Por Alberto C. Toppin
La computadora que David Figueras Tamame tiene en su casa de El Eléctrico, en el municipio habanero de Arroyo Naranjo, está engañada. Un cable de Ethernet ayuda a materializar lo que se traduce como mentira tecnológica. En la barra de tareas de la PC una notificación indica que hay conexión a internet, y sin embargo David no puede entrar a ninguno de los sitios de la World Wide Web. Aunque no le preocupa demasiado.
Eso sí: tiene la posibilidad de, a sus anchas, jugar online. Programar páginas. Chatear. Buscar ofertas de compraventa que le satisfagan. Hacer bastante de lo que haría con la red de redes, cuando lo que tiene es, realmente, una cápsula. Una muy bendita cápsula. Le llama Snet, La Red de la Calle o simplemente La Red.
Alrededor de doscientas de las casas vecinas están encapsuladas. Quinientas, si se cuentan todas las direcciones IP del nodo, que llega a Las Guásimas, Parcelación, Calabazar y Río Verde. Puro engranaje. Funcional al punto de, pasados tres años de acceso, brindar 1 Gigabit de conexión al edificio donde está. Aunque, en realidad, en El Eléctrico se juega en red desde hace 15 años.
Con Snet, David Figueras Tamame ha aprendido a trabajar con varios lenguajes de programación.
–Cuando eso, eran los AP que había que meterlos en un pomo para que no se mojaran –dice Delonys Manuel Talavera Llana, hoy uno de los cuatro administradores generales de este nodo–, y ponerles una antena. Así logramos enlazar 2 o 3 edificios, aunque antes había como 6 o 7 personas conectadas aquí. Lo mismo pasaba en Lawton, donde yo vivía antes: los fines de semana, todo el mundo se unía con sus equipos, pero la cosa era más clandestina. Como no había conocimiento, no se sabía cómo podía repercutir legalmente.
Básicamente, el crecimiento de Snet fue así: un puñado de personas con computadoras, cables y ganas de jugar online deciden unirse y descubren, por comentarios, que hay una red estática, permanente, que es mayor.
–La primera vez que oí hablar de ella fue cuando vivía en Miraflores, por el 2005 o 2006 – recuerda Armando Carballea Rodríguez (Mandy), administrador de un subnodo en Santiago de las Vegas–. Teníamos una red local, y al tratar de juntar otras cuantas, nos dijeron que había una red que era la de La Habana. Hicimos un enlace, y fue cuando vimos un poco de Snet en aquel tiempo.
Uno de los dispositivos iniciales con que jugaban en red en El Eléctrico.
– Sabíamos que existía –vuelve Delonys –, como una cuestión de que “hay personas conectadas a una red más grande”. Gente aquí en el reparto sí estaba dentro, pero nosotros no hicimos mucho hincapié porque el objetivo de nuestro proyecto era jugar, y era fundamentalmente para lo que los otros se conectaban a Snet. Además, no teníamos el conocimiento de qué beneficios pudiera traernos. Ya cuando entramos, supimos de la cultura de los sitios web, de la navegación.
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Según un estudio publicado a finales del 2017 por investigadores de las universidades de Michigan, Colorado y de Ciencias Informáticas de La Habana, Snet es, actualmente, la mayor red autónoma sin acceso a la web en el mundo, y “su estructura, logros y obstáculos muestran, por mucho, fascinantes contrastes y similitudes con aquellos de Internet”. Un año antes, Cubadebate situaba en 20 mil el número de usuarios conectados.
Algunas zonas de servicios de 5 «pilares» de Snet en La Habana.
Para ese entonces, existían nueve pilares o puntos centrales de conexión: RoG, GNTK, Playa, Vedado, Nuevo Vedado-Wifinet, Comunidad Sur, Cerro, Habananet (Centro Habana-Habana Vieja) y Habana del Este. Todos estaban interconectados inalámbricamente. A su vez, cada pilar se comunicaba con varios nodos en su región que eran atendidos por administradores (encargados también de proveer servicios), y podían abarcar centenares de usuarios, agrupados en subnodos. En estos últimos, un encargado disponía de direcciones IP para sumar equipos, en concordancia con los administradores.
Tal y como expresa el mencionado estudio, los pilares se enlazan en el rango de dirección IP 10.254.0.0/16, mientras que sus respectivas conexiones internas, aunque mayormente coordinadas, presentan problemas mínimos de configuración. Por ejemplo, de los 204 patrones existentes, al menos 6 repiten valores IP en dispositivos no conectados directamente. Algo así como 6 pasaportes con números repetidos.
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Hace aproximadamente cinco años, a Mandy le llevaron un cable de red para ponerle las puntas. Era un amigo que quería conectarse con su hermano. Para facilitarle el deseo, Mandy le habló de un dispositivo inalámbrico que tenía en desuso en Miraflores. Desde entonces, en Santiago de las Vegas –el pueblo por donde Snet trasgredió las fronteras provinciales hacia el sur– no se ha parado de crecer en conexión. Ciento cuarenta usuarios. Más de 50 equipos entre dispositivos inalámbricos, respaldo eléctrico, servidores y switches interpersonales.
Armando Carballea Rodríguez (Mandy) administra uno de los subnodos de Snet en Santiago de las Vegas. Foto: Alberto C. Toppin.
En cambio, en El Eléctrico, a Delonys le vino la idea de manera más indirecta. A Rancés Varona, otro de los administradores, le propusieron un nano. Le explicaron que con el aparato podía unirse a La Red. Gloria divina, pensaron. Eran el último clan del reparto en conectarse con el resto de La Habana.
La diferencia fue abismal. De 12 personas jugando el Call of Duty 8 en un día de suerte a 200 usuarios accediendo a 15 servidores disponibles en aquel momento inicial. A veces las salas virtuales estaban llenas y era imposible entrar.
–No es lo mismo jugar con 4 personas que ya tú conoces a interactuar con gente nueva— compara Delonys—. Y más allá, Snet resuelve muchos problemas.
Decir problemas en Cuba está relacionado, entre tantas acepciones cotidianas, con las compraventas. Al no estar generalizadas y totalmente extendidas las facilidades para el acceso a internet, resulta más trabajoso entrar a los sitios de clasificados como Revolico y Bache Cubano. Esto hace que aparezcan intermediarios entre los vendedores y los websites y, en ocasiones, se inflen levemente los precios. Sin embargo, los sitios clasificados de Snet acortan el camino, pero la posibilidad de consultarlos requiere de un elemento crucial: infraestructura.
— Hace 5 años, un switch de 8 puertos costaba 10 CUC —explica Talavera Llana—. Hoy vale 40. Uno de 24 puertos costaba 30 o 35 CUC; ahora son 80, 100 CUC. Si es a gigabits, 120. ¿La procedencia de los cables de red? Sobró una caja en algún lugar… Antes un metro te costaba 20 centavos de CUC, 15 centavos; ahora son 50, 60 o 70 centavos. Saca cuenta: un usuario que necesite 100 metros de cable, ¿cuánto tiene que pagar? Todo porque hay más conocimiento, y la gente pide más y los precios suben.
En el caso de los equipos inalámbricos, los costos se disparan estratosféricamente, al punto de venderse a más del doble respecto al importe del productor. Encima, su importación está fuertemente regulada. Tanto la resolución 206 —que emitió la Aduana General de la República en el año 2014— como la 272 —dictada por el Ministerio de Comunicaciones (Mincom) en el 2015— establecen que la entrada sin carácter comercial de enrutadores (routers) y conmutadores (switches) precisa de un permiso del mencionado ministerio.
Algunos dispositivos de conexión inalámbrica de Snet.
Respecto a los enrutadores, es un callejón sin salida. Siendo claves para enlazar redes a distancias relativamente mayores, están controlados por dos legislaciones diferentes. La primera, relativa a los routers que trabajan bajo la frecuencia de 2.4 GHz, restringe los permisos para la instalación de equipos a favor de “organismos, organizaciones, empresas y otras entidades legalmente establecidas en el país (…) operadores de redes públicas de telecomunicaciones con concesión para la prestación del servicio de conducción de señales (…) [y] entidades que pretendan utilizarlos para brindar servicios de acceso a Internet, así como de correo electrónico”.
La segunda frecuencia, 5.7 GHz, también se destina a redes locales privadas cuyos titulares deben ser, exclusivamente, personas jurídicas.
Dicho marco regulatorio —que data del 2011—, constituye una modificación a resoluciones dictadas 8 y 6 años atrás respectivamente, y está en consonancia con el decreto 171 de 92, en cuyo artículo 2 inciso a establece una multa a quien “transmita señales, signos, sonidos, imágenes u otro tipo de información sin la autorización debida, empleando las ondas electromagnéticas”. En ninguna se toma en cuenta la creación de redes inalámbricas autónomas que satisfagan determinadas necesidades sociales desde la localidad. Aún así, el hecho de que el tema haya sido abordado por un medio estatal como Cubadebate ha hecho notar la necesidad de un cambio legislativo que parece haberse pensado ya.
Durante el único encuentro que Mikrotik realizara en enero de 2016 en Cuba, un empleado de TVS —una división comercial de Copextel— dijo haber visto unos borradores de una nueva regulación que, además de unir lo legislado sobre las dos frecuencias, incorporaba las redes de las personas naturales.
— Snet no es legal ni ilegal —opina Delonys—, pero no hay una ley que nos ampare. El día de mañana nos dicen “recojan todo” y hay que recogerlo todo. Ahora, nosotros estamos utilizando frecuencias radioeléctricas y en muchos lugares del mundo hay regulaciones que sí lo respaldan.
— La innovación en Cuba será popular o no será —comenta un usuario nombrado abelardomena en un reporte de IPS al respecto—. No tenemos que esperar permisos de nadie. El espectro es propiedad de todo el pueblo. ¡Cambien las leyes!
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En los últimos dos años, la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba (Etecsa) ha llenado La Habana de radiobases de tercera generación. A la par, la capital se ha erizado de una suerte de antenas, algunas profesionales, otras tan rústicas como un tubo metálico erigido y sujetado por alambres sin estirar del todo.
La tipología de antenas habla de qué tipo y cantidad de usuarios están conectados. Las más simples enlazan pocos, a modo de subnodo, aunque hay casos en que se crece en profesionalidad, como Santiago de las Vegas. Las más grandes, que pueden medir hasta seis metros, estar fijadas por tensores y tener alrededor un sistema de alarmas, se asocian a pilares y nodos como el de El Eléctrico. De hecho, actualmente durante la noche, nadie puede poner un pie sin permiso en la azotea del edificio de Delonys.
Vista del SKernel sin datos. La aplicación fue desarrollada por David Figueras Tamame y permite consultar el estado de los fondos que se recaudan para el mantenimiento de la red.
Las alarmas son necesarias. Este nodo de Arroyo Naranjo, hasta el momento de entrevistado, no había sufrido ningún robo. Sin embargo, reunir dinero para comprar, en un principio, no le fue cosa fácil. Lo primero consistió en que cada usuario le pagara a Rancés una parte del enrutador, para que fuera de propiedad colectiva. A partir de ahí, comenzaron a recoger 1 CUC por IP para conformar un fondo y cubrir cualquier eventualidad.
—Empezó la incomodidad —recuerda David Figueras—. La gente empezó a decir que había dinero y no se hacía nada, y no era eso. Se hacían cosas y no alcanzaba lo reunido. Hubo inversiones que no se vieron en la mejoría técnica de la red por parte de los usuarios.
—Quizás la gente tiene una idea extraña cuando se recoge dinero —explica Mandy—. Realmente los equipos son caros para mantener la red, pero desde Snet se determinó recoger internamente no máximo de 1 CUC, y ese peso convertible fraccionarlo en porcentajes según las instancias que uno esté utilizando.
A decir de uno de los administradores consultados en una investigación inédita* realizada entre finales de 2017 y principios de 2018 por estudiantes de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, el 40% de las colectas se quedan en el subnodo, 20% van para el pilar y el 40% restante pasa a los encargados de los servidores. Así está establecido en Habana del Este.
Para ser más transparente en la gestión de los fondos, tanto en Santiago de las Vegas como en El Eléctrico desarrollaron sendos sitios web con las direcciones IP, el nombre del usuario principal y el aporte mensual. Así mismo, plasman en qué consisten los gastos y el estado de las finanzas. Incluso, cuando el sitio sufre reparaciones (como en el caso del subnodo de Armando Carballea al momento de la entrevista), las cuentas se plasman en una tabla en versión HTML.
Porque el sistema ha tenido sus agujeros negros.
Según Delonys, han expulsado administradores de subnodos que “se cogían el dinero” por dos vías: pedían cierta cantidad de direcciones IP y reportaban menos de las realmente asignadas a usuarios, de manera que la diferencia se convertía en CUC para su bolsillo; o, simplemente, tomaban el dinero recolectado. Eso sería antes de que se utilizara la variante nombre contra dirección electrónica.
También, cuando desde el nodo se determinó subir el pago a 5 CUC porque “había muchos equipos con problemas y muchos usuarios querían conectarse”, ciertas personas llegaron a cobrar hasta 20 CUC solamente para entrar a La Red. “Y hubo gente que lo pagó”, recuerda David.
En el mayor de los municipios capitalinos, Habana del Este, la situación es bien diferente. Según 6 usuarios de diferentes zonas de Alamar entrevistados por los autores de la citada investigación universitaria, el importe varía de 1 a 5 CUC. Los valores mínimos se cobran a usuarios cerca del pilar y los máximos a aquellos conectados a subnodos, donde se ofrece el Paquete Semanal con actualización de antivirus, se abona para generar un fondo y, en ciertas locaciones, se le paga al administrador. En cambio, los pilares de Playa, Vedado y Nuevo Vedado-Wifinet se apegan al peso convertible por dirección IP, cuando en áreas de Habananet se duplica esta tasa.
Captura de pantalla del FullAcces, una herramienta propia del nodo de El Eléctrico para acceder más fácilmente a los sitios de Snet.
—La gente dice que por Snet sí cobran —afirma David Figueras—. Un usuario regular sí tiene que pagar, pero no está abonando por un servicio, sino la mantención de la red. Yo soy programador, hago aplicaciones que funcionan para Snet. SKernel, FullAccess y el Mac Checked son proyectos que logramos desarrollar para que sean prácticos para la red. Y no cobro por eso.
Con el SKernel, se refiere al mencionado sistema de administración económica. En cambio, el FullAccess es un portal de acceso que facilita la navegación por los distintos sitios de Snet al proponer los links, mientras que el Mac Checked permitía declarar como robado algún equipo a partir de su dirección MAC, de forma que cuando se vendiera en otro lugar, el comprador podía acceder a esa base de datos y cerciorarse de la autenticidad de la propuesta. No obstante, con la aparición de WiFi_Etecsa, muchas veces los dispositivos pasan a funcionar como replicadores de la señal de los parques, salen de la red y no es posible localizarlos.
Hasta que llegaron los parques de WiFi_Etecsa, el Mac Ckecked permitía recuperar varios de los dispositivos robados.
Precisamente el FullAccess está relacionado con la razón por la cual la PC de David indica que tiene conexión a internet. Desde no hace mucho, para mejorar la forma de navegación de los usuarios, se introdujo en la red un sistema de nombres de dominio (DNS, por sus siglas en inglés). Es decir, para buscar un sitio web, ya no es necesario teclear la dirección IP de donde está hospedado, sino una URL, como mismo con la red de redes.
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Pese a su estatus legal incierto, Snet tiene algunas características propias de otras instituciones cubanas. Por ejemplo, su desarrollo parte de un presupuesto conformado por el aporte de sus integrantes, como una cooperativa. Además, cada uno de los usuarios tiene el derecho a disfrutar de todos los servicios disponibles. Incluso —y puede que sea lo más importante—, esta red se autorregula.
De un lado, sus normas buscan la estabilidad del sistema. Así, la asignación de IP debe pasar obligatoriamente por los administradores de los subnodos y las direcciones no pueden ser cambiadas sin el consentimiento de estos, no se permite modificar la MAC de los dispositivos ni tampoco ofrecer servicio de video en streaming, entre otras. Del otro lado y más relacionadas con los contenidos, está la prohibición, en todas sus formas, de la pornografia, los temas religiosos y políticos y la difusión de servicios como internet, radios extranjeras, lucrativos u otros ilegales en Cuba. El incumplimiento de estas disposiciones puede traer la separación de la red. Y ya se ha hecho en más de una ocasión.
Sin embargo, el tema del lucro es, al parecer, la principal razón por la que Snet está desmembrada en dos grandes bandos desde mediados de noviembre de 2017: Wifinet, Playa, Habana del Este y RoG por un bando (con potentes servidores para gamers, como el del popular World of Warcraft) y Cerro, Habananet, GNTK y Comunidad Sur por el otro (con los principales sistemas vinculados a las redes sociales y chats).
Debido a que se necesita muchas horas frente a la PC para alcanzar cierto estatus en los juegos, se pensó que vender héroes y aditamentos de manera online sería acertado, como una digitalización de lo que ya estaba pasando (y pasa aún) en el mundo físico.
— Se dijo que la mecha detonante fue que desde RoG se quería implementar una tienda virtual y que no podía ser —recuerda Armando Carballea—. Pero ese problema se podía haber resuelto a nivel de organizadores generales.
— La gente no se quería ir de ese servidor y se empezaron a cerrar llaves de acceso —dice Delonys—. Y eso trajo discordias que no se solucionaron de la mejor manera posible, porque al final los afectados fueron los usuarios.
— Cuando la separación, la comunidad no hizo nada —advierte David Figueras—. Y por haber dado dinero para la compra de los equipos, estos también eran suyos.
Otra de las hipótesis radica en la distribución de los usuarios. Mientras más IP asignadas tengan los pilares y nodos, mayor es la recaudación y resulta más fácil mejorar la infraestructura en menos tiempo. Para lograrlo, basta con que desde un pilar con un servicio altamente consumido se corte la comunicación con otro.
Sea cual fuere la cuestión, lo único seguro es que el problema vino de adentro. Y, al parecer, es desde adentro como debe arreglarse, por el bien de decenas de miles de personas conectadas que, en esencia, construyeron su propia internet ante las trabas para acceder a la red global desde la comodidad de sus respectivas casas y a precios asequibles.
— Snet es la muestra de que cuando se quiere, se puede, se hacen las cosas— manifiesta Delonys, sentado dentro de uno de los apartamentos del edificio donde está el nodo de El Eléctrico—. La infraestructura que tiene es gracias a 4 gatos. No puedes comparar los usuarios de La Red con un país entero.
*La investigación se obtuvo con el consentimiento de dos de sus autores.
un gran proyecto.. trajo la felicidad a muchos y con la separación se ha ido apagando.. muchos sufrimos.. unan la SNET. hagan algo bueno por lo nuestro
Ya eso es por gusto… ellos por su lado y nosotros (o yo… no se tu…) x el nuestro