ya estaba circulando un aviso institucional.
La respuesta de Etecsa —la única empresa de telefonía móvil en Cuba— al fenómeno apareció el 19 de febrero en medios oficiales como Cubadebate, redes sociales y el propio sitio web de la compañía. En la nota, el monopolio advertía que si al responder una llamada internacional no se escuchaba a ningún interlocutor o se cortaba la comunicación, lo mejor era no marcar de regreso para proteger el saldo “sin incurrir en gastos no deseados”.
Además, añadía que, “a propósito de la informatización de la sociedad, Etecsa divulga estos consejos útiles de manera sistemática con el objetivo de garantizar un disfrute más seguro de sus servicios”. Sin embargo, este mensaje en particular llegó, mínimo, nueve meses tarde.
“Sí, me llamaban bastante”, escribió en el post de Facebook Claudia Padrón Cueto. Sin embargo, confesó a YucaByte que desde agosto de 2019 no reside en Cuba, por lo que las llamadas fantasmas que recibió fueron antes de ese mes.
Lo mismo le ocurrió a Isabel Echemendía Pérez, periodista cubana que cursa una maestría en la Universidad Iberoamericana. La llamada fantasma más antigua que conserva su teléfono data del 29 de mayo. No obstante, ella fue un poco más allá: marcó de regreso.
“Básicamente lo hice porque estaba esperando una carta de invitación de la universidad mexicana a la que venía. Le había llegado a todo el mundo menos a mí”, dice vía Messenger. El documento, explica, sería entregado a través de la empresa Deutsche Post (DHL) y haría escala en Madrid.
Al establecer la comunicación, la voz que escuchó Isabel tenía acento español y parecía una contestadora. Ese detalle la convenció para mantenerse en línea durante un minuto. Pasado ese tiempo, la llamada se cortó.
“A veces he recibido llamadas de Estados Unidos con 00 delante, pero es de mi familia”, declara. “Esta no”.
Para junio de 2010, el código 00 que agregaba Etecsa identificaba a las llamadas libres de costo, tanto algunas de las realizadas entre móviles cubanos como las provenientes de otros países. En el caso de las llamadas internacionales entrantes, estas eran —y son— gratuitas porque constituyen una vía de ingreso de divisas a la compañía, es decir, la empresa donde se origina la llamada le paga a Etecsa.
En 2012, se eliminó el 00 para las comunicaciones entre los celulares en la Isla y se mantuvo para las internacionales. Pero con la puesta en marcha del internet por datos móviles en diciembre de 2018 y la expansión de servicios de mensajería como WhatsApp y Telegram entre los cubanos, el código comenzó a entorpecer el funcionamiento de las aplicaciones.
Tanto Telegram y WhatsApp utilizan los números agendados en el móvil. Si dichos contactos fueron guardados con el 00, las aplicaciones no los reconocen; si fueron salvados sin él, al recibir una llamada telefónica común no serán identificados como contacto.
A esto se le suma que el 00 añadido impide que los teléfonos más avanzados reconozcan de qué país proviene la llamada, como le sucedió a Isabel. De no existir ese código, quizás hubiera sabido que ninguna de las 23 llamadas que recibió entre el 29 de mayo y el 11 de julio provenían de España o México.
De 107 registros de llamadas a los que tuvimos acceso y analizamos desde YucaByte, solo dos números corresponden a países americanos: Estados Unidos y República Dominicana. El primero, además de llamar al autor de este trabajo, contactó en enero a José Roberto Loo Vázquez, en Santiago de Cuba.
José Roberto respondió la llamada por una simple razón: esperaba conversar con una amiga italiana. Al escuchar una voz femenina que lo saludó, pensó que era ella. Sin embargo, la mujer le aclaró que no era quien él esperaba.
“Yo me llamo Luisa”, recuerda haber oído Loo Vázquez. “Yo te he visto por la calle de San Basilio. Yo te llamo para que pongas otras imágenes, otra realidad. Yo soy de Clandestinos”, le dijo la voz y enseguida le colgó.
Con poner otras imágenes, “Luisa” se refería a que el proyecto El Chago —que administra José Roberto— debía promocionar imágenes de contenido más político y de menos corte turístico. Con Clandestinos, mencionaba un grupo opositor cubano que se encontraba en el centro de la atención por su actividad en redes sociales y por intervenciones públicas que consistían en verter sangre de cerdo o pintura roja sobre bustos de José Martí.
El número telefónico de “Luisa” es, dentro de los registro de llamadas analizados, uno de los seis que fueron usados alguna vez para crear alguna cuenta en WhatsApp. Intentamos contactarla por esta vía, pero dejó en visto nuestras palabras.
De los otros cinco, cuatro recibieron nuestros mensajes, tres los leyeron y solo uno respondió. Dice ser cubano y vivir en República Dominicana. No tiene foto de perfil.
“Yo no llamé a nadie”, respondió mediante WhatsApp al preguntarle por la llamada realizada. Más tarde declaró que ha colocado su número telefónico en varios sitios de Internet que no visita con regularidad, muchos de ellos “supuestos sitios de marketing”.
Al indicarle que la llamada ocurrió el 15 de enero con su número, contesta que ese es el día de su cumpleaños. Sin embargo, después no volvió a leer ninguno de los mensajes de YucaByte. No llegamos a obtener los enlaces de los sitios de marketing ni conocimos si recibió alguna de estas llamadas fantasmas. Ni siquiera supimos su nombre.
El fenómeno no es exclusivo de Cuba. Entre diciembre de 2019 y enero del presente año, Costa Rica sufrió una oleada de llamadas con el código +505 (Nicaragua). Asimismo, algunos usuarios estadounidenses fueron afectados en mayo de 2019, aunque con el prefijo +222 (Mauritania). En ese momento, la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC, por sus siglas en inglés) había alertado de las estafas. “Los avances tecnológicos permiten realizar cantidades masivas de llamadas de manera barata y fácil”, explicaba la nota de la entidad.
“El estafador obtiene un número premium con un operador extranjero”, dice a YucaByte Alex Quilici, director ejecutivo de YouMail, una empresa estadounidense especializada en registrar y bloquear este tipo de llamadas. “Gana dinero porque obtiene la mayor parte del pago por la llamada, menos alguna cuota para el operador. Es decir, si obtienen 200 minutos entrantes a cinco dólares por minuto, eso es 1000 dólares, de los cuales 950 podrían ir al estafador y 50 al operador”.
No obstante, la primera vez que se tuvo referencia de la estafa no fue en Estados Unidos, sino en Japón… hace 18 años.
Un artículo de 2002 publicado por The Economist menciona que, con el aumento del empleo de los teléfonos móviles por las personas del país oriental, algunas compañías comenzaron a dejar llamadas perdidas masivas a los usuarios para que estos se comunicaran de vuelta. Cuando las personas devolvían la llamada, les ofrecían determinados servicios, como costosas líneas de chat y acceso a Internet. El fenómeno se denominó wangiri (en japonés, “suena una vez y cuelga”, aunque también se ha denominado one ring por su traducción al inglés) y llegó a tal magnitud que, según The Economist, una empresa utilizó lo que entonces se consideraba alta tecnología para realizar hasta 3100 llamadas por minuto, provocando una congestión de cuatro horas en la compañía telefónica japonesa NTT.
Actualmente, estas operaciones están identificadas como fraude telefónico por diversas entidades internacionales, empezando por la Asociación para el Control del Fraude en las Telecomunicaciones (CFCA, por sus siglas en inglés). Dicha asociación comparte datos y herramientas para frenar las estafas en el sector. Entre sus miembros aparecen algunas compañías como Google y AT&T. Etecsa no figura en el listado de integrantes.
No obstante, tanto la FCC como el monopolio cubano coinciden en la sugerencia principal: si el número es desconocido, nunca se debe llamar de regreso.